miércoles, 4 de diciembre de 2019

Bitácora...Miércoles 4...Síntesis General...

Semana Quinta...
Miércoles 4 ...
Síntesis General...
     Ya un día en casa y en el país, tratando de superar el cambio de horario, producto de la visita a cuatro países de otros continentes (África, Asia y Europa), en un recorrido que no fue tan largo cronológicamente, pero sí extenso -e intenso- en experiencias y sensaciones, realizo una síntesis de lo vivido, para engañar al olvido.
   De  los países visitados, tres son de religión mayoritariamente musulmana -Egipto, Jordania y Turquía-, mientras el otro, Grecia, esencialmente cristiano ortodoxo (en un 97%). Esto es necesario puntualizarlo desde el comienzo para entender mejor la idiosincrasia de cada uno de.los pueblos (al menos, en parte).   
   Egipto y Jordania, además de compartir mayor cercanía geográfica, religión y climas, tienen en común, debido a su religión, un sistema de normas y leyes muy rigurosas para sus fieles, que resultarían draconianas para un occidental común, esto último informado claramente por nuestro guía egipcio. Por ejemplo, la prohibición del consumo de alcohol de manera pública, so pena de cárcel, puntualmente en Egipto. No significa que no puedan consumirlo, sino que deben hacerlo en privado. Esta medida está estrechamente relacionada con los impuestos, que son muy altos para este producto. Por razones lógicas y de conveniencia económica (entiéndase turísticas), a los extranjeros no se les prohíbe beber alcohol en locales comerciales de alimentación o similares, pero no resulta barato. Lo anterior, trae como consecuencia el "popular" y natural consumo de mucha agua, que, por sanidad, es obligatorio adquirirla incluso para lavarse los dientes. 
Otra norma estricta tiene que ver con la práctica del sexo, el que está prohibido fuera del matrimonio, de manera que cuando los jóvenes se casan, ambos deben llegar vírgenes a la ceremonia. Caso contrario, hay sanción por ley. ¡¡Compleja situación para un occidental!!  Ello hace que las noches, al menos en los sectores en que nos hospedamos, fueran tranquilas y silenciosas y, llegado el atardecer se veía poca gente en las calles, sobre todo ausencia de mujeres.   

Lo otro que nos llamó profundamente la atención, aunque está en absoluta consonancia con lo anterior, es el hecho de que las filas en aeropuertos u otros lugares públicos eran diferenciadas por sexo, mientras que en las mezquitas, los lugares de oración también son separados, debiendo las mujeres acceder al segundo piso (donde hay menos espacio, pues son menos las mujeres que llegan hasta allá) para orar. Además, todo observante del Islam, antes de ingresar a su templo, debe concurrir al lugar dispuesto para purificarse, en el que se lavan el rostro, las orejas, la boca, las manos y los pies. Luego, deben descalzarse antes de hacer su entrada  a la mezquita, donde se prosternarán sobre la alfombra, que cubre toda la superficie, a excepción del altar.   

En cuanto a ritos estrictamente religiosos, en los tres países árabes los llamados a la oración son cinco al día, los que se realizan desde los minaretes (torres de las mezquitas), momentos en los  cuales los fieles, en la medida que el trabajo o la vida cotidiana se los permita, cumplen con su obligación espiritual.  
 Continuando con las comparaciones, lo que diferencia grandemente a Egipto de los otros países visitados, es la fuerte presencia de una mendicidad insistente y agresiva, que no se conforma con un "no" amable, sino que persigue y acosa. ¡Resulta verdaderamente penoso! Asimismo, esa actitud de acoso y agobio, se repite en los comerciantes, los que literalmente persiguen a sus posibles clientes, rebajando precios y ofreciendo, en muchas ocasiones, valores falsos, con tal de conseguir alguna libra o dólar. 

 La expresión que más escuchamos en boca de comerciantes niños y adultos fue "one dólar". Los egipcios ven al turista como fuente de oportunidades, de manera tal que se ofrecen a sacar una fotografía o a llevar equipaje, por ejemplo, para obtener algo de dinero. ¡Allí nada es gratis!    

Turquía nos sorprendió, más que por sus encantos e infraestructura, por su apertura social y ¿moral? Lo último no puedo asegurarlo. No es que Turquía, específicamente Estambul, no tenga encantos, sino que fueron muy pocos los que conocimos (sólo uno que otro turco, jaja)
Sólo nos llevaron  a la Mezquita Azul, la Basílica Santa Sofía, un par de mercados y un recorrido por el Mar Mármara y el Estrecho del Bósforo, desde el cual pudimos observar parte de la opulencia de los turcos de ciertos sectores acomodados de Estambul.
 Sin embargo, no entramos en contacto con la pobreza pura y dura de esta ciudad milenaria. Lo que nos sorprendió -decía más arriba- es la pujanza, ebullición, casi la euforia de su gente, que tiene bastante vida nocturna, por lo que pudimos observar, al asistir a un barrio tradicional a cenar en nuestro primer día de visita, ocasión en la cual dúos o tríos de músicos alegraban los distintos locales e, incluso, llegaron a las afueras del restaurante en el que estábamos, un grupo de señoritas,  algunas de las cuales no eran tales (eran travestis u homosexuales, o ambas cosas). La diferencia con Egipto en este aspecto es monumental, pues Mohamed -el guía egipcio que nos acompañó en dicho país- nos informó de la prohibición, bajo pena de cárcel, de la práctica de la  homosexualidad.
  La pobreza y suciedad la palpamos claramente en Egipto. En nuestro recorrido por las ciudades de El Cairo y  de Edfu, principalmente,  para concurrir a los respectivos puntos de interés turístico-cultural, 
observamos los edificios sucios, derruidos, algunos francamente destrozados, mucha basura,  con gente desaseada, 

algunos locales de venta de pan en plena vereda, sin ninguna protección sanitaria, los caballos de las calesas con las costillas claramente visibles, comerciantes ambulantes peleándose literalmente en la calle para lograr un cliente. De allí la explicación de tantas moscas por todos lados.   

Ya en Grecia, confirmé varias de las observaciones a las que arribé en  enero pasado. 
Mucha vida social y nocturna en terrazas al aire libre, mucha oferta alimenticia con espectáculos musicales, especialmente dirigidos al turista, comercio de ropa de alto nivel como también económico, con barrios dedicados a las tiendas de souvenirs y similares, más convenientes para el turista desde el punto de vista del cambio monetario. 
  La verdad, a la mayoría nos encantó Atenas y las islas conocidas, más que lo otro visitado, independiente de reconocer la riqueza cultural conocida en Egipto. En la capital griega pudimos salir por nuestra cuenta sin dificultades y sin sufrir el acoso comercial y, a pesar de haber menos habitantes hablando español, igualmente pudimos hacernos entender sin problemas. 
La seguridad fue una maravilla, incluso en la noche, al menos en el sector en que estuvimos alojados. Aquí tuvimos la oportunidad doble de disfrutar de música y bailes tradicionales, en los  que varios integrantes del grupo participaron con entusiasmo.
 Y lo más importante, conocimos la esencia de Atenas, la Acrópolis, con todos sus monumentos históricos, 
experiencia tan fabulosa como la vivida en Egipto, 
con las Pirámides y las Tumbas de los Faraones, con la gran diferencia que nosotros mismos somos mucho más herederos de la cultura grecorromana que de la musulmana. 
    Aun existiendo diferencias individuales, lo que no puede ser de otra manera, hay algunos elementos en común en los países visitados. El fuerte componente demográfico, por ejemplo, que hace de El Cairo una ciudad de 10 millones de habitantes; Ammán, 4 millones; Estambul, 15 millones y Atenas, la más pequeña, 700 mil ciudadanos. Otro antecedente en común, es la religión (al menos en tres de ellos), el clima seco, con gran importancia del agua, la que felizmente en Grecia era parte obligatoria del menú (¡y gratis!). ¡En mi vida había tomado tanta agua en las comidas! Se podía consumir bebidas, alcohol, té o café, pero todo ello era considerado extra, por lo que su valor subía, especialmente en Jordania, donde el costo de la vida es más alto. En relación a aquello, los países más baratos fueron Egipto y Grecia.
  En cuanto a la alimentación, podría decirse que es bastante parecida en todas las naciones visitadas, caracterizada por la presencia de muchos aliños, variedad de salsas, bastante pescado, ensaladas variadas con ingredientes poco habituales para nosotros: porotos, lentejas, garbanzos, mortadela, berenjenas.
 Esta última descripción, puede contener  más de un error, producto de nuestra situación de turistas, con acceso a comida buffet, principalmente, por lo que la mirada es menos objetiva y general. 
   Destaco la calidad de los guías locales, una muy buena estrategia de la empresa turística. Ellos fueron los coordinadores de cada movimiento en bus, lancha, crucero, calesa, faluca o camello (jajaja), sin fallas. Especialmente al egipcio Mohamed, de profesión arqueólogo, que allanó las dificultades y que nos obligó a cumplir cabalmente un apretado y exigente programa cultural. Su conocimiento, su filosofía de vida, su carisma y buena onda nos llegó a todos. También fue destacable la coordinación de Pilar, una guía de origen mexicano, nacionalizada griega, muy empática, presta a solucionar el mínimo detalle y a hacer de nuestra estadía lo mejor posible. El guía de Jordania con un nombre no recordable pero que significaba "león", fue lejos el más serio, pero con un bagaje  cultural impresionante. Él nos dio una sorpresa al final de nuestro paso por su país: cantó un par de hermosas canciones, en jordano, para nosotros. El guía de Turquía no lo hizo mal, pero lo que no nos gustó fue que se preocupó más de llevarnos a lugares específicos para que gastemos, que mostrarnos su ciudad en forma exhaustiva. Para nuestro gusto, fue demasiado relajado en ese sentido.
   Por lejos ésta fue para mí una experiencia inolvidable, por los hitos elegidos para visitar, por las oportunidades presentadas de hacer algo por primera vez (subir a un Globo Aerostático, cabalgar en camello, navegar por el Nilo, viajar en Crucero, entrar en contacto con la historia antigua, etc.) por las bellas personas que conocí y con las cuales compartí más íntimamente, por la buena calidad del servicio.
 En síntesis y sin dudarlo, debo decir, como Marc Anthony, la inversión, el tiempo, el cansancio, todo, "valió la pena".
   

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