martes, 3 de diciembre de 2019

Bitácora...3 diciembre...

Semana Quinta...
3 Diciembre...   
 
  Navegar en un día despejado por el Mar EGEO es lo máximo. Un regalo casi inmerecido en este mundo cotidiano lleno de problemas. 
La verdad es que parecemos vivir en otra dimensión de la Tierra, después de haber trabajado 40 años o más al servicio de la educación, contribuyendo en menor o mayor medida a sostener un sistema que hoy se ha resquebrajado, o, desde dentro, trabajando como una hormiga en su disolución a largo plazo, que ya se ha cumplido. 
   Lo cierto es que no queremos adelantarnos y volver emocionalmente a nuestro país antes de tiempo, cuando lo hagamos, la realidad, seguro, nos volverá a golpear. Todo en su debido momento. En este caso, el trago amargo no hay que apurarlo. Hemos decidido disfrutar este regalo, ganado con nuestro propio esfuerzo.  
 Llegamos a la primera isla después de un viaje en crucero de algo más de dos  horas. La Isla HYDRA nos esperaba en el Golfo Sarónico con sus bellas mansiones, sus hermosas tiendas, en un asentamiento urbano de 3.000 habitantes, que sólo contempla como transporte animal los burros, lo que hace más exótica la ínsula.
  Dispuesta a disfrutar a concho de este último día, anduve un poco por mi aire, esperando no crear malas vibras en mi grupo, que, por el momento, no tenía las mismas ganas de caminar como yo. Así que, del tiempo que  nos quedó, después de comprar unos recuerdos, de visitar un  museo-capilla y prender una velita en recuerdo de mi hija, me fui caminando por la orilla de la bahía, disfrutando del viento, de las vistas y de la tranquilidad.

 No pude avanzar demasiado, pues debía dejar tiempo para regresar. Retrocedía en mis pasos, cuando me encontré con unos compañeros de viaje que andaban persiguiendo a Sofía Loren. Les ayudé en la "persecución", aunque yo no la había visto pasar en mi recorrido anterior (salvo que ella hubiera andado de incógnito, jaja).  No obtuvimos los resultados esperados; sólo encontramos un niño con un delfín y subimos hasta la torre de un molino. Volvimos con el tiempo justo para embarcarnos y continuar el tour hacia la Isla Poros.
  Esta pequeña isla -la de POROS- se ubica al sur de Atenas, a 48 kms. del Puerto del Pireo. Tiene 4.000 habitantes y, al igual que las otras, al irnos acercando,  la belleza de sus casas blancas emociona. Para recorrer algo de esta hermosa isla, tuvimos sólo 40 minutos, que tratamos de aprovechar al máximo, con la consabida compra de algún recuerdo, en primer lugar, para luego decidir si subir hasta una torre con reloj, mirador panorámico de la isla y el mar o caminar por el paseo marítimo. Sólo pudimos hacer esto último, tomarnos unas fotos y luego retornar al Crucero. 

 Una hora y media más de navegación y llegamos a la tercera y última isla: AEGINA o EGINA, la más grande de todas.
 Se distancia del Pireo por sólo 20 kilómetros, con una población de 13 mil habitantes. La isla es famosa por el Templo de Afaya, uno de los tres templos del triángulo sagrado en el cual están el Partenón de Atenas, el Templo de Poseidón en el Cabo de Sunión y el Templo de Afaya (Afhea o Afaia) en la isla mencionada, que, además, ostenta el record de ser  la mayor productora de pistachos en el mundo.   
Considerando que era la más grande visitada, nos habían ofrecido dos tours en bus, obviamente, mientras el tiempo de permanencia era el más extenso. La desventaja para los que iban a alguno de los tours era que no les quedaría tiempo para entretenerse en las tienditas típicas de souvenirs de los lugares turísticos. Elegí ir al tour cultural, pero antes me aseguré de encargar a mis amigas, que no iban, que me compraran un recuerdo de la isla. 
    Los puntos de interés del recorrido fueron dos, principalmente, pues en ellos se detuvo el bus. El pequeño-gran problema que tuvimos los hispanohablantes fue que no manejábamos los idiomas utilizados por los guías en sus explicaciones -griego, chino e inglés-, por lo que de lo que dijeron durante el trayecto, ni idea. Sólo al llegar al primer sitio, una de las guías nos dio explicaciones en español. 
Frente a nosotros teníamos una construcción fantástica, tanto por fuera como por dentro: Monasterio de San Nektarios, un templo enorme de reciente construcción que se alza en la colina llamada Kontos, en honor al santo griego ortodoxo Nextarios. 
En su interior, todo los elementos específicos como las sillas, el altar, el confesionario, el retablo, etc., eran de madera y estaban tallados minuciosamente. Un trabajo preciosista y dedicado que habla del significado del personaje para la comunidad. 
   De allí, luego de eludir (tampoco nos dejaron tiempo) a quien ofrecía pistachos naturales y con limón, nos llevaron a una parte alta de la isla, para visitar el Templo de Afhea, AfaiaAfaya, una maravilla a nivel de conservación y construcción como el Partenón (guardando las distancias), aunque en este caso de piedra arenisca (y no de mármol como el Partenón), frente al mar, en línea imaginaria equidistante con el Partenón y el Templo de Poseidón de Cabo Sunión.
    Cuando subimos hacia el sitio arqueológico,  el sol recién se había puesto, de manera que en el horizonte aún estaba el reflejo de los últimos rayos del sol de ese día, y si uno lograba encontrar el punto exacto, podía observarlo entre las columnas.  No tuve el tiempo suficiente para ello; debía escuchar a la guía, la que además nos apuraba para que bajáramos a la tienda que estaba a la entrada del sitio. También, los demás visitantes, un grupo numeroso de chinos, pululaban por el lugar y se hacían fotos con todo el tiempo del mundo y variadas posturas. Esto último es un leitmotiv en los lugares visitados, en esta ocasión y en anteriores realizadas por mi cuenta. Los asiáticos han adquirido categoría de invasores casi imparables y son verdaderamente avasalladores. 
    Volviendo a esta maravilla conservada a pesar de los siglos, guerras, terremotos, expolios, debo señalar que este templo tiene estilo dórico en sus columnas y fue , durante mucho tiempo, considerado como el templo de Zeus Panhelénico. Data de fines del siglo VI a.C o principios del Va.C.
    Luego de haber rodeado la construcción, de fotografiar las vistas del mar desde la altura, de intentar obtener imágenes sin chinos presentes, fui hasta la tienda y caí en la trampa. No compré pistachos, pero sí un par de anillos novedosos y muy de mi gusto exigente. Con ellos y con las imágenes captadas, me subí feliz al bus para regresar al crucero, el que nos estaba esperando. 
   El retorno a "casa" (Atenas) significaba la navegación por una hora y quince minutos aprox., lo que se hizo casi nada debido a  la actividad preparada por los organizadores: música griega tradicional y de todos los tiempos, bailes griegos tradicionales con participación de personas del público, a los que se les enseñó los pasos básicos de la canción-baile "Zorba, el griego". Aplaudimos, cantamos, gritamos, varias más  bailaron, de manera que cuando terminó todo aquello ya estábamos llegando. Fue un día para no olvidar. Navegar con buen tiempo, sin preocupaciones, gozando de la brisa, del sol, del viento, de la conversación, de la alegría espontánea es magia pura. 
  La noche terminó con una cena en un lugar tradicional y comida típica: ensalada griega, pan,  yogurt con queso de cabra, papas fritas, gyros, más postre de yogurt griego (obvio) con miel. Todo bien, extraordinario,  pero... demasiado abundante. La mayoría dejó la mitad o 3/4 partes de su plato.  Por ello, lamentamos que la cena no haya sido el broche de oro que nos hubiera gustado.
   Dejamos Atenas y este mundo cerrado de Bilz y Pap vivido por 20 días. Al día siguiente, luego de arreglar maletas, algunos haciendo malabares con los pesos máximos, "contratando burreros" para pasar con una bolsa con productos pesados (al menos sé de uno, jaja), caminando un par de horas por las cercanías, aprovechando de asistir al último cambio de guardia del Parlamento, dejamos el Hotel Titania y nos dirigimos a un restaurante donde almorzaríamos, de paso al Aeropuerto, en el que deberíamos estar aproximadamente a las 16 horas. La comida fue exquisita, habría sido la ideal para la noche anterior.
 Al irnos del restaurant, luego de haber caminado por los alrededores unos minutos, nos sentamos en una pequeña plazuela a conversar con Marylyn. Allí nos sorprendió la llegada del bus y casi corrimos inmediatamente a abordarlo. Mientras en el bus todos nos acomodamos para partir y el guía contaba los pasajeros, yo buscaba mi celular, primero tranquilamente, luego febrilmente. Cuando me di cuenta que no lo tenía, me entró la desesperación. El bus ya había cerrado la puerta. Solicité bajar e ir al lugar donde habíamos estado sentadas (mi memoria hasta allí lo recordaba en mi poder). Bajé corriendo y antes de cruzar la calle ya lo había visto tranquilo, impertérrito, tendido en el asiento de madera, casi mimetizado con ella. El alma (si es que la tengo) me volvió al cuerpo. ¡Allí estaban TODAS las fotografías del viaje! ¡¡¡Habría sido una verdadera pena perderlo!!! La suerte (o como quiera denominársele) me favoreció nuevamente. Un par de días antes, en el hotel, luego de desayunar, lo eché en falta cuando me disponía a revisarlo mientras esperaba en la recepción. Se me había quedado en el toilette, piso 11. Haciendo fuerza mental para que el ascensor se apurara, cuando llegué allá, salía una funcionaria. Aún no alcanzaba a retirarse cuando encontré el celular en el mismo lugar y se lo mostré, casi agradeciéndole.  La fortuna me sonrió dos veces con mi celular,  así que no esperaré una tercera. Tomaré las precauciones.
   A propósito de fortuna o suerte, para ser justa he llegado a la conclusión de que ésta me ha regaloneado en todo el viaje. No sólo encontré compañeras de  viaje, sino amigas de aquéllas con las que uno parecería haber tenido un pasado en común y nos hubiéramos encontrado después de unos años. No entraré en mayores detalles, porque la sección descripción del paisaje humano del grupo ("pelambre" en buen chileno) dará para varios párrafos en un nuevo escrito, aunque arriesgue demanda (jajaja).
  Ya en el aeropuerto de Atenas, la ayuda de Pilar -la guía griega- fue fundamental para muchos, a pesar de que varios de esos muchos se hicieron los indiferentes al solicitarles propina.
  En fin... 

Salimos descansados de los trámites en Atenas, livianos de equipaje, para aterrizar dos horas más en Roma, donde tampoco hubo inconvenientes, a pesar de jugar un poco contra el tiempo buscando nuestra puerta de embarque por el ajustado horario entre llegada y vuelo de conexión. 
   En Chile, estamos temiendo que la recepción no sea tan buena. Son famosos los controles de aeropuerto por su rigurosidad, incluso con los compatriotas. Cruzaremos los dedos. Lo importante, por el momento, es que hemos tenido un largo viaje,  en el que logramos dormir bastante (con pastilla incluida para dicho efecto), comido otro tanto (cena y desayuno) y tuvimos la suerte, nuestro grupo de amigas, de viajar sin compañía a nuestro lado inmediato, lo que nos permitió un mayor  rango de movimiento y comodidad.
....
   Ya terminado el tour, cada uno en su respectiva casa evaluará de acuerdo a su experiencia y su actitud vital. Yo, personalmente, sólo debo felicitarme por haber tomado la decisión de incorporarme a esta aventura. No podía haber resultado mejor. Todo se dio: excelente compañera de habitación, grupo conformado absolutamente compatible, buena onda, respetuoso de las individualidades, con sentido del humor, con preocupación por las otras como si nos conociéramos de toda la vida...Hermosa experiencia que, ojalá, tengamos  la posibilidad de repetir. ¡¡Todo depende de nosotras!!  
   

    

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