Ya era otro día cuando despertamos, jueves 24 para ser exacta. El día se nos adelantó y el sol nos tomó de sorpresa aún sin desayunar. Sin embargo, no importaba, pues ese día Diego nos iría a buscar a las 9 a.m. Destino: Alto del Carmen, sector precordillerano, a 40 kms.de La Verbena. La idea era llegar hasta allá y luego dirigirnos al menos a uno de los valles de los dos existentes, ya sea al de San Félix o al del Tránsito, de distinta herencia predominante, española e indígena, respectivamente. Visitaríamos, además, a lo menos a un par de emprendedores del sector, con productos típicos.
La primera sorpresa del trayecto fue el encuentro con el Embalse Sta.Juana, que nos acompañó por 10 kilómetros, por nuestra derecha, con abundante agua, dadora de vida, oro líquido para los habitantes de la zona. Entre curvas, eludiendo y rodeando cerros, en un moverse serpenteante, las azules aguas del embalse nos vieron pasar. El cielo, completamente despejado, hubiera sido parte de la esfera si no hubieran estado los altos cerros que constriñen el Embalse y lo protegen al mismo tiempo. La frescura que ofrecen como plus las azules aguas se hicieron manifiestas.
Luego de kilómetros de sinuoso recorrido arribamos a la localidad Alto del Carmen. En la plaza nos bajamos y recorrimos los lugares aledaños. Ingresamos a la iglesia, sencilla y con sus 200 años a cuestas; pasamos por las sencillas oficinas públicas; entramos a la Biblioteca Pública, que nos asombró por su orden y gran cantidad de material bibliográfico, con distintos espacios de lectura y trabajo; observamos el edificio municipal, imponente y moderno aunque poco acorde al entorno; fuimos hasta las puertas y la barrica, 🤣 🤣, de la Pisquera Alto del Carmen, apreciamos un pueblo limpio y con diversos trabajos viales activos. Continuamos..., no sin antes detenernos en los alrededores, para obtener la panorámica infaltable de la localidad desde lo alto de un mirador. Allí uno no deja de sentirse maravillado y agradecido de tanta verdura en medio del desierto, 😲🤩🤩.
A 24 kilómetros nos esperaba San Félix, la localidad más importante del valle dominado por los españoles, que recibe su nombre del río que pasa por el lugar, que, unido al río El Tránsito en el sector "La Junta", dan origen al Río Huasco. Nos bajamos nuevamente al llegar a la plaza, fuimos hasta la Iglesia, aceptamos la invitación a servirnos un helado artesanal por parte de Kosmo Sapiens, 🍦🍦😋😋, que, sentados en una banca, consumimos mientras conversábamos. La plaza llamó nuestra atención por lo variado de sus especímenes vegetales, que, desde sus jazmines, pasando por bugambilias, rosas, madreselvas, palmeras, jacarandás y otra serie de ejemplares, era una evidente muestra de la dedicación entregada a su cuidado. Allí fue donde me enteré que la zarzamora de toda la vida, conocida como maleza en mis infantiles tierras sureñas, tenía como "bioequivalente", 😂, un árbol de moras. ¡Nunca lo hubiera imaginado! 😳🤗 ¡Siempre se puede seguir aprendiendo, no cabe duda!
Una vez degustados nuestros exquisitos helados (el mío, pie de limón) y apreciado el curso del Río San Félix, empezamos el "shopping" de productos típicos. Habiendo ya realizado el contacto telefónico y personal, Diego nos llevó hasta la parcela de don Héctor, un señor de sus años, productor de una extensa franja de tierra con nísperos, que se presentó como "soltero", aprovechando que su esposa no estaba presente, 🤣. Allí nos asombramos no sólo por la cantidad y extensión de su plantación, sino también por la diversidad de flores en el camino de entrada. La recepción fue amable y abierta. Nos decidimos por comprar un licor de nísperos, por supuesto, y una mermelada ídem de su producción. Había otros sabores, pero optamos por agregar el fruto de la casa en crudo y natural: nísperos, los que nos asombraron por su calibre. Ahora mismo, mientras escribo, me dieron de ganas de comerme un par de ellos, de los pocos que me aún me quedan, luego de preparar mermelada y licor caseros de marca personal, 😁😁. ¡Deliciosos frutos! Además de aquello, a la hora de preguntar cuánto debíamos por las frutas, don Héctor dijo "¡Nada, son un regalo!" 🥰😍. También nos ofreció unos damascos y unos duraznos para probar , que completaron nuestra carga, con la cual nos fuimos felices y con destino a La Vega, donde la Sra.Alejandra.
"Agroturismo Raíces" fue el nombre que vimos al ingresar a la nueva parcela, luego de dar unas cuantas vueltas, ayudados por el GPS. La especialidad de esta emprendedora era la elaboración de quesos de cabra 🐐, producto del cual nos habló la misma dueña en el momento de mostrarnos sus variedades. Cada una optó por dos, uno puro y otro macerado. Yo, siempre picante, 🤣, elegí con aceite de oliva y merquén. Hecho el negocio, nos fuimos a recorrer el lugar con Diego. Llegamos a los corrales de las cabras, cuya leche es la materia prima de los quesos, pasamos por una estructura en construcción con material de adobe, fuimos hasta donde unas llamas y un carnero compartían espacio, siendo seguidos de cerca por un cabrito (¿?) que andaba libre y parecía ejercer de vigilante. Por allí estaba también una cabaña de arriendo, una piscina y un invernadero, que doña Alejandra nos mostró con orgullo. ¡Qué manera de aprovechar la valiosa cantidad de agua existente! Nos fuimos cargadas de nuestras compras y contentas del resultado de nuestro shopping rural, 😉.
Pero no era suficiente. Al conocer los pimientos el día anterior y haber recolectado una media docena de racimos luego de comprobar a través de mis papilas gustativas que era efectivamente pimienta, seguramente imbuida por el espíritu emprendedor de sus habitantes (que en mí se ha desarrollado al máximo desde la pandemia), me empeciné en recolectar más pimienta. Es así como un árbol de plaza de Alto del Carmen sufrió la pérdida de varios de sus frutos, a lo que se agregó otro pimiento bien cargado encontrado en el camino de regreso (entre tantos otros). Con la leal y esforzada colaboración de Diego, junté una buena cantidad, que traje a palacio y que en estos días tengo bajo el sol rancagüino para terminar el secado y permitir la conservación, 🤗🤗.
Llegamos a muy buena hora esa jornada a la cabaña. Era la última tarde para aprovecharla al máximo. Bajamos al río a refrescarnos, pero era mucha la corriente. Miguel, nuestro anfitrión, nos había ofrecido la piscina, la que tendríamos sólo para nosotras si queríamos. Yo opté por ella, total, no había paparazzis en las cercanías, 😉. Cuando llegamos a ella entendí por qué se le categorizaba de "biopiscina", 😲😳. Tenía a un costado una plantación de nada más y nada menos que de ejemplares de la planta de la cual los egipcios, desde tiempos inmemoriales, obtenían el papiro. ¡Quedé patidifusa con el descubrimiento! ¡Qué maravilla! Yo había tenido, hace unos años, el privilegio de disfrutar la vista de la planta en una fuente antiquísima -del tiempos de los romanos- en la ciudad de Siracusa (en la isla de Sicilia) y me pareció lo máximo. ¡Y vaya con lo que me encontré, sin buscarlo, en el "Ayllú del Guasco", sector de La Verbena de Vallenar, Chile. ¡Sorpresas de la vida, de la naturaleza y de los emprendedores! 👏👏. El agua de la piscina estaba fresquísima, ideal para aminorar el calor ambiente (que llegó a 28°ese día). No pude practicar mis habilidades como nadadora pues el fondo de la piscina estaba algo resbaloso y si me soltaba de la orilla podía ahogarme, 🤣, además de que América no tenía ninguna intención de bañarse, por lo que yo me vería imposibilitada de salvataje si lo hubiera requerido, 😅.
El resto de la tarde lo ocupamos en la cama de cuarzo relajándonos un poco, sirviéndonos una copa de vino al atardecer, intentando, sin éxito, fotografiar estrellas, alimentarnos, mientras el minino del anfitrión insistía en acercarse e intentar entrar a la cabaña en calidad de okupa. ¡Qué gato más cargante, 😠😡! ¡Sorry, se nota que no me gustan estos felinos! Al final del día, nada mejor que una ducha, un buen café y a dormir para descansar de una maravillosa jornada de nuevo. Al día siguiente nos levantaríamos con calma, prepararíamos nuestro equipaje, ordenaríamos y limpiaríamos en algo nuestro lugar de estadía, para estar preparadas para la partida a mediodía.
Tal como acordamos, de nuevo como gentileza de Kosmo Sapiens, Diego nos fue a buscar y nos llevó a Vallenar, luego de habernos despedido de Miguel, el anfitrión. Ya en Vallenar, después de dejar nuestro equipaje en custodia (regresaríamos a nuestros hogares en la tarde-noche) y de ir hasta la Plaza de Armas, nos despedimos de nuestro gentil guía de esos días (y de parte del viaje anterior), agradecidas por las atenciones recibidas, por lo aprendido y recorrido de la zona con su compañía. Sin duda, el plus de nuestra visita fue su colaboración y apoyo. ¡Muchas gracias!
Ya solas, recorrimos el centro de Vallenar por segunda o tercera vez. Ingresamos a la Parroquia San Ambrosio, que esta vez encontramos abierta al público, llegamos hasta el Mercado nuevamente. Allí vimos en venta los nísperos a la módica cifra de $ 3000, 😬, de manera que más apreciamos el regalo de don Héctor, que habíamos guardado casi entre algodones para que lleguen lo más intactos al "sur", como dicen allá de Rancagua y Talca, 😁. Luego nos fuimos a almorzar a un local ubicado frente a la Plaza, que nos había gustado la vez anterior, por lo que decidimos repetir la visita. Cumplía con las 3 B (bueno, bonito y tranquilo...además de barato, 😉). Carne salteada fue nuestra elección, con arroz, la una, con ensalada, la otra. ¡Estaba delicioso el plato! Para terminar, un helado y un café, según gustos, y luego a realizar la sobremesa a la plaza, esperando ver palomas de ojos azules nuevamente.
Acortamos y terminamos la tarde recorriendo parte del Paseo Ribereño, como nos recomendó y mostró Diego. Nos propusimos llegar hasta las letras volumétricas, lo que logramos no sin esfuerzo. Nos gustó mucho el paseo, con sus enormes y floridas bugambilias, los parasoles, asientos, puentes, ciclovía y lugares para bañarse a lo largo del cauce del Río Huasco, cuyas aguas nos sorprendieron por su transparencia. Vimos jóvenes y familias gozando de aquellos espacios de naturaleza y frescura. Al iniciar el camino de regreso luego de fotografiarnos con las letras, nosotras vimos tantos rayitos de sol que quisimos traernos muestras de ellos a nuestros hogares. Sin embargo, no tuvimos suerte y volvimos al Terminal, habiendo gozado de la caminata y con las manos limpias; bueno, no tanto. Tuvimos que lavárnoslas antes de consumir unos duraznos.
Al otro día, un poco antes de las 6 a.m. llegábamos a Santiago, Terminal San Borja, el cual aún estaba cerrado para la circulación interna. Nos vimos en la obligación de esperar, 🥴, un buen rato, antes de salir y acceder al Metro 🚇 - gratis ese día-, ingresar al Terminal Sur y buscar el bus que nos llevara de regreso a nuestros respectivos palacios. Allí nos despedimos, deseándonos buen viaje, después de haber pasado unos cuantos días juntas, recorriendo, conociendo y disfrutando parte de nuestro país. ¡Quién diría que en pleno Desierto de Atacama pudiera haber tanta verdura y color, tanta vida! Nosotras, que lo comprobamos in situ. Hasta pronto.
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