...voy pa' Mendoza, 🎶 🎵... Así es, para allá íbamos cuando comencé este relato y acá estoy mientras lo sigo escribiendo. El día estaba espectacularmente despejado en Santiago de Chile, cuando a las 9.30 hrs. salíamos de la capital, corrijo, 9.37, 38, 39, 9,40. Poco puntual a decir verdad. Se nota que es un bus internacional. Al lado, mi compañera de asiento es una joven española. Además de ella, veo a varios "gringos" como pasajeros del bus, así como una peruana, buena para "dar jugo" "todo el rato". Al entregar mi equipaje, un bolso pequeño, me sorprendió el hecho de que se me pidiera propina. Obvio, me hice la loca, 😎. El "maletero" no era chileno, sino argentino. La explicación de mi actitud dice relación con el pago de un pasaje no barato, que no justifica la petición de propinas; de ninguna manera vayan a creer que me he puesto "mano de guagua", 😂.
A poco de iniciar el viaje quedé sola. La española se fue a sentar unos asientos más adelante que estaban desocupados. Así que hice un trayecto solita, 🙂, salvo una media hora aprox. en que una cabrita chica se instaló como compañera. La madre, que ocupaba los dos asientos del frente, no halló nada mejor que "endilgarme" a su mañosa hija por un rato, como si no tuviera suficiente espacio. Por supuesto, no le puse muy buena cara, 🤣.
Cerca de las 13 horas estuvimos en la Aduana Los Horcones, ya en territorio argentino. No fuimos fiscalizados en el lado chileno. Imagino que al regreso será a la inversa el trámite. Habíamos llegado a un terreno llano, luego de recorrer el camino en medio de la Cordillera de Los Andes y haber subido, con el esfuerzo correspondiente -del bus-, la famosa Cuesta Los Caracoles. Desde la ventana logré descubrir el hito que señalaba la Cuesta número 27, así de larga es. Me hizo recordar aquella que bajamos en enero, con Marcela y Elizabeth, en la Carretera Austral. La diferencia es que aquella cuesta no estaba pavimentada y las curvas son completamente cerradas. Esta me pareció menos peligrosa en ese sentido. Lógicamente es necesario aquello pues la cantidad de camiones de grandes dimensiones que la recorren es considerable. Tomé unas cuantas imágenes desde la altura, así como íbamos subiendo. Imagino lo bello que debe ser este paraje en época invernal, lo bello y peligroso.
La historia de petición de propina para los maleteros se repitió en la Aduana y al finalizar el viaje, lo que me pareció excesivo. En fin, las costumbres no son las mismas en todos los lugares. Hay otros en que también las solicitan pero nunca con tanta insistencia, exigencia ni agresividad, 🤨.
El trayecto de 7 horas desde Santiago a Mendoza no tuvo inconvenientes ni detenciones obligadas. Sé que en tiempos de invierno, debido al clima diferente, que incluye copiosas nevadas, suele ser bastante complicado en ocasiones. Nosotros no tuvimos ningún problema, pero me habría gustado ver más nieve, 😉 en lo alto del macizo andino. En Portillo, uno de los centros invernales chilenos por excelencia, se ve muy poca nieve, lo que hace que uno se llegue a preguntar si acaso la gente no exagera al maravillarse de sus bondades en invierno. Parece que tendré que venir por estos lares en temporada fría para comprobar mi impresión -que Portillo no es para tanto- o asombrarme junto a los demás. El próximo invierno volveré.
Llegué al Terminal de buses de Mendoza una hora antes de lo previsto. Confirmé bien la dirección del depto. reservado para las cuatro noches en que pernoctaría y llamé un uber que me llevó al lugar, apenas a media cuadra de la Avda. San Martín, la principal de la ciudad. Un depto. básico de dos piezas, con baño y cocina minúsculos, justo lo necesario para no caminar de más al interior, 😂. Un tv, conexión a wifi, un ventilador y todo ok, por 90 dólares a cambio, lo que me pareció bastante conveniente. Es casi lo único que se puede encontrar económico en el país hermano. La alimentación, la vestimenta y los electrodomésticos están muy caros, especialmente la vestimenta. Allí sí que hay que encariñarse con la ropa, 🤣, para qué decir de los zapatos, 🥺. Los productos alimenticios están igual o bastante más caros que acá, a excepción de unos pocas cosas y dependiendo del lugar en que se compre. Un agua mineral con gas, de litro, por ejemplo, me costó 2 lucas en un minimarket, mientras en un supermercado una botella de soda me costó casi mil pesos.
Luego de instalarme en el depto., salí a comprar a un supermercado cercano recomendado. Fue precisamente el más económico encontrado (Átomo). Por casi 6 mil pesos compré un panetone mediano, un h2o de 2 litros, una baguette, un pote de mermelada, un sachet de mayonesa, un embutido de queso de cerdo y 3 paquetes de galletas crackers, que fue mi mejor compra en todo caso. Di un par de vueltas por las cercanías y volví al alojamiento. Ya iba siendo hora de alimentarme, pues además del desayuno a las 6 am. en Rancagua, antes de salir, y un par de compotas frutales, en sachets de 90 grs., nada más había ingerido.
Ya duchada y lista para comer, casi caigo en la desesperación. Me acababa de dar cuenta que de todos los enchufes habidos en el depto. -que eran muchos- ninguno me servía para cargar mis dispositivos electrónicos, los que ya estaban jugando los descuentos en cuanto a su batería pues el usb que me correspondía en mi asiento del bus estaba en mal estado, de manera que si no encontraba una solución me quedaría incomunicada, 😒. Lo que más rabia me daba es que mi querida amiga Marcela me había pasado un adaptador universal, especial para cuando uno viaja al extranjero y yo me había olvidado invitarlo a formar parte del viaje -al adaptador me refiero, 😉-. Me acordé del tv y busqué si tenía entrada USB y ...¡eureka!, sí la tenía, 😃😇. ¡Ahí estaba la solución! Claro que nunca pensé que esta solución me traería otros problemas insoslayables. Les cuento, por si les sirve de lección, que a mí sí que me ha servido, 😒.
Sucede que cargar por medio de la usb de otro aparato electrónico supone una carga lentiiísimaaa, tanto así que lograr que el celular o la tablet quedaran con batería aceptable me significaba 11 horas y fracción. Así que de día debía dejar cargando la tablet, función que no era continua, pues pasado un tiempo un televisor de estos llamados "inteligentes" se apaga solo. Por lo que hasta allí duraba el proceso, que no se ponía en funcionamiento de nuevo sino hasta que yo volvía al depto. y volvía a encender el aparato. En la noche, le tocaba el turno al celular, y no me quedaba otra alternativa que dejar el televisor prendido. La separación entre la sala de estar y el dormitorio era de vidrio, de manera que la luz del televisor llegaba hasta mí y me impedía el descanso. Si a ello agregamos unas cortinas claras en el ventanal del dormitorio hacia la calle, vía en pleno centro de Mendoza, imaginarán la calidad de mi sueño, 🥴🥴 ¡Ufff! ¡Y, para mayor abundamiento, los 20 y tantos grados de temperatura durante la noche! Más ¡uff! 🥵🥵. Cada cierto tiempo, durante la noche debía levantarme a prender el tv que se había apagado, 🤨🤨. En resumen, el televisor se pasó encendido día y noche que estuve en Mendoza, 🤭🤭🤫🤫, y yo dormí "como la mona" durante esos días, 🙈 🙈. ¡Y todo por no hacer costumbre la incorporación de algunos elementos fundamentales en mi equipaje!
La Ciudad de Mendoza del Nuevo Valle de la Rioja es el nombre bajo el cual fue fundada la urbe por don Pedro del Castillo en el año 1561. Desde allí a la fecha ha corrido mucha agua bajo los puentes. Bueno, no tanta, pues se encuentra ubicada en una zona semidesértica, con apenas 200 ml. y poco más de lluvia al año. La compensación que la naturaleza le ha entregado es lo que le ha permitido mantenerse y progresar: la existencia de varios ríos níveos, que permiten el llenado de los embalses y la provisión suficiente de h2o para la vida vegetal, animal y humana. El cobro que esta misma geografía se ha permitido son los movimientos sísmicos permanentes debido a que se ubica sobre la placa continental sudamericana. Junto con ello o debido a ello (no sé qué es origen de qué, si el huevo o la gallina, 🤔🤔), está rodeada de tres cordones montañosos: la precordillera, la Cordillera Frontal y la Cordillera de Los Andes. En esta última se encuentra uno de los Volcanes más altos de Argentina, el Volcán Tupungato, de 6.570 msnm., fácilmente visible apenas uno sale a los alrededores de la ciudad. El evento más destructivo sufrido por la urbe (número uno a nivel nacional) fue el terremoto del año 1861, que destruyó completamente la ciudad de Mendoza y provocó la muerte de un tercio de su población. La reconstrucción se realizó en zona aledaña al lugar.
Los sismos en Mendoza son constantes, pero también imperceptibles para la población, por su graduación, entre 2 a 3 grados habitualmente. Cuando me enteré de aquello entendí el movimiento y la correspondiente sonajera del ventanal del dormitorio en varias oportunidades, que no tenía justificación con el tránsito de la calle. Así que, además del exceso de luz y del calor, debí dormir a pesar de la música sísmica de los ventanales, 😉 😉.
La ciudad llamó mi atención por la limpieza (cero basura en las calles), por los canales de riego existentes en las veredas (sin protección, 🙄😬; un mareo y uno se va al interior del canal, 😂 😂), por los grandes, numerosos y frondosos árboles a cada paso, gracias a los cuales los 30 y tantos grados de temperatura se aminoran bastante. Cabe señalar que este sistema de regadío es herencia "ancestral" -dijeran los progres-. Los huarpes fue el pueblo originario de toda la zona de Cuyo, dividido en cuatro grandes grupos, de características sedentarias, con idiomas como el allentiac y el millcayac. Este pueblo, que llamó a este sector del país Valle de Huentata ('zona de guanacos'), usaba el sistema de regadío de acequias con piedra bola, que se llaman canales cuando se pavimentan.
En la ciudad mendocina se ha conservado el sistema, lo que resulta una curiosidad para el visitante, que más vale que no se distraiga para no verse enfrentado a una caída estrepitosa, amén de peligrosa. Lo otro que me llamó la atención fue la existencia de varias plazas en la zona céntrica de la ciudad, siendo la más importante, la Plaza Independencia, rodeada en cada una de sus esquinas (a unas pocas cuadras de distancia cada una) por 4 plazas más: Plaza España, Plaza Italia, Plaza Chile y Plaza San Martín. Según supe por el taxista que me llevó al alojamiento y una guía de uno de los tours en los que participé, esas plazas están pensadas como lugares de seguridad y encuentro para las familias en caso de terremotos. ¡Interesante lección aprendida! Mendoza es una ciudad bullente y comercial. Todo el centro está copado por locales comerciales de diverso tipo. Los ambulantes son mínimos, así como los policías, que prácticamente no vi. Claro que su uniforme nos pasa algo inadvertido a nosotros, que estamos condicionados para asociar el verde oscuro como agente del orden público. Los productos típicos más vendidos y promocionados en la ciudad son los vinos, los destilados, los chocolates, los alfajores, el aceite de oliva, las aceitunas y frutas como el durazno y la ciruela. Según los mendocinos, ellos son los mejores en aquello, por lo que se consideran la
Capital Mundial del Vino, con énfasis en la variedad
malbec, que la han introducido en preparaciones de destilados, mermeladas, chocolates, etc. En realidad, cada ciudad argentina se considera "capital" de distintos productos o actividades, 😁 🤣 😂.
Los primeros dos días me dediqué a recorrer caminando el centro de la ciudad, deteniéndome en cada local que me llamara la atención, visitando las plazas, entrando al Mercado Central, haciendo shoping de supermercados, una de mis actividades citadinas favoritas en ciudades extranjeras. Mi primer almuerzo -de sólo dos que disfruté- lo realicé en un restaurante más bien popular, donde por 10 mil pesos argentinos, pude dar cuenta de un menú cuyo principal era una "costeleta" de cerdo (chuleta). La comida no es nada de barata en estos tiempos, de manera que este precio fue toda una ganga y el lugar era amplio y presentable, 😂 😂. El otro almuerzo, degustado el último día de estadía -me salió verso, 😂-, fue más oneroso, 18,500 pesos argentinos. Era un sabroso bife de vacuno con ensalada mixta y una cerveza Quilmes de 473 cc., 😉 😉. En el último caso me vi en apuros para pagar, porque me había quedado "corta" de cambio argentino producto de unas compras de recuerdos realizadas y pasé, muy campante, a almorzar sin acordarme de aquello. Sólo llevaba 7 mil pesos, lo que no me alcanzaba. Quise pagar con mis tarjetas y no funcionaron porque no estaban habilitadas, 🙄😬😬. Suerte que llevaba unos billetes chilenos, así que terminé pagando los 7 argentinos con 10 chilenos y santas pascuas, 😂. De otra manera habría que tenido que quedarme trabajando en el local, lavando platos como sugirió mi amiga Marcela, 🤣 🤣. ¡Detalles!, dijera Roberto Carlos, 😉.
Dejo hasta aquí este relato que me alargó más xe lo conveniente, para, en el próximo, contarles de los tours disfrutados. Hasta la vistaaaa, 🤗🤗.
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