Los ecos del adiós a esta aventura ya se están apagando. Es el segundo día de regreso y aún estoy acomodando mi horario de sueño y de alimentación, lo que no ha sido tan complejo como cuando regresé de Tailandia. La diferencia seguramente radica en que la distancia horaria es menos drástica, sólo 7 horas. En tanto, con respecto al Sudeste Asiático era de 10 horas. Lo que sí me ha afectado esta vez es el cambio de clima. Me he visto en la obligación, si quiero sobrevivir, a abrigar más de lo acostumbrado mi hermoso cuerpo, 😉, pues no logro "dentrar" en calor. Me desplazo por palacio como pollo mojado, 😂 😂, con cero glamour. Ayer, mientras llovía, añoraba un sol primaveral. Pero fuera quejas, que a todo nos adaptamos los seres humanos, incluso a gobiernos desastrosos.
Volvamos a las últimas horas en Turquía, 🤩😍. El sábado 27, aunque la tragedia nacional igual nos había tocado profundamente a la distancia, fuimos hasta el centro comercial de Estambul, a los clásicos lugares visitables por turistas y miles (o millones) de turcos. Me refiero al Gran Bazar y al Mercado de Especias. Para mí alegría y conformidad, a pesar de los 4,5 años de haberlo visitado por primera vez, me habían quedado completamente en la memoria. Lo que sí, ingresamos por lugares distintos, pero eso no marcaba una gran diferencia. Nos dejaron en libertad de recorrer el Gran Bazar, con la conveniente advertencia de que, si bien al interior los locales son fantásticos y bellos, todo es más caro que afuera, en los locales exteriores. Atendiendo la recomendación no compramos nada al interior, aunque no faltaron las tentaciones, 🤣 🤣. Ropa de cuero, lámparas, alfombras, souvenirs, joyas, calzado, pañuelos de seda y cachemira, etc. Nuestros ojos bailaban y se quedaban pegados en las bellezas, lo que debíamos evitar pues ahí estaban los vendedores, atentos a nuestro interés y no faltaba el que acosaba a ofertas. Ya fuera del edificio, dimos con precios bien interesantes. Logramos encontrar toallas y paños de algodón tan económicos como en el Mercado de Pamukkale. Por allí empezamos ya a ejercer como clientes. Dimos con varios productos convenientes. Luego mis amigas, Caro, Anita y Karla, solidariamente con mis necesidades, me ayudaron a buscar un baño. Encontramos uno. Valía apenas 5 liras (menos de 200 pesos). Cuando ingresé me di cuenta de la razón de la baratura: era de aquéllos tipo pie de ducha, que además no tenía papel higiénico. La urgencia no permitía remilgos, así que me serví de lo existente no más. ¡Qué tanto!, 🙈 😁. Después de visitar una parte mínima del Gran Bazar con sus cientos de tiendas, nos dirigimos al Mercado de Especias.
Fue la misma historia. Íbamos de local en local comparando precios y rebajas. Casi me dio diabetes de tanto ver delicias turcas (me refiero a los dulces, no a seres humanos del sexo opuesto, 😂 😂). Quedamos con los sentidos bien saturados de tantos olores, dulces, salados, picantes y otros, 😉.Mis amigas encontraron té turco (çay) a un buen precio, luego de regatear y regatear. ¡Bravo! ¡Van 4 ó 5 paquetes cada una! Encontramos por ahí un pack de dos vasitos turcos con su plato para el té más una cajita de té saborizado sólo por 120 liras (3,900 pesos). Hasta yo compré uno. Salimos del Mercado y encontramos precios más bajos, pero ya era hora de juntarnos con el grupo, 13 horas. Para variar hubo que esperar a varios; las crespas otra vez no llegaron, sólo lo hicieron al rato, cuando ya estábamos en el restaurante a punto de almorzar. Esta actividad la realizamos en un local ubicado bajo el Puente Gálata. Bonito lugar. Yo elegí pescado de plato principal. Ya me estaba haciendo falta mi ración de dos o tres días semanales de fish, aunque no era salmón esta vez. Era un pescado completo (sin cabeza, eso sí,😉) al plato, con espinas y todo, a la parrilla. Estaba sabroso. Me alegré de no haber elegido pollo 🐔 😑 de nuevo.
Al terminar, teníamos la opción de quedarnos en el centro y volver solas al hotel, pero antes de las 19 horas, pues debíamos salir a esa hora a una Cena de Despedida. Tres del grupo nos quedamos. Queríamos comprar té en polvo y para ello, Carolina ya había conseguido negociar un trato, que implicaba un precio determinado por 1/4 kilo , más el sellado al vacío y puesta en caja del producto. Volvimos a ese lugar y luego de probar algunas variedades, elegimos. El té a granel, entero o en polvo, no es muy barato. El kilo oscila entre 500 a 1200 liras aprox., imagino que dependiendo de la calidad, del tipo y de la ganancia que quiera el oferente. En pesos chilenos, eso significa entre 15,600 a 37,500 pesos chilenos. Nos interesaba uno llamado té Sultán, que habíamos probado en un local en que nos detuvimos en la carretera, pero que allá costaba 62.500 pesos el kilo, 😱😳🥺. Nosotras pagamos 25.000, por un kilo, dividido en 4 sabores distintos. En mi caso, fue el mayor gasto realizado, además de los 25 euros que me costó un par de zapatillas en Kuşadasi. Mis amigas me acompañaron a buscar té çay donde habíamos estado en la mañana. Nos reconocieron ipso facto por nuestras mochilas Masaitravel fosforescentes, 😂 😂.
Para regresar tuvimos que regatear por un taxi, el que nos cobró 20 dólares la carrera de más de media hora. Había un fresco que nos cobraba 40, 😂.Llegamos con tiempo para descansar y luego "arreglarnos" para la cena. Yo, imposible, no tengo arreglo, 😂 😂.La tarde estaba nublada y helada. Así que ni siquiera intenté ponerme el vestido que había llevado para la ocasión. La Cena no fue exclusiva para nuestro grupo. Había otros grupos, al menos dos más, y algunos particulares participando de la Cena-show con recorrido por el Bósforo, cuya duración era de tres horas. Fue una hermosa actividad al interior de un amplio comedor cerrado e iluminado. En el comedor superior hacía mucho frío, aunque podíamos salir a ratos a tomar fotografías. El show fue bien variado: dúo de cantantes, un guitarrista espectacular, bailarines de bailes típicos (un derviche entre ellos) y una bailarina de local nocturno. ¡Cómo será mi ignorancia en esto que ni sé cómo se le llama a este tipo de baile provocativo y con poca ropa! Bonita la chica, que le bailó a varones que escogía del público, 😂 😂. Más de alguno se sintió incómodo por la situación. ¡Ah!, casi me olvido de un baile que inició el bailoteo general y voluntario. De pronto se escuchó el compás de una cueca. ¡Ohh!, exclamamos todos. Carolina, nuestra amiga, se levantó como un resorte y fue a sacar a bailar a Jorge, nuestro compañero canchero. Lo hicieron muy bien, con el entusiasmo y orgullo de todos nosotros. Y pasó lo que pasa siempre: que estando fuera del país valoramos y nos emocionamos si encontramos a un chileno, escuchamos música nuestra o vemos nuestra bandera.
El baile no se hizo esperar. La música absolutamente ad hoc para mover el esqueleto. Obvio que también fui parte de la algarabía, a pesar de mi ritmo cumbiero para toda canción, 😂 😂. Lo pasamos muy bien, pero como todo lo bueno termina, a las 11,30 llegamos de regreso al puerto y abajo todos los pasajeros. En poco más de media hora estuvimos en nuestras habitaciones y a dormir se ha dicho. Yo me preparé un té çay mientras veía noticias en la tablet, ya duchada y acostada, cuando no supe más de mí sino hasta el día siguiente, a eso de las 4 de la mañana. Seguía sentada en la cama y el té estaba completo y helado en la taza. Me acomodé y seguí durmiendo hasta cerca de las 7 de la mañana. Ese día partiríamos de regreso a las 17 horas. Por lo tanto, estaríamos hasta el mediodía en el hotel y en la mañana tendríamos libres. Aproveché de desayunar algo más tarde, ordenar bien mi maleta de bodega y bolso de cabina, tratando de no dejar nada prohibido en este último, vi noticias y videos de la actualidad nacional, escribí. En eso se me fue la mañana, mientras afuera llovía persistentemente.
Con todos los trámites habidos y por haber en aeropuerto ni tiempo nos quedó para vitrinear en el sector dutty free. Nuestra primera parada era Ámsterdam, donde teníamos una hora y media para pasar por revisión, la cual no pasé exitosamente, 😭😭😭. En un local de Pumakkale había comprado una bella cortapluma, con múltiples gracias. Había revisado el bolsillo inferior de mi mochila por si la hubiera dejado allí (habían pasado varios días de la compra) y no la encontré, así que me quedé tranquila pues pensé que de seguro estaba en la maleta de bodega. Pero ¡noooo!, 😡😭😭,¡la muy se había escondido en la mochila! Así que la descubrieron y se quedó en Ámsterdam. Seguro allá lo pasará mejor que en Rancagua, 🤨😩😫. Y mis zapatillas, de nuevo fueron vistas como sospechosas. Les hicieron el test de drogas. Claro que eso fue en otro aeropuerto, que ya no me acuerdo si fue en Estambul o Ámsterdam o a la inversa, porque en Buenos Aires pasé invicta. El regreso tuvo bien ajustadas las conexiones, tanto así que en una de ellas casi corríamos por el aeropuerto. A pesar de ello, igual se nos hizo largo el tramo del cruce del Atlántico. Dormí más que de ida, eso sí, no vi casi nada de películas, estuvimos bien alimentados y llegamos sin novedad.
Síntesis aventura por Turquía.
Esta vez puedo decir con más propiedad que no sólo visité sino conocí parte del país. Me asombró la limpieza y el buen estado de las rutas, el equipamiento urbano, la casi inexistencia de grafitis, los hermosos jardines de setos en espacios verdes de la ciudad, la gran cantidad de edificios en construcción en todas las ciudades, especialmente en las grandes. Había verdaderas poblaciones de edificios en proceso constructivo, imaginamos que por razones de lo que se destruyó en el último terremoto. Y en cada espacio posible, flamea la bandera turca, especialmente en los edificios y monumentos públicos y patrimoniales. Se ve a un país fuertemente nacionalista, que en el último tiempo ha estado retrocediendo en su apertura a Occidente, dicen los analistas. El hecho, por ejemplo, de que la Basílica Sta. Sofía haya dejado de ser Museo y haya vuelto a ser convertida en una Mezquita a partir de 2020, es una muestra evidente. Se sabe que el actual presidente, Recep Tayyip Erdoğan, que ya lleva 20 años en el poder máximo, no aprueba totalmente el espíritu reformista de Atatürk y no sería de extrañar que pudiera, cada vez más, girar hacia un estado musulmán.
Fuera de temas religiosos de los que no supimos ni vimos mucho, salvo lo que se puede observar en la vestimenta, en el llamado a la oración cinco veces al día, en la existencia de numerosas mezquitas en todo el recorrido con sus bellos y desafiantes minaretes, es indudable que Turquía es un país diverso, bastante occidentalizado, con presencia de mucho turista, con un comercio abundante y floreciente, con una industria funcionando y una actividad agrícola y frutícola envidiables. La cantidad y variedad de verduras y frutas en cada ciudad y lugar es impresionante. Sobresalen frutos secos como la avellana, almendra, nueces, dátiles, higos, castañas; frutos frescos como la granada, naranjas, manzanas, sandías, berenjenas y verduras varias. En las calles es habitual observar carritos que venden castañas y choclos asados. En el plano de los dulces, son famosas mundialmente las "delicias turcas", entre ellas unas llamadas lokum (especie de gelatina espolvoreada con azúcar, de distintos colores y formas, rellenos con frutos secos) y baklava (pastel elaborado con masa filo, pistacho triturado, bañada y sumergida en almíbar). Y hay muchas otras versiones de estas "delicias", tan dulces a nuestro paladar que le hacíamos el quite como podíamos, en los desayunos y postres buffette. ¡Mucha azúcar para nuestro gusto!
Con respecto a la gastronomía turca, de la cual tenía bastantes antecedentes por la visita anterior y por canales de cocina en youtube, la carne no la cocinan como nosotros. Para empezar, no consumen cerdo. Vacuno en menor cantidad que el pollo y el pescado, aunque casi no vi salmón. La carne a la parrilla no es el estilo turco, pero un par de veces en los 13 días, pude servirme carne de pollo de esa manera y una vez, carne de vacuno. Lo habitual es utilizarla en trozos, mezclada en guisos con verduras o molida, también en forma de albóndigas. A los guisos les hice "oso", por la cantidad de especias que contienen (no son picantes como en Tailandia, 🥵, aunque también usan curry) y por la cantidad de pedazos de tomates o salsa del mismo que le agregan, lo que no me simpatiza para nada. Sí probé un par de veces un puré de berenjenas exquisito. Y las sopas de crema de lentejas, arvejas o garbanzos, con jugo de limón y pimienta, ¡manjar de dioses! La mayoría se hizo fanática de estas sopas-cremas.
Los lugares a los que fuimos son los más turísticos y conocidos mundialmente y, para suerte y alegría mía, entre ellos, sitios arqueológicos que ansiaba conocer. Una vez en esos lugares y escuchando a la fantástica guía local, Çigdem, pude dimensionar la importancia de este sector del mundo en la historia de la Humanidad de los últimos milenios. Y no sólo en el ámbito geopolítico y comercial, sino también religioso. Llegar al lugar donde estuvo la última casa en que vivió María, la Virgen, y observar las tumbas de los apóstoles Juan y Felipe, independiente de credos o no, no deja indiferente a nadie. Caminar sobre "calles" de piedra holladas por miles de humanos anteriores a nosotros durante miles de años, impresiona y sobrecoge. Observar pilares de edificios que han permanecido por siglos soportando el paso del tiempo y los cataclismos, nos lleva a agradecer el privilegio de haber estado allí, haber sido uno más que vio el devenir de la historia humana. Bajar a las profundidades y desplazarse entre las rocas milenarias en que congéneres sobrevivieron a los desastres y a los enemigos te hace casi sentir el miedo, la angustia y la desesperanza de aquéllos, que pese a todas sus previsiones igualmente desaparecieron como lo haremos nosotros cuando nos llegue la hora. Ver maravillas de la naturaleza como las Fuentes de travertino de Pamukkale o las Chimeneas de Hadas de Capadoccia, asombra y alegra el corazón y el alma (para aquellos afortunados que los poseen, 😂). Sin duda, fue un viaje maravilloso,👏, acompañado de nuestras manías consumistas, que se desatan cuando se nos presenta la oportunidad y contamos con los medios. En más de una ocasión la guía, ex profeso, apuró el paso para impedir de esa manera que nos quedemos "pegados", 😂 😂, en los locales comerciales.
La costumbre del consumo de té y cafe☕ en Turquía es innegable. En las callejuelas del Gran Bazar veíamos a personas con bandejas de vasitos de té caliente vendiendo a quien lo quisiera, con una habilidad para no derramar vaso ni gotas de té admirables. En cada local de Especias daban a probar los distintos sabores que tenían. Y hasta en los antejardines o terrazas, el té es infaltable para quienes conversan o departen en compañía. Fue otro producto al que nos aficionamos, más que al café, que terminó resultándonos demasiado intenso a muchos. Pero el té çay no podía faltar después de cada comida y con repetición.
De todos los viajes grupales que he realizado, éste es que me resultó más integrador y compacto, no gracias a los guías (hubo una que no terminé de "tragar", 😂 😂), sino a la conformación y actitud de los viajeros. Vi más integración y apertura en la mayoría. Yo, por ejemplo, compartí cercanamente a lo menos con 12 personas, lo que es decir bastante. Obviamente, no todos al mismo tiempo, pero hubo intercambio de información personal, opiniones y tiempo conjunto de calidad. Sin duda, ya no soy tan sociópata ni antisocial, 😂 😂 😂.Me llamó mucho la atención, además, que la mayoría de los viajeros no salimos "escapando" cada uno por su lado una vez tuvimos en nuestro poder las maletas en el Aeropuerto de Santiago. Al contrario, la mayoría se despidió afectuosamente de los demás. Yo también, 🙈, menos de las "crespas" y de la "modeloca", 🤭🤭. En fin, seguro no me voy al cielo cuando me toque emigrar, 😂.
Seguro más de algo se me queda en el tintero, pero ya es suficiente. Debo descansar un par de días, al menos, 😂. Ya pronto emprendo otro vuelo, más cerca, pero tan prometedor como los anteriores. Ya estaré, entonces, importunándoles con mis chascarros y observaciones agudas, 😉, más los pelambres que condimentan el relato. Así que, por unos breves instantes, hasta pronto, 👋👋.
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