Y al tercer día llegamos a Teotihuacán, el lugar donde los hombres se convierten en dioses. ¿Y qué pasa con las mujeres?, se preguntará usted. Es que ellas ya nacen diosas, 😜, es la respuesta ideal, la que nos favorece y nos mantiene llevando la batuta...en todas partes 😉. El miércoles partimos rumbo a ese mundo mágico, donde los astros, la Luna y el Sol son parte de la misma conjunción, el Alfa y el Omega de la vida humana. Salimos del Distrito Federal de México y nos adentramos en el Estado de México, con sus 22.500 kilómetros cuadrados de territorio y sus más de 25 millones de habitantes, categorizados socioeconómicamente en clase alta, media y popular. De los últimos, muchos viven en los cerros y colinas que rodean la gran ciudad, donde fueron ocupando espacio para sobrevivir primero y desarrollarse después. Las casas se ven, desde el bus que nos lleva, como verdaderas cajas de fósforos, abigarradas y coloridas, muchas respondiendo al partido político al que pertenecen sus moradores. Por allí pasamos en dirección a ese mundo donde la magia es posible.
Es una imagen impresionante ver esos cerros como verdaderos colmenares humanos, pero con una gran ventaja en su sistema de movilización: el envidiable teleférico (entre otros), con tres líneas y un récord en kilómetros del servicio a nivel mundial. La verdad es que no es tanta la diferencia entre la calidad constructiva de estas viviendas y las que vimos en la zona centro, a excepción de algunos edificios modernos, pertenecientes al ámbito financiero. Los edificios en general se ven descuidados y mal mantenidos, así como las calles y veredas. Las calles están bien arboladas y con jardines en veredas pero todo muy descuidado, con basura incluida. Nos contaba Jesús que la informalidad constructiva es típica de estas zonas, que en nuestro país reciben el nombre de "tomas". Cuando las casas no están pintadas se supone que no están terminadas, por tanto no pagan impuestos, estrategia nada de novedosa, que también se ve en Perú y Bolivia.
Llegamos a un lugar llamado San Martín de las Pirámides, donde visitamos un Taller de obsidiana y fuimos parte de una exposición de varios minutos, en que se nos explicó los usos de una planta típica aunque en peligro de extinción llamada maguey. En terreno fuimos viendo y entendiendo cómo se obtenía y preparaba un licor, un hilo muy fino y resistente, una tela con función de papiro y otro uso que ya se me olvidó (pero no era para la memoria, 😂, de eso estoy segura). Con ese hilo fino se confeccionan telas de diverso tipo y diseño. Luego nos dieron una breve reseña y exposición acerca de las piedras y minerales que se trabajan en el taller y los cuidados que se debe tener con cada una de acuerdo a su dureza y composición; había obsidiana de diverso tipo, jade, ópalo, ojo de tigre, cuarzo, etc. Probando las gracias de la obsidiana estuvimos mirando el sol a través de un posavasos de dicho material. Ingresamos al local. ¡Cientos de piezas maravillosas...y bien caras! Hubo, además, una degustación de licores extraídos del maguey, en tres estadios del proceso. Sólo probé dos, los menos fuertes. Me llevé la sorpresa cuando el producto más básico y menos elaborado, el pulque, tenía un parecido extraordinario al muday y el tercero, al vino dulce. Luego nos dedicamos al vitrineo, desde joyas, ropa hasta souvenirs. ¡No compré nada!, 😉, aunque varios sí lo hicieron. Para mi gusto, fue mucho el tiempo que estuvimos allí. Mientras tanto, afuera, la temperatura aumentaba.
La visita al sector de las Pirámides fue fantástica. Se ubican a 42 kms. de la Ciudad de México en un valle. Había visto imágenes de ellas y algún video, pero no es lo mismo. La experiencia de caminar hasta allá, ver todo el complejo constructivo, bajar y subir aquellos peldaños de piedra, toscos pero perfectamente mantenidos a la fecha, luego de dos milenios, resulta increíble. La cultura de Teotihuacán comienza su desarrollo hacia el año 200 A.C., para desaparecer por el 700 d.C.aproximadamente (cerca de allí, surgirían los Toltecas). Sus habitantes (que llegaron a ser hasta 200 mil) ocuparon una superficie de 20 kms., lo que convierte al sitio en el de mayor desarrollo urbano más importante de América Precolombina.
En Teotihuacán los astros se alinean. Los conocimientos de química, física y astronomía que poseía esta cultura era extraordinaria. Entre la Puerta 4 (hay 5 ) y las Pirámides de la Luna 🌛 y el Sol 🌞 se forma un triángulo perfecto. La Luna representa la fertilidad, en tanto el Sol, el lado espiritual. Al morirse, el ser humano pasa por 9 etapas hasta llegar a la máxima perfección, retrocede o se reencarna en una planta, animal o cosa. Ya en la Plaza de la Luna, en medio de esta primera parte del complejo, el guía nos demostró el manejo de la física de los constructores con algunas pequeñas pruebas de la transmisión de las ondas del sonido. Pronto quedamos en libertad para hacer nuestras fotos. Claro que no podíamos intentar subir a la Pirámide de la Luna, pues desde hace unos años se prohibió aquello para preservar la construcción.
Luego nos fuimos caminando por el Camino de la Muerte, ése en el que pasamos por 9 fases, según las creencias de los teotihuacanos. Fue un trayecto con varias detenciones de nuestra parte, no porque estuviéramos haciendo penitencia ni nada parecido, sino porque pasábamos a vitrinear a los pequeños puestos de souvenirs y joyas. ¡Flor de Espiritualidad la nuestra, 😂 😂 ! Seguro retrocedemos en el proceso, nos vamos al infierno o nos reencarnarmos en una rata, 🙈. Así y todo compré un par de joyas (de plata) y un calendario azteca precioso. Al fin, luego de ver que nos habíamos rezagado bastante, llegamos al sector de la Pirámide del Sol, ¡enorme y asentada en un espacio amplio, bajo nuestros pies! Descender esos peldaños irregulares era toda una prueba pero lo hicimos. Algunas fotos perfectas desde la altura tuvo la gentileza de tomarme Vicente, el guía chileno. No nos detuvimos mucho en el sector, pues ya habíamos llegado atrasadas. De allí nos dirigimos de regreso a la Puerta 4, pasando cerca de ruinas correspondientes al sector habitacional de la ciudad de Teotihuacán.
El bus nos trasladó hasta la Ciudadela, lugar donde se erige la Pirámide de Quetzatcoátl o Serpiente Emplumada. La idea era ascender la construcción, lo que sí estaba autorizado. Nuevamente, una amplia plaza, donde se supone existían dos canchas de juego de pelotas, según información de Jesús, el guía. Caminamos hasta la Pirámide, pasando por el costado de un sector en obras, debido al descubrimiento de un túnel y los consiguientes trabajos de excavación. Sólo llegamos hasta allí 9 viajeros y los guías. La cantidad de peldaños no era despreciable, la distancia entre cada uno era mayor a la estándar y su peralte más pronunciado que el normal, lo que nos obligó a subir, literalmente en cuatro patas, ¡uff!, y sin mirar a ningún lado excepto al escalón. Llegando arriba, me senté en el escalón superior a descansar del magno esfuerzo y a fotografíar el lugar. Ya en pie sobre la plataforma pudimos observar la maravilla en toda su belleza. En unas murallas frontales estaban las figuras en relieve de la Serpiente Emplumada, con un grado de conservación impresionante. Después de aquello, lo que quedaba era observar y valorar el hecho de haber llegado hasta allá a través del tiempo y la distancia. Los teotihuacanos podían estar satisfechos del alcance de su cultura, que habiendo pasado dos milenios desde su surgimiento, poco más o menos, miles de personas (especialmente turistas) apreciarían lo visto.
A la hora de bajar vino el problema. La altura provocaba vértigo y, no sólo para mí resultaba imposible bajar normalmente. Yo debí bajar de lado usando los pies y un brazo. Todos estábamos abajo cuando nos dimos de que faltaba Alejandro, un profe de Ed.Física con bastantes0 años y poca carne, 😂 😂. De pronto se asomó arriba, haciendo gestos y sin iniciar el descenso. Lo había atrapado el vértigo a la altura y debió bajar sentado, escalón por escalón... Al otro día ...llegó abajo, 😂 . ¡No, es bromita, 😂 !
Ese día almorzamos tarde, pasadas las 14,30 en un restaurante de las cercanías, donde nos esperaban con música ancestral y latinoamericana. Las carnes del buffette no resultaron muy atractivas para nosotras. El uso de salsas como el mole, el pomodoro con picante no nos simpatizaron mucho. Unas ensaladas con granos y cerezas marrasquino me gustaron; otra, de nopal me desagradó. Me hizo recordar el durian de Tailandia, 😬🥴🤧. Los postres resultaron ricos y las bebidas hubo que pagarlas, así como la propina para los garzones y también para los músicos. ¡Pos órale, hasta cuándo!... Nos fuimos de allí a una hora en que ya se dejaba caer el agua. El cielo había oscurecido y la lluvia se aproximaba. Mientras viajábamos hasta el lugar donde se levantaba el Santuario de la Virgen de Guadalupe, la lluvia se hizo sentir en los vidrios del bus, mientras veíamos remolinos de polvo en distintos lugares. Cuando llegamos al suantario había vuelto el calor y la lluvia había cesado.
Compramos objetos religiosos en una tienda a la que nos llevaron y luego de aplacar la fiebre de compras del grupo, nos adentramos en el complejo religioso. La primera penitencia que tuvimos que aceptar estoicamente los que habíamos comprado productos religiosos fue soportar sobre nuestros cuerpos pecadores el agua bendita que nos aspergeaba un curita que, desde una especie de balcón, sacudía su isopo sobre los objetos que habíamos comprado y que queríamos bendecir. Obvio, quedamos tan bendecidos como nuestras compras, 😉.
La entrada a la Basílica moderna es impresionante. Es una construcción que data del año 1974, que guarda en su interior un tesoro de incalculable valor y que, por lo tanto, es visitada de todas partes del mundo. Su capacidad alcanza las 13 mil personas. Pasamos frente al "manto" sagrado rápidamente, pues frente a él hay una cinta mecánica que no nos permite permanecer en el lugar. ¡Inteligente forma de solucionar el problema de los que se "pegan" en un lugar de interés! Cuando dimos la vuelta luego de pasar frente a la Virgen, casi se me escapó un ¡oh! de sorpresa. La amplitud circular es enorme y ricamente ornamentada. Algunos se quedaron participando de la Misa, otros salimos de la Basílica y nos encontramos con una gran Plaza, en uno de sus costados se encontraba la Basílica antigua a la que no se podía ingresar. En la tercera construcción religiosa pudimos ir al interior. Estaban rezando el rosario. Salimos. Descansamos un rato a la sombra, tomamos fotos grupales y nos dirigimos al hotel. Ya eran las 18 horas y el día de actividades llegaba a su fin. Al día siguiente nos esperaban nuevas sorpresas. Hasta pronto.
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