miércoles, 21 de junio de 2023

Comprando humo... o vendiendo...

     

    Hace añossss, cuando cursaba enseñanza media, recuerdo que me enseñaron acerca de los conceptos básicos de economía, aquello de la oferta y la demanda, de la plus valía y de toda una "tracalada" -o tracalá- de vocablos con cierto aire de misterio y magia por lo inasible que me resultaba entenderlos, no sólo a mí, a mis compañeros también y seguro, en su tiempo, al Ministro Grau. Es probable que por ello hayan "sacado" la asignatura del plan de estudios, 😁. Fue uno de los ramos más áridos de mi adolescencia, claro, porque no le encontraba aplicación en mi vida de soñadora y romántica empedernida. 

   A pesar de no dejar mucha huella en mi bagaje cultural, lo más bien que pude desempeñarme en el mundo cotidiano. En la universidad, por ejemplo, ahorrando al máximo los pesos que obtenía por el pago de alguna ayudantía (en atención de Biblioteca universitaria o en las cátedras de Latín o Lingüística) para pedir lo menos posible a mis padres. Más tarde, ya siendo profesional, ahorrando para ir completando el equipamiento de mi hogar. Eso significaba, por supuesto, privarse de muchas cosas gratas.

   A propósito de los esfuerzos realizados durante toda la vida para, a estas alturas del partido, gozar de la tranquilidad del descanso sin carencias, conversábamos, hace un par de días con mi amiga Carmen al teléfono. Lo triste, por un lado -sólo por uno-, es que todo ese esfuerzo y privaciones de 40 o más años, lo venimos a disfrutar en los últimos 10 ó 20 que nos queden de vida. En fin, si fuera más, no nos alcanzarían los fondos, probablemente. 

   En esta sociedad actual del "avanzado" siglo XXI, siguiendo en el ámbito económico, pareciera que todo está en venta. A los productos habituales imprescindibles para cubrir nuestras necesidades básicas,  se agrega todo lo superfluo. No es una novedad, en todo caso. Desde que el ser humano dejó de andar en cuatro patas, seguro -se los doy firmado- luchó por obtener bienes superfluos, ya sea a través del trueque, de la amenaza o de la violencia. Una piel que le agradara, un arma mejor terminada, una piedra brillante u otro objeto por el estilo. Han pasado milenios y la situación no ha cambiado mucho: la compra -y venta- sigue siendo a cambio de algo -dinero- y el larguísimo listado de mercancías en venta no sólo se limita a lo concreto. Hay servicios de todo tipo y para todos los gustos, de los aceptables y de los prohibidos. El ser humano ha vuelto a ser mercancía de cambio, aunque ahora no tenga el título de esclavo. Se vende y compra sexo, se vende y compra la libertad, la conciencia, las amistades, la seguridad, el olvido, el conocimiento, etc. Todo se compra y todo se vende en el gran mercado del neoliberalismo, 😁 

  Por ello, hace unos días yo salí a comprar humo, 😂.No es metáfora. Quería adquirirlo. Lo necesitaba, para las carnes y guisos que preparo. Lo paradójico es que es líquido,😆, es decir, una sustancia rara, pero con sabor ahumado. Estaba al mismo precio de hace dos años. ¡Increíble! Me costó encontrarlo en la repisa de los aderezos. Ya estaba con la cara larga, cuando al fin hallé el frasquito que necesitaba, especial para el salmón, la carne de vacuno o cerdo y el guiso de berenjenas. Un detalle, eso sí: no hay que abusar de él. Recordemos que lo que mucho se usa pierde el encanto. Esta sabia máxima popular es aplicable a diversos ámbitos y no por eso menos cierta.

   Tanto cuando era joven como cuando no lo era tanto, también compré del otro tipo de humo. El metafórico, ejem,🙅. No había madurado; seguía siendo la tontorrona romántica e ingenua que "compra" lo que más de un charlatán le ofrece personal o colectivamente. Porque así es la cosa: uno se deja envolver por la labia de los vendedores profesionales de humo, especialmente cuando está en estado vulnerable. Es el momento en que estos oportunistas eligen acercarte a ti para enamorarte y/o aprovecharse (cuando uso el 'aprovecharse' no necesariamente aludo a lo sexual; más de alguien también puede querer usufructuar tus contactos, tu posición o tu dinero). O puede ser que deseen estafarte mediante el 'cuento del tío' -o del pariente que sea,😁-, sin necesidad de establecer una relación sentimental contigo. Eso en lo personal.    

   En lo colectivo, no faltan a los que habría que cantarle a todo chancho la canción de Budy Richard: "Mentira, tu vida siempre ha sido una mentira..." 🎶 🎵. A estos vendedores de humo casi profesionales, que hacen de su labia, algunos, un modo de vida, otros, un arte y apostolado, uno los encuentra principalmente, en el ámbito de la política y de la religión. También los hay en el ámbito de lo esotérico, de lo paranormal y de lo futbolístico, pero como son terrenos más alejados de mi vida, me limito sólo a enunciarlos. Los más peligrosos son los nombrados primero. Los asocio al 'peligro' porque como su acción es colectiva, si tienen habilidades, pueden arrastrar a mucha gente hacia sus fines, de poder, de manipulación, de obtención de dinero, y, como Escila y Caribdis (aquellos monstruos que cantaban al oído de los marineros que volvían de la guerra de Troya), cantan al oído de quienes quieran escucharles. Sus canciones preferidas hablan de libertad, dignidad, igualdad, paz, buen vivir y otros temas similares. Sus embelesados e incondicionales auditores, como ratones al sonido de la flauta de Hamelín, siguen ciegamente, sin cuestionamientos ni dudas, al gran "cantante" y líder carismático, celebrándole la capacidad de "endilgarles" algunos versos en cada discurso aunque nunca les haya gustado la poesía. ¡Grande! ¡Poeta entre los poetas! ¡Hip, hip, hurra! ¿Poeta? ¡No! ¡Vendedor de humo!  


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