lunes, 5 de junio de 2023

23 días y 22 noches...

    

  El título parece una canción de Joaquín Sabina, pero no lo es; no hay sugerencias pasionales en estas letras. Ni por asomo.  Ni falta que hace tampoco. Simplemente es el tiempo que duró el Tour Maravillas de Escandinavia y el Báltico. Para mucha gente puede ser una estadía un tanto larga. Para mí  no, pues tengo otros récords. Pero sí es lo máximo, a la fecha, que he estado con desconocidos y no es menor. No obstante, a pesar de los años, a todo uno se adapta y cada día puede aprender algo si uno quiere. Además, no es una situación que implique sufrimiento, así que malamente uno podría argüir que deseaba terminar pronto. Uno se cansa, eso sí, pues aquello de pasar cada noche en un hotel distinto los primeros días, no resulta tan cómodo. A estas alturas de nuestras vidas, tendemos al apoltronamiento, a hacer menos ejercicio, a levantarnos sin apuros - la mayoría-. Y eso de bajar maletas del bus, subirlas a la habitación casi en una pelea épica por ganar espacio en los ascensores, abrir maletas una tarde, para volverlas a cerrar a la mañana siguiente y llevarlas al bus nuevamente, para volver a hacerlo a la subsiguiente jornada, parece un suplicio chino. Si a ello le agregamos que cada día la(s) maleta(s) es(son) más pesada(s) por efectos de las compras en cada lugar, el suplicio podría incrementarse si no fuera por la experiencia que va dando la costumbre. 

   En este período recorrimos 22 ciudades en 9 países. Puede casi parecer una locura, pero es lo que uno elige y paga. Tal vez sea por el afán de conocer lo desconocido, por ir batiendo récords, por cumplir sueños antes que llegue el sueño definitivo. Seguro, alguna o todas estas razones -u otras- son las que nos mueven a participar en esta especie de maratón en que los kilómetros van sumando cada día. 

   ¡Hermoso y fructífero viaje por paisajes bellísimos, lejanos y casi imposibles hasta hace poco! Más de algo sabía de los lugares visitados, claro está. Mi ignorancia geográfica no es tanta,😁.La información que cada uno recibe o busca a través de los medios a los que tiene acceso es mucha, además de lo que queda en la memoria de lo adquirido en la escuela. Pero otra cosa es estar allí, vivir la experiencia de llegar hasta un espacio lejano, conocer costumbres distintas, oír idiomas desconocidos y tratar de comunicarse con esos extraños aunque sea para lo básico, fotografiar y atesorar recuerdos de lo visto y vivido es lo que uno busca con anhelo. ¡Ver, ver, ver, fotografiar esto y aquello, fotografiarse allí, presente y sin trucos!, eso es lo que nos motiva y lleva a querer ser primeros en bajar del bus, avión o embarcación. Nos volvemos niños egoístas y caprichosos, casi empujándonos si no estuviera mal visto entre gente de tercera edad la mayoría.

   Sabido era que nuestro destino tiene una geografía y un clima distintos a nuestro país. Lo que nos ayudaba era que mientras acá estábamos en otoño allá se estaba en primavera, así que, a pesar de las temperaturas muy bajas en otoño e invierno en la zona nórdica, no tendríamos una gran diferencia porque llegaríamos en el tiempo de los deshielos. No obstante, el consejo fue llevar ropa de abrigo para un clima más duro que el nuestro. La mayoría llevó ropa sólo a pasear, gorros de lana, medias ídem, impermeables, paraguas, etc. Yo llevé 3 gorros, 2 pares de guantes, un par de medias de lana, 3 poleras manga larga, 2 pijamas y una chaqueta impermeable que no usé,😔,o sólo una vez. ¡Espacio perdido para compras, 😂!Tuvimos lluvia sólo -y no tanta- un día; tuvimos calor variaaaasss jornadas, especialmente las últimas, sobre 23 grados. Llegué con el rostro más moreno y las huellas del sol marcadas en mis pies (donde los zapatos mocasines dejan al descubierto la piel). Muchos debieron ir comprando ropa más liviana, especialmente poleras o blusas. Yo tengo la costumbre de hacerlo, a manera de recuerdo, así que no fue novedad para mí. Por tanto, el consejo, para uno y los demás, es no exagerar, cuando se viaja, en la carga llevada porque siempre se puede comprar lo faltante.    

   ESCANDINAVIA primero. Países entre archipiélagos, llanos la mayoría. Montañoso, lleno de islas, cerros y túneles, Noruega. En todos, mucha naturaleza parecida: bosques de abedules, robles y pinos; campos de cereales y raps. Algunos animales, pocos. Todo limpieza en las ciudades. Casas de dos o tres pisos mayoritariamente, mientras, en el centro, edificios relativamente bajos (de 5 a 7 plantas), en tanto, en los cascos antiguos, además de la presencia de edificios art noveau, en más de un sector existía la clara y evidente presencia de las construcciones de la Liga Hanseática: 4 a 5 pisos, de madera, angostas, de colores diversos, de arquitectura continua. En el centro de las ciudades, presencia de adoquines, calles estrechas e irregulares. Mucha agua del Mar Báltico o de ríos y lagos. Costo alto de la vida, muchos impuestos, aunque con aseguramiento de los servicios fundamentales. El país más caro: Noruega. En general, gente amable con los turistas, comunicación en inglés y, en varias oportunidades, en español, debido a hispanohablantes residentes. Ciudades sin peligros de delincuencia, con la confianza de que las personas pagan lo que consumen o llevan. No existe la necesidad de andar vigilando a los clientes del comercio. No hay rayados en las calles ni en los edificios. Me refiero a Dinamarca, Noruega y Finlandia. Suecia se sale un poco de estas características. Su capital, Estocolmo, no comparte la limpieza e inexistencia de grafitis de los otros países nórdicos, pero sí hay un hermoso centro histórico, claro que con los años contados: la tierra se hunde y con ella, algunos edificios antiguos. Estocolmo es la unión de varias islas -14- mediante numerosos puentes. En ese sentido, es una ciudad extraordinaria. La parte moderna no la recorrimos mayormente. 

   En todos los lugares visitados vimos muchos sectores en obras, lo que no permitía apreciar en toda su magnitud la belleza arquitectónica de la urbe. Nos señalaron que era imposible que esto no sucediese así: los arreglos viales, el inicio de grandes obras de equipamiento urbano y las construcciones de edificios sólo es posible en primavera y verano; las temperaturas bajo cero hacen imposibles la ejecución en los otros meses del año. Así que a los turistas no les queda más que la resignación en este aspecto o ir en invierno, durante el cual el paisaje es absolutamente distinto.

   En estos países, el ámbito gastronómico es parecido, en cuanto a sus preparaciones como a sus precios. No es posible comer por menos de 20 mil pesos y la comida es así no más. Un solo plato -salmón con una pequeña porción de ensalada de papas y unas pocas hojas verdes, más una bebida, a nosotros nos costó el equivalente a 40 mil pesos en Bergen. Claro, ¡era salmón de Noruega! En Estocolmo, un plato con carne de reno nos costó lo mismo, eso sí, con el agregado de pan, postre y café. El alcohol, especialmente en los países escandinavos, es fuertemente gravado con impuestos, de manera que no resulta barata una fiestoca. Por ello, vimos una locura de compras de cajas de vino y  cerveza, además de alto consumo de alcohol en los ferries en que nos trasladamos entre estos países. Sucede que en estas embarcaciones se elimina el impuesto, así que resulta un excelente panorama para quienes tengan estos gustos y puedan dárselos de vez en cuando.

   Los paisajes más hermosos vistos fueron los de Noruega, con sus lagos, ríos, numerosas cascadas, montañas, nieve aún a media altura, hermosas viviendas, bosques, puestas de sol y el Mar del Norte rodeando cada isla de los archipiélagos que la conforman. Tampoco Finlandia se queda atrás, con la belleza de su capital Helsinki y sus varias islas cercanas, lo que fue potenciado por el excelente clima que nos recibió y sus bellas construcciones. La presencia de parques urbanos y áreas verdes es abundante. Son países que tienen menos habitantes por metro cuadrado, por lo que privilegian una vida con un entorno natural lo más posible. 

   PAÍSES BÁLTICOS, ahora. Tienen varios elementos en común, no sólo el mar compartido. Las tres naciones son ex U.R.S.S. y rechazan, con energía, todo lo que huele a ruso. En Estonia la Embajada Rusa estaba protegida con vallas papales (igual que en Berlín) y con expresivas pancartas de rechazo por la invasión de Ucrania. Todos los edificios públicos de estos países -y de todos los visitados- tenían la bandera ucraniana junto a la nacional correspondiente. Claro está, ellas también corren el peligro del afán expansionista de Moscú. Dos de ellas tienen ese incómodo vecino, mientras Lituania limita con un compinche de Putin: Bielorrusia (como Letonia, que corre peligro por partida doble), aunque también con Kaliningrado, ese territorio estratégico alemán que la entonces URSS se anexionó en 1945 y ya no soltó más. 

   En las jóvenes naciones bálticas la economía es menos floreciente, pero sin duda, con muchos avances desde su independencia en adelante (1991). Fueron los más económicos de los países visitados. En ellos la era soviética se sigue notando: los edificios de ese tiempo son oscuros  y opacos, sin ningún ornamento ni colorido, construidos sólo para cumplir su propósito sin ningún plus; son viviendas colectivas. El arte es un opiáceo más para esta filosofía -y más oneroso, claro-. Es fácil distinguir estas construcciones.  Pero la modernidad ha entrado con fuerza, lo que se nota especialmente en Vilnius, la capital de Lituania. No obstante, lo antiguo sigue persistiendo y cuidándose, a excepción de la simbología soviética: estatuas y monumentos fueron destruidos o arrinconados, nombres han sido cambiados y, seguro, otras muchas cosas que desconozco. 

   En los centros históricos, con su arquitectura del siglo XIX o anteriores, hay castillos y palacios hermosos y visitables, transformados en museos y abiertos al público. También en localidades más pequeñas, donde visitamos algunos. Tanto en Estonia, Letonia como Lituania vimos hermosas construcciones antiguas, cascos históricos medievales, numerosas iglesias y templos hermosos, muchos de credo católico en Lituania, única nación donde esta iglesia es mayoría.  Hay razones históricas para ello, pero no es tema para este escrito.  

  Saliendo de los países bálticos, y entrando a Polonia y Alemania, también bañados por el mismo mar 🌊,la presencia soviética se aminora pero no desaparece. Imposible, si fueron escenarios claves de la II G.M., de su inicio y final. Todo lo relacionado con el nazismo, el Holocausto judío y la vida en la R.D.A. está presente y es información obligatoria y necesaria para entender el presente y valorarlo en estas dos naciones (como en muchas más). No hay guerra que no marque generaciones y así nos lo hicieron saber los guías en Varsovia y en Berlín.  Pero de aquello  ya hemos escrito, así  que ahora vamos a otros aspectos más generales y actuales.

   En ambas naciones vimos una juventud muy bulliciosa y dispuesta a celebrar bebiendo a destajo. En Berlín no está prohibido beber en la vía pública, de manera que el uso de tal derecho se observa claramente. Grupos de jóvenes compartiendo y bebiendo en plazas y parques. En Poznán, incluso, vimos varios en estado de ebriedad, lo que nos llevó a volver rápidamente al hotel. No obstante, no hay, según información, problemas con la delincuencia. Policías casi no se ven, aunque sí se escuchan sus sirenas en Berlín. Se observa, asimismo, muchos habitantes no alemanes ni polacos. Son países en que la inmigración ha sido alta, por el positivo nivel de vida -Alemania- y por la amplia frontera con Ucrania -Polonia-. También vimos mucha gente en las terrazas de los restaurantes, cafeterías y bares de Berlín. Y apoteósica fue la experiencia en el local München, por la cantidad de clientela, la variedad originaria de ella y la ruidosa actitud y consumo. Grandes vasos cerveceros en manos de hombres que, arriba de las bancas cuasi-medievales del local, entonaban las canciones de Abba, Queen y otros grupos que interpretaba el conjunto musical en vivo. Mientras tanto, los garzones, vestidos a la usanza babiera iban de un mesón a otro, llevando su pesada carga de litros de cerveza 🍺🍻 de unos a otros clientes, utilizando el inglés como comodín para comunicarse con los numerosos extranjeros presentes. 

   Pero Berlín no es sólo eso, también es belleza arquitectónica, cultura museística, navegación tranquila, descanso en múltiples espacios verdes y capacidad de resiliencia a ojos vista.  

   En la interna, dijeran los comentaristas deportivos, el grupo funcionó como todos, asumiendo la guía de los conductores del grupo, sin mayores inconvenientes en lo público, aunque los desacuerdos no se dejaran notar en privado, llegando incluso al pelambre. El reflejo de la sociedad también fue un hecho entre nosotros. No faltaron los que querían ser primeros en todo, los que se acapararon a los guías, los que querían demostrar sus profundos conocimientos, los que dictaban cátedra. Tampoco se echó de menos a los compradores compulsivos, los comedores ídem (había  un matrimonio ecuatoriano-chileno con su hijo, todos algo gorditos, especialmente el retoño, 😂,  que vivían para comer en todos los lugares), los fumadores otro tanto, los millenials carreteros (no sé si tanto o era más labia que nada), uno que otro observador de la fauna humana y varios aprovechadores al máximo de las oportunidades de abaratar costos en comida aprovisionándose durante los desayunos bufetes de los hoteles. Tampoco faltaron los que reclamaban por todo,  entre sus pares. En fin, de todo un cuanto hay en la viña del Señor. 

   Estuvimos a unos kilómetros de la guerra actual, pero no se notó, ¡por suerte!, salvo por la presencia de cuidados especiales para las embajadas de los agresores y de las banderas de apoyo para los agredidos. En Berlín presenciamos, frente a la Puerta de Brandeburgo, una pequeña manifestación a favor de Ucrania, con globos y banderas alusivas al país. Es difícil poder darnos cuenta de más, si no manejamos el idioma y sólo estamos horas en cada lugar. Somos los privilegiados en esta situación.

   Aún habría mucho que agregar, pero lo dejo hasta aquí. No hay que abusar de la paciencia de eventuales lectores, como otro lo hizo con sus auditores y espectadores hace poco, 😊. Nos vemos...pronto. Hasta siempre.   

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