jueves, 22 de septiembre de 2022

Gustos en crisis...

   

   Dicen que cuando uno se va introduciendo cada vez más en la irrevocable e inaplazable etapa de la tercera edad (y con mayor razón, los que van a toda velocidad acercándose a la cuarta...edad,😅) los cinco sentidos -o seis, según sea el caso- comienzan a perder la capacidad de discriminar con fineza o finura. Como que éstos -los sentidos- ya están cansados, fatigados o llegando a su fecha de vencimiento. Mal que mal son hartos años de ver, oír, oler -'olorosar' diría una rancagüina (está aprobado por la RAE el famoso verbo pero a mí me parece terrible)-, gustar y tocar. Han sido millones las situaciones en que hemos visto, oído, olido, gustado y tocado cada día de nuestra larga vida, así que no es de extrañar que de pronto haya una fatiga de "material". Los ojos se cansan de ver lo feo; los oídos, de escuchar gritos y garabatos; la nariz se aburre de lo nauseabundo; la lengua, del regusto de los sinsabores vitales, y, los dedos y la piel dicen ¡basta! a manos y pieles que ya no transmiten buenas vibras. Hasta los deseos, los sueños -aspiraciones-, las pasiones, los sentimientos se atemperan o empiezan a entibiarse, surgiendo cada vez con más fuerza el instinto de sobrevivencia o, dicho sin ambages, el temor a la muerte y al fin definitivo. Lo demás pasa a ser secundario.   

   Parece que ya voy entrando por ese camino sin retorno, 😓. Hace días -semanas más bien, para ser sincera- que no logro encontrar ninguna lectura de mi gusto. Me di el trabajo de descargar la gran obra del "bestial" Marcel Proust, A/En la busca del tiempo perdido, en todos sus tomos, pero nada. Dos veces ya he comenzado a leerlo y lo he abandonado. Es una escritura muy lejana a mis gustos, a lo mejor muy ad hoc e, incluso, exquisita para su época, pero ya no estoy para esas delikatessen, aunque no dejó de parecerme interesante la manera de comenzar su primer volumen, subtitulado "Por la parte de Swan". Iniciada la lectura de unas pocas páginas y ya el sueño estaba dominándome,😳, imparable. 

    También inicié otra novela de Roberto Bolaño, llamada Los sinsabores del verdadero policía, pero no alcancé a llegar al 62% (uff, si lo hubiera hecho me habría sentido triunfadora, 😁), sólo alcancé el 57% y ya tuve suficiente. Leí también, por primera vez, a Fernando Fernán Gómez, El viaje a ninguna parte, pero no fue una experiencia muy entretenida -y eso que me gustan los viajes- aunque sí me llamó la atención de que a pesar de ser prosificada, tuve todo el tiempo la sensación de que estaba leyendo una obra dramática. En todo caso, sus personajes, eran actores, de aquellos de antaño, que deambulaban de pueblo en pueblo con una vida cada vez más miserable mientras el cine adquiría cada vez más seguidores en desmedro de su trabajo artístico. También, casi como Jonás, estuve inmersa en El vientre de la Ballena de Javier Cercas, un escritor español que me encanta, pero que no me convenció mucho con este relato. De todas formas, lo leí completo. Nada más he leído en semanas y esto es... ¡gravísimo! (me acordé de la "finá" Iskia, 😅). 

   En mi defensa, Usía, me permito recordar que estuve dedicada durante varios días a otros menesteres, algunos cuotidianos y domésticos, en tanto otros fueron sociales y comunitarios. De los primeros, ya hablé con largueza en un escrito anterior (cambio de muebles en cocina y baños, proyecto que sólo tiene pendiente la última patita, que es la instalación de dos pequeños muebles murales, estilo botiquín, en ambos baños, una cosa poca). Estuve también limpiando y ordenando algunos de mis libros y espero, en próxima semana, desembarazarme de artículos tecnológicos en desuso. Por otro lado, tuve la visita de unos queridos sobrinos (un par de días), un encuentro con amigas y un dieciocho con la familia de Natalia, a lo que que hay que agregar varias reuniones comunitarias y mi trabajo para las elecciones recién pasadas, si nos remitimos al presente mes. Ha sido, sin duda, un mes bastante movido y variopinto, como corresponde al mes de la Patria. También hice arreglos en mi huerto-jardín, eliminando al máximo los envases plásticos que estuve usando de maceteros. Los colgantes los eliminé todos y ello me obligó a trasplantar todo lo transplantable y a limpiar a destajo los balcones. Casi todas las plantas ya están recuperadas del cambio. Mañana acometeré la tarea de cercenar unas cuantas matas de repollo, que ya no crecerán más, para preparar unas tortillas o "niñitos envueltos". Ahí veré qué preparo finalmente. ¡Ah!, casi me olvidaba mencionar, Vuesa Merced, que, asimismo, me ocupó su buena cantidad de tiempo el "tour" de exámenes médicos de rutina en que me vi envuelta. Todos los resultados perfectos a la fecha, según yo, 👌.  

   La primavera ha llegado y con fuerza a mi alrededor, aunque no puedo dejar de mencionar que en estos días no ha subido mucho el termómetro. He pasado hasta frío. Para aminorar la menor temperatura, ya llevo dos tardes trasladándome al balcón en búsqueda y aprovechamiento de vitamina D (sol ) y ha sido muy grato. ¡Ah!, pero lo más extraordinario que me ha ocurrido en  estos días y que me ha permitido exorcizar los demonios de la lata y aburrimiento lector ha sido un descubrimiento fantástico: los audiolibros. No es que no haya sabido de ellos, ¡no, de ninguna manera!. Ya tuve noticias de su posibilidad de existencia hace décadas atrás, cuando leí los cuentos de Bradbury y en él se describía a unos 📚libros parlantes, que me resultaron fascinantes. También supe de ellos cuando los avances tecnológicos de nuestra época permitieron tener al alcance, primero, cassettes, luego, cds, y ahora archivos de audio con obras literarias completas...¡y gratis! 

    El diecisiete, sin ganas de leer ni ver películas, me encontré en youtube con el audiolibro nada menos que de Cien años de soledad. Uno de los videos tenía la duración de algo más de 9 horas, así que me dije ¡ésta es la mía! Comencé esa misma tarde la tarea de escuchar esa obra maestra. Mi primera sesión duró como dos horas y me encantó. La voz, ignoro de quién, era ideal. Me parecía estar viendo lo que escuchaba, a la vez que me traía a la memoria toda esa extraordinaria cantidad y variedad de personajes que pueblan Macondo desde que García Márquez lo fundó en 1967. No recuerdo si leí la obra en esos años o cuando entré a la universidad, el año 1972, pero sin duda, hace bastante tiempo. El video de 9 horas correspondía a la primera parte, pues la segunda duraba algo más de 8 horas, que terminé de escuchar ayer. ¡Fue una hermosa experiencia, altamente recomendable y envolvente!, que espero repetir con otras obras maestras que me gustaría, ahora, escuchar. Ya veré qué elegiré y les cuento. Aprovecharé que tengo oídos para oír, 👂👂, aunque lo iré mezclando con mi oficio de lectora👀👀, que tiene también tantas sorpresas gratas. Por ahora, terminaré de escribir, para ir hasta la cocina a terminar de preparar una pizza, que espero degustar 👅👅a cabalidad. Hasta pronto, 😏.

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