sábado, 24 de septiembre de 2022

Caída libre...

  ¡👋Hello! Todo bien por acá, en planeta Tierra,😊.  Adelanto que no hablaré de la obra de Camus, La caída; tampoco lo haré de "La caída" del Tercer Reich (película), menos del gobierno chileno actual. Es algo mucho más doméstico, menos artístico, histórico y político. Es una tremenda caída en la que me vi involucrada hace un rato (cerca del mediodía), literalmente hablando, en la esquina de Avda.Brasil con D.Portales. Fue un porrazo en toda regla -nada de cosas a medias, no, señores- : quedé cuando larga soy -nunca tanto, 🙈- tirada en la calle, luego de bajar de la vereda a un pavimento en mal estado. He pasado por ahí decenas de veces, pero es la primera vez que me sucede este percance. Alguna vez iba a ser la primera. Por suerte iba con mascarilla puesta, así que pasé "piola".

  Luego de escuchar durante cuatro días Cien años de soledad, podría decir que había tenido una premonición. Hace unos días, al ir subiendo la rampla del castillo, fui testigo de otra caída, la de una residente octogenaria con movilidad reducida, que se desestabilizó mientras descansaba en el recodo de la subida y se fue de espaldas. Fue una suerte que no se golpeara la cabeza, pues podría haberle costado más que unos moretones y dolores "normales" dado el caso. Junto a la hija de otro residente de cuarta edad que iba bajando, fuimos a dejar a la adolorida señora a su depto. Ahora, acabo de llamarla para saber de su estado y ofrecerme, a pesar de mis dolores propios, 😁,  a ayudarle en lo que necesite este fin de semana. Vive sola, aunque durante la semana la acompaña una asistente. Decía que esta caída debió advertirme, como le sucedía a los Buendía, de que debía tener cuidado con mis pasos, 😡. Pero no 😔 supe ver el futuro y aquí me tienen, sobreviviente afortunada de un buen "porrazo" con aterrizaje forzoso en el pavimento.    

   Haciendo una autocrítica honesta -de ésas  que no son muy populares en estos días, 😉- debo señalar que, a lo menos tengo un 80% de culpa. El otro 20 es responsabilidad de las fallas de la vereda y calle (con hundimiento evidente). Yo iba con las dos manos ¡ocupadas!, porque cargaba una tabla para mi mueble de la cocina, que pasé a buscar a una mueblería. De manera que, además de haber ido pajareando -entiéndase 'filosofando'-, intenté cruzar la calle sin fijarme demasiado dónde iba a poner el pie, que, para mayor abundamiento, estaba con un claro desnivel. El golpe lo recibí directo en la rodilla izquierda y en la palma de la mano ídem. Entre 3 personas me levantaron pues no podía pararme, 😌😅, y rápidamente busqué y aseguré mi tablita de melamina de 54 x 54 cms., que había saltado lejos y quedó medio averiada. Agradecí convenientemente la ayuda y me arrimé a un poste existente en la vereda, parece que de una señalética -ya ni me acuerdo-. Ahí estuve, como náufraga, 😁, aferrándose a un mástil, hasta que el dolor remitió un poco. Unas sacudidas de mis jeans y a emprender la marcha hasta un local chino a buscar unas bolitas de madera para coserlas en la parte inferior de una cortina para darle peso a un tejido liviano.    

   Cuando llegué a palacio, con un caminar más bamboleante -y sexi, debo agregar 😂- que renqueante, no sólo me dolía la rodilla izquierda sino también el tobillo derecho. 😅😅, debo haberme visto divertida desde atrás. La subida de la escalera me hizo tomar conciencia de que no podía andar por la vida descuidadamente. Queda menos de una semana para mi salida internacional (no voy a Nueva York, porsiaca) y mi percance podría haberme costado el viaje. Así que nada de andar trasladando tablas ni filosofar mientras camino. Sólo hacer una cosa a la vez, como mis congéneres masculinos, 😁.  Igual puedo estar en posición yoga, así que tranquilein. Lo hago mientras escribo en mi cuasi-mecedora, completamente encerrada en palacio, porque el día, nubladísimo, ha bajado de temperatura que es un gusto; incluso cayeron unas gotas.    

   Antes de que me olvide, quiero compartir la entretenida salida que hicimos ayer las "cuatro de la fama", 😏. El trayecto de ida ya lo conocía, de Coya hacia el interior y subiendo, hasta llegar a un lugar llamado Chacayes, a unos pasos de la Reserva Nacional Los Cipreses, pero no había estado en el local al que fuimos. Un lindo lugar, rodeado de montañas con nieve aún, donde respiramos a pleno pulmón y degustamos, en el restaurant o café, unos excelentes cafés helados y otras delicias. Regresamos al atardecer por un camino distinto, de tal manera que nos sorprendió la noche. Fue la despedida temporal hasta volver a encontrarnos para compartir y celebrar la amistad, que vale más que tener plata, como aseguré en mi facebook, 😍. Hasta pronto.








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