martes, 25 de enero de 2022

Sentido...

    

   A veces pierdes el sentido de las cosas y de la vida. Y no crean que me vuelvo loca buscándolo, como si fuera una llave que se te pierde cuando estás a punto de salir para ir a una cita. No. Te quedas ahí, en el marasmo del sin-sentido, como una ameba o un protozoo no-pensante [me veo en la obligación de aclarar que mi pensamiento lógico (no siempre es así mi pensamiento, 'lógico' quiero decir) da por sentada la inacción intelectual de la ameba y del protozoo -capaz que me equivoque completamente-; en estos tiempos de comunicaciones difíciles y de mensajes que se malinterpretan, tergiversan, se "sacan de contexto" o se entienden al revés, es más sano y tranquilizante estipularlo por escrito]. Ignoro si el sin-sentido es contagioso. Tengo mis dudas. Pareciera que sus efluvios malsanos o aparentemente inocuos han ido desprendiéndose de la novela que he estado leyendo en estos días  (¿o será  que yo se lo he ido transmitiendo a la novela?; ¡quién puede saberlo en realidad en un mundo caótico, difuso, donde son tantas las probabilidades que al final sólo el caos es el que decide las cosas...¿Decide?¿Humm? Me parece que las cosas no se deciden, los actos sí o los no-actos; Ratzinger sabe de eso dicen las investigaciones aunque él lo niegue "a pata junta")

    Al leer esto tal vez te estés preguntando en qué onda o tsunami estoy metida, qué cigarrillo me habré fumado (no fumo nada,😉), cuál de mis pócimas espirituosas he trasegado ('trasegar', creo que nunca había utilizado este verbo, que es perfectamente ubicable en la RAE, 😅). Pero no; dejad esa tarea intelectiva para cuando sea realmente necesaria, que ya os explicaré a qué viene este cuento, por llamarle de algún modo.  

   Estuve una semana "metida" -inmersa suena mejor- en una novela-tratado-filosófico-histórico-crónica-de-viajes-y-del-absurdo-a-ratos de un escritor chino, GAO XINGJIAN, Premio Nobel año 2000. El texto en cuestión, lleva por título La montaña del alma, un mamotreto de 650 páginas que pesa 768 grs.(pensé que la balanza marcaría más, pero me equivoqué, 😂). El peso es anecdótico en este caso, por supuesto. Nunca había hecho este ejercicio. Me llevó a ello seguramente el trabajo continuado de sostener esa cantidad de gramos durante toda una semana en los momentos de la mañana y la tarde en que me dediqué a leer sus páginas. Junto con el acto físico de sostén (de 'sostener') que no fue irrelevante, debo agregar, para mayor abundamiento, que tampoco me resultó fácil su lectura. Hubo momentos en que hasta la música de fondo o en sordina me desconcentraba de su contenido. Fue, además, una lucha permanente contra el intenso deseo de dormir. ¡Ojo!👀 No se trata de que el texto haya sido de lo más aburrido ni tampoco tan profundamente abstruso. Es perfectamente entendible para cualquier lector. Ahora, lo que no sé es si en cuanto al gusto "cualquier" lector pueda opinar lo mismo. Creo que hay que estar preparado para leer estos textos. Yo lo había comprado el año 2002 y un marcador de página ubicado poco más allá de la página 100 fue la evidencia irrefutable de que había comenzado a leerlo, pero no había terminado el cometido. Ahora sí estaba preparada. El intenso y permanente sueño 😪 en que me debato a diario no creo que se deba tampoco a la picadura de una mosca Tse-tsé ni a que estoy en lucha contra una aguda anemia. Duermo lo suficiente así que tampoco es producto de insomnios nocturnos. Simplemente debe ser uno más de los síntomas de este encierro interminable. 

     El "tú" de la novela (que también  es "yo" y "ella") está en un paradero de autobuses. Todos han bajado por un tiempo indefinido para luego continuar el trayecto hasta el misterioso pueblo llamado Wuyi, desde donde podrá  iniciar el viaje hasta Lingshan o la Montaña del alma, del que ha oído hablar por primera vez a un compañero de asiento en el tren en el cual viajaba. Inicialmente no estaba en sus planes ir hasta allá, pues no existía aquel lugar para el "ti", quien no viste como turista. Sólo lleva consigo una mochila y unos zapatos de montaña firmes. Nada más lo destaca. 

   [ Nota: Gao Xingjian sufrió lo que muchos intelectuales y artistas en su nación: la estricta censura y prohibición de su quehacer. Fue enviado a una granja de reeducación por años, donde se vio obligado a quemar obras inéditas. Posteriormente logró publicar algunas obras pero la  Campaña contra la Contaminación Intelectual lo tenía en la mira y varias de sus obras fueron prohibidas. Una pequeña apertura del país luego de la muerte de Mao Zedong le permitió salir definitivamente del país para radicarse en Francia y allí terminar su obra maestra, La montaña del alma.]   

     El protagonista y narrador (yo, tú, ella), durante el transcurso del relato adopta diferentes enfoques descriptivos en su recorrido e inmersión por la geografía profunda y olvidada de su país. Se adentra en los bosques, en las pequeñas aldeas, visita vestigios de templos de los diferentes pueblos, recorre ríos, sube colinas y montañas, accede a parques, comparte historias, busca canciones en los diferentes idiomas de las numerosas etnias existentes en la inmensidad de su nación (han, zhuang, manchú, miao, yi, mongol, tibetana, etc.), de las dinastías y sus diversos emperadores, habla de una extensa cantidad de personajes históricos, actuales y del pasado, y de sus diferentes destinos (reeducación, prisión, condenas a muerte), informa de acontecimientos como la Revolución Cultural, la Guerra de los Reinos Combatientes, con sus protagonistas, amén de los efectos de la Gran Hambruna en los campesinos. Es un viaje abrumador, por la historia y la geografía de este territorio tan complejo, en que incluso los idiomas diferentes agregan una dificultad más para la comunicación y el conocimiento, además de todo el peso entorpecedor de los "mandos chinos", representantes del nivel central que todo lo controla y vigila.

   "¿Qué puedo hacer con lo que me resta de vida? Es la pregunta que me hago al escuchar en la noche en calma el sonido difuso de las aguas del río"/.../ "Ando siempre en busca del sentido, pero, a la postre,¿qué es el sentido?" es lo que podemos leer en la página 400 de la novela, donde el personaje hace patente sus reflexiones más íntimas. Más adelante (pág.405) se puede leer: "Tú sabes que no hago nada más que hablarme a mí mismo para distraer mi soledad./.../En este largo monólogo, "tú" es el objeto de mi relato, en realidad es un yo que me escucha atentamente, "tú" no es más que mi propia sombra". En el capítulo 66 el miedo a la muerte lo acosa y la realidad y los sueños se mezclan creando una nueva dimensión que lo lleva a descender a los Infiernos (cuando en lo geográfico sube y desciende por una colina interminable hasta llegar a un río, el equivalente al mítico Aqueronte). Casi al final, viene el golpe definitivo: "No existen los milagros, he aquí lo que Dios me ha dicho, a mí, eternamente insatisfecho. Le hago la pregunta: En ese caso, ¿queda algo por buscar?". Dios no responde (¡No se oye, padre!). Y como colofón (¡tatatatán!): "Lo mejor es aparentar que se comprende. Aparentar que se comprende pero de hecho no comprender nada. En realidad no comprendo nada, pura y simplemente nada. Así es." (the end) .

  La novela tiene pasajes muy hermosos, descripciones minuciosas y pictóricas (Gao es también pintor), que no dejan de ser divergentes desde el punto de vista de lo común. El yo también persigue sus recuerdos, especialmente de la infancia, teme beber en las aguas del Río del Olvido (Lete, uno de los ríos del Hades). Señala:  "El hilo de araña de tus recuerdos se ha adelgazado pero sigue siendo perfectamente claro ante tus ojos." ¡Uff! ¡Qué alivio! Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario