domingo, 14 de noviembre de 2021

Pantorrillas...

 

  Resulta increíble que a pesar de estar más de una sesentena de años con este mismo bello cuerpo a cuestas, no necesariamente conozco de memoria cada una de sus partes, especialmente  las traseras,😂, por razones obvias.  Y además de no conocer cada centímetro de dicha obra perfecta (jajajaja), tampoco las "escucho" o las "siento" frecuentemente. Después de mucho tiempo, les cuento, tomé conciencia que seguía teniendo pantorrillas. ¡Increíble!, ¿verdad? Sé que forman parte de mis hermosas -y cortas, 😓- piernas, pero me había olvidado  de ellas. Sin embargo,  ellas continuaban allí ubicadas, sin dar qué hacer ni decir presente. Lo que quiero aclarar de inmediato -antes de que se me olvide,😡- estaban perfectamente aseadas y depiladas,... creo.  ¿Cómo  descubrí que seguían allí como desde el primer día? Les cuento. 

    Sucede que luego de casi dos años nos volvimos a encontrar con mi amiga América. Son también dos años que nos conocemos, luego de compartir dormitorios durante veinte días, cuando formamos parte del Tour denominado  "Las Mil y una noches", que nos llevó a Egipto, Jordania, Turquía y Grecia en noviembre de 2019. Nuestras historias de vida y nuestras profesiones nos acercaron más de lo habitual y logramos una cercanía y comunicación permanente con ella y dos amigas más, todas docentes en nuestra ex vida laboral. Perdimos, eso sí, el contacto con nuestro compañero de aventuras, Miguel, el más joven del grupo y que, paradójica e inesperadamente, se fue de este mundo en enero pasado... Decía que nos volvimos a encontrar con América. Hasta Talca fui el miércoles pasado como acordamos y desde allí nos trasladamos al sector de Vilches Alto (comuna de San Clemente), donde ella contaba con una cabaña familiar desde el año 2020.    

   Varias veces me había hablado de la maravilla del sector, de la tranquilidad, lejos del bullicio y de los problemas citadinos. Al fin logramos ponernos de acuerdo en la fecha y nos organizamos, claro que el mayor peso fue para ella pues yo iba de visita.  Además del deseo de volver a ver a mi amiga presencialmente, me atraía la posibilidad de conocer otro lugar del país al que no había accedido y que comportaba características distintas (en sector precordillerano). El lugar se encuentra entre los ríos  Claro y Lircay, a 70 kms. de Talca, a unos 1200 msnm. Llama la atención mientras uno se acerca, su vegetación boscosa principalmente de especies nativas, con unos cuantos campos de cultivo a la vista, de frutales y vides, a los que se tiene acceso gracias a una carretera en excelentes condiciones, amén de numerosas parcelas con cabañas que apenas se divisan entre los hualles y robles. El trayecto es sinuoso y en continuo y suave ascenso, bello de disfrutar.   

   La cabaña se encuentra levantada en un terreno interior, a unos quinientos metros de la carretera, entre otras construcciones -pocas-, contando con todas las comodidades de la ciudad, mucha luz natural y madera en su parte constructiva, lo que la transforma en un sitio ideal para ir a encerrarse en invierno, sin temor al frío  y a la nieve.  En la noche,  oscuridad completa; en las mañanas, concierto 🎶 de gorjeos diversos. Y si uno sale a caminar no falta la compañía de la Sarita de todos (perrita amistosa de los vecinos).

    Ya se estarán preguntando "¿Y qué  hay de las pantorrillas? ¡Allá  voy! ¡Paciencia! 

  Como habrán deducido cuando les hablé de 'terreno precordillerano', allí no hay visos de playa salvo algún remanso que pueda haberse formado en algún recodo del cauce de los ríos o arroyuelos. Pero como las caminatas no tienen por qué ser obligatoriamente en alguna playa, igual uno puede recorrer caminos rurales o sendas. Así lo hicimos con mi amiga, que dicho sea de paso, fue y es profesora de Ed.Física y se halla en plena forma. El jueves, luego de desayunar, salimos a caminar hasta el Mirador Tres Cuernos, desde cuya altura se veía y escuchaba el Río Lircay a cientos de metros de distancia (unos 900), cuyo cauce se desplaza encajonado entre dos cerros plenos de naturaleza. Recuerdo que mirando el lejano lecho del río allá abajo comentamos que sería imposible bajar hasta allá.

   Por la tarde, con la ayuda del "caballero" de la casa, llegamos a las afueras del sitio arqueológico Piedras Tacitas, al cual accedimos caminando. En este sitio se ubican enormes rocas con cavidades que habrían sido utilizadas por tribus recolectoras hace más de 10000 años, para moler granos. Caminamos otro poco hasta llegar a un refugio, donde nos encontramos con una sorpresa inesperada: árboles aún con digüeñes en perfecto estado de consumo. Buscamos y buscamos hasta que encontramos una vara de coligüe -o colihue- lo suficientemente larga para alcanzar los digüeñes y recolectarlos.

  Nuestra cosecha estaba en plena faena cuando una persona del refugio nos advirtió que tuviéramos cuidado con el consumo de los hongos porque según el árbol en que crecían podían ser alucinógenos (¡qué  nos dijeron a nosotras, 😁!). Yo nunca había escuchado de aquello cuando era infante y nativa así que me pareció extraña la información.  Sin embargo, la anfitriona decidió no arriesgarse. Yo igual me comí uno grande y no me pasó nada y a todos los honguitos les vi cara de inocentes, pero donde manda capitán... Debo señalar que fue una ardua tarea la que enfrentamos en la recolección y lamenté no poder preparar una rica ensalada.     

   Ésa no fue la única excursión realizada la tarde. Después de las Piedras Tacitas, América me invitó a verle la "Cara al indio", un mirador desde el cual, supuestamente, se observaba un cerro con un perfil aborigen, me imagino similar al que puede verse en Lago Ranco. Sin embargo, nunca llegamos a ver al dichoso personaje, pues la guía se equivocó de camino, 😂. Caminamos y caminamos, más encima en subida y cuando no eran las piedras los obstáculos, era el "trumao". La ventaja, además del esforzado ejercicio, fue que llegamos hasta la entrada del Parque Altos de Lircay a cargo de la Conaf y yo logré acceder a un servicio higiénico, 😂. En total, ese día caminamos trece kilómetros.

  [ Abro paréntesis: hasta hace un tiempo yo ignoraba que el sustantivo "Trumao" designaba a algo más que a un río, una estación de trenes, un puerto y a un sector ubicado entre Río Bueno y La Unión.  No sabía que se le llamaba así también a la tierra suelta de los caminos rurales, un verdadero suplicio para los que habitamos las ciudades pavimentadas. Hace poco había visto el término en una novela y debí  recurrir al diccionario para cerciorarme de su significado. En este viaje tuve ocasión de caminar sobre trumao y mis pobres zapatillas y jeans, además de mis "patitas", no quedaron muy felices de la experiencia. Cierro paréntesis]. 

  La excursión del día viernes la iniciamos a las 9,30 horas. La senda era distinta y en bajada. Pronto descubrimos que tal vez si continuábamos podríamos llegar al lecho del río. Bajamos por más de media hora, a veces resbalando pues el terreno era abrupto, hasta llegar a un sector de varias cabañas y camping a pocos metros del cauce fluvial. Todos los caminos cercados pero logramos pasar por un lado del portón .

   Una vez fuera de los terrenos privados del camping nos encontramos con un camino que orillaba el río, por el cual nos fuimos suponiendo que en algún punto debería ascender para volver a casa. No vimos ningún acceso fácil al río para habernos mojado las "patitas" en sus aguas, así que ese deseo de todo explorador no pudo ser cumplido. 

  Caminamos y caminamos ...hasta salir a la carretera, en el sector Vilches Centro, a cuatro kilómetros de la casa, con tres y medio de puro pavimento. Ojalá el trayecto hubiera sido plano, pero eso era mucho pedir, pues nos dirigíamos al sector alto. Debimos salvar varias cuestas, llegando a casa luego de tres horas de haber salido y con 13 kms. recorridos en ese período. No es mucho en sentido general, pero resultó realmente agotador por el descenso de cientos de metros y luego la subida de los mismos por carretera. La Sarita se sacrificó fielmente por nosotras.

    Luego de la ducha mis pantorrillas dijeron presente, primero en sordina y, pasadas las horas, a "grito pelao". Hoy domingo aún las escuché cuando volví de la feria y subí los sesenta peldaños para llegar a palacio. Imagino que ya mañana pasarán al anonimato hasta la próxima vez que decidan reclamar. Lo único que espero que sigan siendo bellas y perfectas como hasta ahora, 😃.

   








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