lunes, 28 de junio de 2021

Incursiones...

     

    Cual Will Smith en "Yo soy leyenda", me preparo para salir al mundo exterior, fuera de palacio. Busco y dejo en la pantalla del celular mi 'pase de movilidad' listo para ser mostrado cuando se requiera, me pongo mis adminículos ornamentales -un par de anillos, el reloj y una pulsera- (tengo una variedad no menor pero siempre uso lo mismo; los aros han pasado a la historia: mientras deba usar mascarilla imposible llevarlos por el riesgo de extraviarlos. Bien decía Cortázar: cuando compras un reloj, no sólo adquieres el aparato, sino también el temor de perderlo), reviso que el alcohol gel y la bolsa de pañuelos estén al interior de la pequeña cartera, me cambio de zapatos -zapatillas más bien-, me pongo mi chaqueta o parka, instalo en mi espalda la mochila al estilo Dark que me heredó mi hija (aún aguanta a pesar de los más de 9 años), la mascarilla casi salta a mi cara y se enrosca en mis orejas, saco la llave que cierra la puerta y me la echo al bolsillo, abro la puerta a medias y salgo cerrando con seguridad pero sin violencia. Ya estoy fuera y en un mundo que no me pertenece.    

   Una vez que atravieso el portón de entrada del condominio es hora de estar alerta a las personas y las situaciones. No hay monstruos ni zombies, sólo la posibilidad de encontrarse con algún contagiado, con más de un porfiado/a que no use la mascarilla o la lleve mal puesta o de bufanda, con un fumador/a compulsivo/a, con algún pertinaz que se acerque demasiado a uno en la fila si toca la mala suerte de tener que formar parte de una. De todo aquello hay que tener cuidado, además de fijarte de vez en cuando que aún llevas la cartera y la 🎒, 😂(los cacos andan a plena luz del día). Además, hay que ir mirando dónde uno pone los pies, no vaya a ser cosa que justo le pongas los 38 encima a una mascarilla botada por un anticiudadano.    

    En mis salidas no concurro a ninguna tienda, menos ahora que están casi todas cerradas por cuarentena, 😆. Mis objetivos son algunos locales chinos (sección equipamiento de cocina y productos orientales), supermercados, la verdura de los ambulantes y de las ferias (siempre más económica que la de los super), establecimientos de venta de congelados y algún local con materiales de repostería. Hasta hace unos meses no conocía ninguno de estos últimos: ahora sé que hay al menos 3 especializados en la ciudad en el sector más popular, a pasos del Rodoviario. Ya me he acostumbrado a moverme por esos lugares. Vale la pena porque tienen precios muy convenientes y la variedad es amplia. Además de servirme de entretención y abaratar costos, me permite "conocer la calle", como dicen los políticos. 

   [Abro paréntesis : recién había anotado "hacer la calle" pero para asegurarme le pedí  ayuda a Google.  Por suerte lo hice, pues esta última expresión significa 'prostituirse' (jajajaja), para lo cual no estoy dispuesta ni de ánimo ni de físico (jojojo). Es recomendable asegurarse entonces antes de hablar o ✍...Cierro paréntesis]. 

   Mis incursiones periódicas han tenido múltiples beneficios, debo añadir, además de alivianar con mayor lentitud el bolsillo. Han sido instancias de verdadero aprendizaje -el práctico y en terreno- unido al descubrimiento de otro ambiente con prioridades distintas, donde he terminado por mimetizarme entre tantas idas y venidas. Aclaro: no salgo todos los días; también permanezco en palacio una o dos jornadas seguidas. Pero ahora que ha llegado el rigor invernal y ya no puedo darme el gustito de salir casi de madrugada (jaja) a caminar, reemplazo aquellas caminatas por estas incursiones, que han ido llenando mi despensa con productos nuevos y, más de alguno, casi exótico, si se mira con la visión anterior a la inmigración. La llegada de oleadas humanas a nuestra nación -como a otras- ha creado la necesidad de atender también costumbres culinarias distintas y ello se ha traducido en un enriquecimiento y variedad impresionante e interesante en las estanterías de los locales de venta de alimentos.   

   Hace unos días estuve en la fila para comprar envases de plumavit y plásticos y debo señalar que habíamos varias personas en la misma "pará". Yo necesitaba algunos de estos artículos para mi 'incursión' en el mundo de la microhidroponía. Allí los encontré y aprendí que venden hasta envases para huevos de codornices. ¡Interesante!...¡Momento! No crean que voy a dedicarme a criar codornices, 😂. ¡Para nada! Pero vi la utilidad de esos artículos para guardar bombones u otras delicias semejantes en que voy a practicar en unos días más. Hasta pronto. 

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