jueves, 7 de diciembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra ... Veintiséis..[Hoy]

  Veintiséis...                                                                 [Hoy]
 
Hacía
tiempo que no sentía tanto frío y algo de rabia. No puedo hablar de "mucha" rabia, porque tendría que volverla contra mí misma. Son los avatares por los que uno debe estar dispuesta a pasar en algún momento cuando se embarca en una aventura como ésta. 
 Espero haber aprendido la lección: solamente reservar alojamiento una vez que esté segura de que el trayecto planificado se desarrollará sin inconvenientes. Así, si el viaje se entorpece, queda la alternativa de cambiar de itinerario en el camino. 
Ha sido un día de dulce y agraz. Por un lado, llegando sin problemas al Terminal de Segovia, aunque debiendo esperar más tiempo del necesario. Feliz, al final, porque había logrado cumplir la mitad del viaje, pero con la mala suerte de que en esa mitad quedé varada por horas
(casi 6) con un frío de los mil demonios (no había calefacción en dicho lugar, Aranda del Duero), sin almuerzo, salvo un café y un sandwich, sintiéndome como Anita, la huerfanita. Al confirmar que al bus al que debí subirme para llegar a mi destino -Soria-  se había ido dejándome (dejándonos, mejor dicho, pues también había un lolito estudiante en las mismas que yo) en ese Terminal, cual Tom Hanks, sin poder ni siquiera salir a recorrer debido a las maletas que portaba. 
  Algo positivo, aunque aún sin saber si llegaré correctamente a mi destino (uff, no hay ni madera cerca como para neutralizar la mala suerte). Por un lado, he  aprovechado de usar una ruana que compré y de cuya inversión casi me estaba arrepintiendo y, por otro lado, he leído y escrito en cantidades absolutamente inusuales en estos días. Además, mis patitas han aprovechado de descansar bastante, a pesar de estar medio congeladas.
   ....
 
Llegué a mi destino casi a las 22 horas. Felizmente aún aguardaban con la habitación sin ocupar, la cual resultó ser excelente. Eso me reconcilió con el mundo. En pleno centro de Soria, salí a buscar qué comer y aunque había mucha gente en las terrazas de bares y restaurantes no encontré un café cercano. 
   Es impresionante cómo los españoles, y sus visitantes, a pesar del frío reinante - bajo cero en estos días- se instalan en las numerosas terrazas existentes, a conversar, beber y fumar. Los que no fuman, claro está, están al interior. Es muy difícil encontrar locales para gente más quitada de bulla. 
   "¡Eureka!" exclamó Maui, al realizar un maravilloso descubrimiento, a fuerza de tener que beber agua de la llave en lugar de comprarla, pues no venden con gas, que es la que requería ayer tarde, cual adicta con síndrome de abstinencia. ¿¿Cuál era ese extraordinario hallazgo?? Pues, al ir llenando el vaso, debió darse la maña de manejar bien la orientación de la llave del agua para que ésta sea fría y no tibia. Y en esa faena tan compleja estaba cuando sus neuronas realizaron algo inusual: ¡¡hicieron sinapsis!! ¡¡Ahí tenía la solución para un desayuno y unas onces más económicas!! Es cierto que le gusta el café bieennn caliente, pero a falta de pan... Había traído un frasquillo de café instantáneo y sucralosa, con el objetivo de pedir hervidor en cada alojamiento. Pero a la fecha, en ninguno le había resultado y debía salir a realizar todas las comidas fuera, que no siempre resultaban baratas. Y ahorrarse algunos eurillos (así hablan los españoles) no estaba mal; al contrario, era necesario, si no quería llegar a final de la aventura mendigando (jajaja). 
   Ya todo arreglado, con la última e imperdible visita realizada al Claustro de los Arcos de San Juan del Duero, un monumento arquitectónico extraordinario (del siglo XII), espera en la Estación de Autobuses de Soria, no como Penélope, la  Leal, sino como Maui, la patiperra contemporánea, ya   casi adaptada a los fríos de estos pagos. Espera que sea la hora de salida del Bus que la llevará, a continuación,  a Zaragoza, donde estará en algo más de un par de horas. ¡¡Bon vogage, querida Maui!! 

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