domingo, 15 de octubre de 2017

Palabras...

    Las palabras, poco a poco, han ido encontrando su espacio en mi mundo. Pero, inteligentemente, se han ido turnando en su aparición. "Así no cansamos", dicen ellas. 

   Es cierto. Han ido acomodándose a mi realidad cotidiana. Durante la semana, son bulliciosas, chispeantes. Fraternizan con las palabras de otros dueños. Se hacen escuchar, mezcladas con la sonrisa e ironía. En las aulas, se oyen seguras,  fuertes, precisas y, no pocas veces, cariñosas. "Una gota de miel puede más que un barril de hiel", cuchichean en sordina.
  Los fines de semana descansan, como si fueran laborantes.  Se silencian, forzosamente la mayoría de las veces.  Otras, suelen, a voluntad, negarse a actuar. Prefieren colgar el cartel "en mantención" y guardar energías para los días hábiles.  
   No obstante,  en ocasiones me ha surgido la duda de su "vuelta al trabajo". No he tenido la certeza de su reincorporación a la tarea hasta el momento mismo en que las necesito. Por eso respiro tranquila cuando las escucho nuevamente, naturales, sin aspavientos ni dudas. 
   Las palabras,  parlantes o silentes, son mi compañía y  soporte cotidiano. Cruzo los dedos para que este acuerdo y respeto mutuo se mantenga.  Para que no sea el olvido quien se interponga entre nosotros. Toco madera para que el hilo no se corte nunca y no llegue el momento en que pierdan el sentido, el propósito ... y el sonido.  

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