miércoles, 11 de octubre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra ...Nueve...[Mañana]

Nueve                                     [Mañana]
 No le resultó fácil abrirse camino. Los restos de todo y de cada cosa estaban desperdigados por doquier y, en ese maremágnum, cada trozo era un riesgo contra su seguridad. Aún no tenía una visión de totalidad.
 El aire se respiraba  enrarecido. Haciendo sus cálculos, ya llevaba una hora desde que había iniciado el camino -si podía llamarse así- y su avance era magro. Le había dado sed y no tenía nada para beber. Le vinieron a la memoria aquellos dispensadores de productos envasados que existían antes, aunque no tenía la seguridad si quedaba alguno. En la actualidad, todo era provisto a domicilio, de manera que de los antiguos hipermercados sólo era posible encontrar alguna muestra como lugar de entretenimiento vintage... Al interior de ellos, como curiosidad, se  solía encontrar algún dispensador, pero puede que ni siquiera funcionara. Pensándolo bien, aun en perfecto estado, no le serviría de nada. El llamado "dinero", tanto en metálico como plástico, ya no existía, salvo en algún Parque de Antigüedades. No, definitivamente debería llegar hasta su domo o al de su madre. Si éstos no tenían grandes daños, allí podría saciar su sed y su hambre. 
  Siguió "avanzando", aunque no estaba segura si realmente lo  hacía,  pues  no lograba  orientarse  adecuadamente. No sabía  si  era  por  la  destrucción  o  porque simplemente no había estado nunca en ese sector de la ciudad. 

  Se detuvo a descansar sobre unos escombros. Mientras estaba detenida advirtió que el silencio era casi total. Sólo escuchaba el sonido monocorde del choque del oleaje en los objetos dispersos en la orilla. 

 Decidió continuar el recorrido iniciado. Era mejor movilizarse. Estar quieta le daba tiempo para especular sobre lo ocurrido y mientras no tuviera algunos indicios que indicaran lo que había sucedido, todo pensamiento al respecto era tiempo y fuerzas de ánimo perdidos...
  Intentó reiniciar la tarea, pero... ¡No! ¡Momento! Era necesario desplegar mentalmente los distintos escenarios posibles. De otra manera se arriesgaba a no estar preparada ante eventualidades. Pensemos en los posibles escenarios entonces, se dijo: un terremoto, un tornado o huracán, una explosión nuclear, una guerra nuclear, un ataque extraterrestre, la caída de un meteorito o algún cuerpo celeste, una purga gubernamental... Sin duda en esta breve lista se encontraba la causa de lo sucedido, a pesar de en ese momento no tenía los suficientes elementos para confirmar o descartar ninguno. ¡Veamos!
  ¿Terremoto?  Estaba dentro de las posibilidades, aunque lo que recordaba antes de perder la conciencia no se condecía con un movimiento telúrico, acerca de los que ya tenía una vasta experiencia en su sísmica nación.

 ¿Tornado o Huracán? No, de ninguna manera. Esto se habría anunciado con bastante antelación, como en ocasiones similares y le consta que no hubo ningún aviso al respecto, pues le habría llegado a su dispositivo. 
  ¿Explosión de alguna planta nuclear? Era bastante posible. Ya había sucedido una vez, hacía casi un siglo y, según sabía, no se reconoció sino hasta que fue demasiado tarde para miles de personas. En la actualidad seguramente pasaría lo mismo que antaño.

 ¿Una guerra? También era probable. Después de la Tercera  hubo una paz temerosa y de rodillas, que poco a poco, con el pasar de los años, mientras se retomaban las relaciones y conversaciones internacionales entre los poderosos países y coaliciones enfrentados, se fue haciendo más tangible para la gente común, pero que dejó millones de víctimas directas e indirectas. Y a pesar de todo aquello, los líderes parecían haber olvidado lo ocurrido hacía 50 años, pues nuevamente estaban empeñados en una retórica beligerante muy peligrosa.
  ¿Un ataque extraterrestre? No le parecía; habría algún indicio de naves o seres extraños. La verdad, le dio un poco de risa pensar en aquello a pesar de lo grave de la situación, pues sin tener ninguna antecedente al respecto, siempre se pensaba en máquinas ovaladas y seres de grandes extremidades y cabezas extrañas.
 ¿Una purga social y política a gran escala? Era cierto que había bastante efervescencia social, que la economía estaba demorando mucho en recuperarse, que la realidad no era la más halagüeña, que las libertades personales y sociales estaban cada vez más restringidas, que muchos desempleados se estaban haciendo fuertes en la Ciudad Vieja, mientras otro grupo numeroso estaba emigrando a otras urbes... A pesar de todo aquello, no creía que hubieran realizado tal destrucción. 

 En consecuencia, se dijo, las únicas alternativas posibles eran un evento nuclear, interno o ....externo... Y eso significaba, con muchas posibilidades de acertar, que la existencia de los sobrevivientes,  seguramente muy pocos, estaba seriamente en peligro. Aunque quiso evitar hacer consciente una inquietud largo rato a punto de alcanzar la conciencia, esta vez no pudo atajarla: ¿Estaría viva su madre?  ¿O se había transformado en una de las miles de víctimas de esta nueva locura? Recién estaba dimensionando el significado de lo que estaba ante su vista. Su mundo y el de muchos se había venido abajo y estaba absolutamente destruido a sus pies. Lloró amargamente por un tiempo que no podía precisar. Cuando logró reaccionar y salir del cúmulo de emociones que la había sobrepasado, ya estaba atardeciendo. Se restregó los ojos, eliminando los restos de lágrimas derramadas y se dispuso a actuar. Ya quedaría tiempo para el dolor. 

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