miércoles, 4 de octubre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra ...Ocho...[Hoy]

 Ocho                          [Hoy]
  Al sentir el viento en su rostro mientras se incorporaba al mundo de los demás, a veces también su mundo, tomó conciencia de lo básica que se había vuelto. Aire,
tierra, mar (agua) y sol era lo que más gozaba, claro que en su justa medida. Inspiró el aire primaveral del mediodía y, al traspasar el portón de salida,  antes de empezar a bajar la rampla, cerró los ojos y se detuvo un momento, para sentir los rayos del sol en su rostro. Luego, volviendo al mundo real de un
día hábil, reemprendió el camino a su lugar de trabajo. Ese instante de plenitud y comunión sería la energía esencial para realizar la tarea con entusiasmo. 

   En esos días había estado en un proceso de reflexión permanente, sólo interrumpido por su trabajo, cuyas horas diarias no eran menores. La verdad, sólo los fines de semana eran realmente suyos, para pensar, leer, cocinar, escuchar música, ver tv, a conciencia. Los demás días fluctuaban entre el trabajo y las necesidades básicas de alimentarse y descansar, amén de mantenerse informada. Y el tiempo suyo, los sabingos, los aprovechaba  en descansar, visitar otros lugares, caminar, proveerse de lo básico, disfrutar del Séptimo Arte. 
  ¿¿A qué le daba tantas vueltas, una y otra vez, entonces??  Al parecer, a varias cosas, pero principalmente  a lo referido a tomar algunas decisiones en relación a su futuro casi inmediato. Estaba algo cansada del exigente trabajo diario y eso le hacía poner en duda  la continuidad del  mismo ritmo el próximo año. 
  También había comenzado con el desprendimiento de lo "innecesario" en su vida: ropa, algunos libros, propiedades,... que más que ingresos, le generaban egresos. Por tal razón, el proceso del "desarme" había comenzado.  Lo básico era suficiente. Era el momento de lo fundamental: descansar, disfrutar el día a día, seguir adelante sin olvidarse del pasado ni de quienes formaron parte imprescindible de ese tiempo. Era el tiempo de los encuentros con sentido, de la sonrisa sincera, de la risa sanadora, de la conversación cotidiana y amable... Era la hora de alejarse de las malas compañías, de la envidia soterrada, de la amargura contaminante, de los compromisos sin alma, de la mala onda... muy honda a veces... Había llegado el instante supremo de reírse de uno misma, sanamente...
  El clima estaba ayudando y parecía que no sólo que "un día feliz estaba  llegando", sino muchos más. Sin duda,  era el tiempo "de conejos"... 
  Silvio, de nuevo en mi ayuda, pensó... Uno de estos días iré a verte... No pasará mucho..
  Camino, respiro, miro, siento doblemente... Camino los pasos que no alcanzaste a dar; respiro por las dos, con fruición e intensidad; miro lo que miramos juntas y lo que nunca verás; siento el día con su sol y su viento,  la vida, con sus sonidos y olores, ...siento, siento... Converso contigo y conmigo y a veces confundo nuestras voces, como confundo tus cosas con las mías... Llegará el tiempo en que seamos una y ya no sea posible distinguir lo que era tuyo o mío... Muchas veces nos pasó que dijimos al unísono las mismas palabras como si hubiéramos estado sincronizadas... Entonces, cómo no voy a añorar lo que vivimos, lo que caminamos, lo que nuestros ojos miraron, los acordes escuchados, el alimento compartido, las risas que se nos escaparon, las palabras, los silencios, los abrazos... los regalos intercambiados... con cariño, con dedicación, con ilusión... ¡Imposible!, salvo que las neuronas se nieguen, en algún momento, a seguir socializando... (toco madera).

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