sábado, 23 de abril de 2016

¿Importará el tamaño..?

                             ¿Importará el tamaño...?

-¡Jajaja! ¿Tú, Principessa, con esas inquietudes, a estas alturas?
- ¡Ohhh! Definitivamente soy una incomprendida...
- Creo no equivocarme en ...la interpretación de tu interrogante? - ¡Ja! ¡Eres una mal pensada, según veo! ...aunque no debiera extrañarme...
    Mejor contextualizo...
    No hace mucho, mientras disfrutaba de un recreo en sala de profesores, llegó un estimado colega, simpáticamente haciendo alarde de su celular recién recibido, que era de mayor tamaño y con más "gracias" que el anterior que tenía. Cuando lo vi, casi como un niño con  juguete nuevo, un par de neuronas hicieron sinapsis en mi interior y, apenas en susurros, escuché lo que decían:
    Reproducción de diálogo neuronal:

              -  ¡Realmente los hombres son sólo niños grandes!
              - ¡Cierto!  ¡Todo parecieran juzgarlo por el tamaño!
              - ¡Jum! ¡Mientras de mayor envergadura es alguna de sus  posesiones, más felices parecieran ser!
              - Me parece que el dicho "El tamaño no importa" es producto de frustraciones y carencias no superadas...
  Frente a esta interesantísima y enjundiosa charla, más degustada que oída, me dediqué a observar a mio fratello de professione. Los ojos le brillaban mientras las yemas de sus dedos bailaban por la pantalla, a velocidad moderada eso sí (él no nació con celular, como los adolescentes actuales). Aclaro, para ser justa, que yo tampoco nací con celular (jajaja). Los teléfonos que conocíamos en aquellos tiempos sólo se reducían a una imagen en una revista (jejeje). En todo caso, Graham Bell ya había muerto hacía un buen rato (jajaja).
   Una vez que logró quitar la vista y los dedos de su juguetito, aproveché para preguntarle, inocentemente, si el mayor tamaño de su aparato (celular) le reportaba ventajas. Dijo que aún no podía responderme, pues estaba recién acostumbrándose a su uso y sonrió pícaramente lo que realmente me sorprendió en él, un hombre tan serio. En fin...
 
 
- Después de esta profunda exposición de ideas y situaciones, estimada Principessa, me surge una pregunta... - Te escucho, amiga mía.
- Finalmente, ¿cuáles son tus preferencias en relación a la menor o mayor proporción de las cosas? - A ver...a ver... Todo depende del objeto en cuestión, de la situación, de las necesidades...
- ¿Por ejemplo? ¡Ilumíname!
- Jajaja! Verbigracia: si voy a la Feria y compro manzanas, yo no  elijo las más grandes, sino que las prefiero  medianas o incluso pequeñas.
- ¡Ajá! ¡Privilegias cantidad! ¡Interesante!...O sea, no te importa el tamaño... - ¡Por supuesto que me importa!
- Pero, no acabas de decir que eliges manzanas que no sean voluminosas... - Cierto, pero es que todo depende...de la fruta...
- ¡Ah, ya! Es decir, los melones te gustan grandes y las sandías, pequeñas..., jajaja... ¡Clarito!
    Ayer, después de haber presenciado y escuchado una conversación sobre Mecánica Cuántica, en la que escasamente entendí algo, y que ante mi mirada estupefacta me explicaron que lo que uno "ve" y "observa" como "concreto" realmente no existe, por un tema de incertidumbre, átomos y no sé cuántas otras razones, no me queda más que pensar que las cosas, sean del tamaño que sean, si no existen, no vale la pena preocuparse por su envergadura, pues ésta (la envergadura) sólo será un engaño de nuestros sentidos. ¡Qué cosas!, ¿no?

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