jueves, 29 de octubre de 2015

¡Mariposas en el cemento!

    Iba de regreso a palacio, terminada la jornada matinal de este jueves, cuando, casi al llegar a los alrededores del castillo estuve a punto de  colisionar de frente con una lepidóptera (jajaja) ¡Era hermosa y volaba con mucho brío! Traté de fotografiarla en vuelo, pero fue imposible, aunque logré hacerlo cuando estaba posada en el antejardín de uno de los edificios del sector. Claro que en la fotografía hay que esforzarse grandemente para verla, por lo que les ayudaré marcando el sitio exacto. 

   Suele suceder que algunos elementos (al igual que un zapato viejo o una cacerola rota abandonados en un vertedero, como sucede en el mundo de Harry, el niño-mago) cumplen la función de "transportarte" a otro lugar y otro tiempo. Esta anaranjada mariposa me llevó a mi mundo infantil, Puerto Nuevo, verano sesenta-y-tanto, en que, con mis hermanos y otros niños del Retén de Carabineros donde vivíamos, corríamos detrás de ellas,  como en un verdadero safari. La entretención era "cazar" la mayor cantidad, las que después juntábamos en algún frasco o envase cualquiera. Con muchas de ellas, fabricábamos insectarios; claro que con las más hermosas y ...enteras. Éramos niños y, por ello, un poco torpes en el tratamiento de nuestros tesoros. A veces, en nuestros dedos quedaba casi todo el polvillo colorido de las alas de "marisopas", de manera que éstas quedaban opacas y descoloridas, por lo que perdían la posibilidad de seguir brillando en un insectario, aunque hubiera sido atravesadas por un alfiler. Quien lograba cazar una mariposa diferente, recibía las correspondientes miradas de sana envidia de los demás.      Hoy quise también "cazar" la mariposa vista, pero con la cámara. No me resultó como quería, aunque, antes de llegar al portón de entrada, me salió al encuentro otra mariposa. ¡Guau!, me dije: ¡dos mariposas en el cemento...!¡Qué maravilla! Sin duda, las flores existentes que adornan los alrededores del castillo no dejan de ser atractivas para todos los insectos, además de estar muy bien cuidadas. Aproveché la ocasión para fotografiar unas hermosas rosas, en torno a las que danzaban mis amigas. 
    Iba a subir a mi torre cuando alcancé a divisar al verdulero itinerante en la otra puerta, así que me acerqué a la otra salida (o entrada) a ver si encontraba alguna fruta. ¡Me fue bien! Compré manzanas, un par de membrillos (al verlos, se me hizo "agua la boca"), espárragos, cebollas y tomates. ¡Buena compra! Al regresar a la rampla para subir a la torre, divisé, aunque parezca poco creíble, por el rabillo del ojo, ¡otra mariposa! 
- ¡Ja! Pudo haber sido una de las anteriores...
- ¡Nones! La distancia de una cuadra para un ser humano, no debe ser menor para una mariposa. ¡Así que no era la misma!
- ¡Hummm!
   ¡Simplemente, es época de mariposas! La primavera se atrasó, pero ya está llegando en todo su esplendor, aun cuando el clima todavía está algo inestable.     En mi balcón, no volverán las oscuras golondrinas de Bécquer, ni las blancas palomas del sector (¡qué bueno, porque no me simpatizan!), pero los geranios están pletóricos de flores, unas matas  de morrones del año pasado han reiniciado el ciclo de la producción, el almácigo de acelgas ya está mostrando sus primeros brotes, la "papa" de un lilium que recibí de regalo hace más de un año ha vuelto a la vida y está creciendo verde  y tierno, mientras tanto, el helecho plumoso y los crisantemos continúan "echando" brotes. 
 
    La vida se impone a la muerte...aún. Se apaga una vida, se enciende otra. Y aunque sepamos (¡y vaya que lo sabemos!) que nuestro fin o partida puede estar cerca o a la vuelta de la esquina, es necesario mantenernos optimistas, positivos, apreciando lo que nos trae el día a día, sin olvidar el pasado, pero siendo capaces de seguir caminando, de seguir sonriendo, de seguir viendo la belleza en las cosas simples y sencillas, de seguir teniendo esperanza...

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