martes, 25 de agosto de 2015

Viajando en el tiempo...

Inicio del viaje
  De pronto, moverse en Santiago es una complicación, especialmente para una novata como yo. ¿Novata en qué,  se preguntarán ustedes, a estas alturas? Pues..."novata" en el conocimiento de la gran capital. 
     Sé que no sería difícil llegar a muchas partes, conocer las distintas comunas, recorrer diversidad de sectores, pero la comodidad, cierto temor al clima delincuencial existente, a extraviarme a estas alturas de la vida y cosas parecidas, me han detenido a la fecha. Por ello, aunque no me han faltado ganas de ir a espectáculos, conciertos varios, exposiciones y otras actividades culturales y de entretención, finalmente he desistido. 
   Sin embargo, ayer tenía un compromiso con mi Infanta. ¡Por ella, dónde sea!  Ya había hecho alguna investigación entre mis colegas rancagüinos (no se crean que emprendí la aventura sin brújula; ignorante en estas lides seré, pero nunca tan imprudente), cotejando en qué línea de Metro estaba la estación Bellas Artes, para llegar al Museo. De hecho, el lugar está bastante cerca del palacete, por tanto, sabía que no corría más riesgos que los normales. 
    Llegué a la capital a las 11,20 aproximadamente. Había tomado la decisión de hacer la visita a la Exposición Fotográfica "A-MOR" de Cristóbal Olivares apenas llegara. Es decir, iría directamente del Terminal de Buses hasta allá. 
   Digan lo que digan muchas personas acerca de las fallas y desventajas del Metro, yo soy una agradecida de él. Considero que el sistema es de lo más amigable que hay: todas las indicaciones están dadas, para llegar a cualquier parte en que el Metro tenga estación (obvio), sin que uno se pierda ni nada. Además, a toda la información escrita, se agrega el personal, al que se puede recurrir sin inconvenientes, en caso que quede alguna duda. Claro que es cierto que yo lo uso principalmente los fines de semana y no he sufrido los inconvenientes de muchos usuarios en días de semana. Y aunque pueda parecer parcial mi opinión, valoro en lo cabe este medio de transporte.      Así que, fue cosa de subirme donde siempre, corroborar la estación de Combinación entre la línea 1 y la 5 y proceder. Lo que sí debo señalar que hay un claro descenso de calidad en el tipo de carro que se utiliza en esta última línea. Claro que esta diferencia de calidad debe tener relación con la cantidad de usuarios, lo que obliga a tener los mejores y más espaciosos vagones  en el trayecto más demandante. 
   Al llegar a estación Bellas Artes salí a la luz de un sector desconocido para mí. Lo primero en captar mi atención fueron los bellos (no podía ser de otra manera) murales que existen a la entrada. Estuve unos momentos desentrañando sus significados explícitos e implícitos. 
 Luego, me puse a examinar los alrededores, buscando el lugar al que me dirigía. Opté por lo más fácil: "preguntando se llega a Roma", me dije, y así fue. Aunque en una de las preguntas me tope con una joven que estaba en la misma situación, jajaja, a la que vi partir para otro lado, pero yo, al ver unas estatuas me fui por ese lado. Es que no sabía que eran dos edificios distintos: uno, el Museo Nacional de Bellas Artes y el otro, el Museo de Arte Contemporáneo, aunque están contiguos.

La llegada


   Había ido preparada. Lo primero que registré con mi camarita amiga fueron las obras artísticas del frontis del MNBA. Me impresionó el Cristo Crucificado y el Ángel con el Demonio,  bajo el título "Unidos en la vida y en la muerte" de Rebeca Matte. 
   Varias Exposiciones esperaban a los visitantes. Al ingresar, preferí consultar en Informaciones, donde me indicaron inmediatamente que debía seguir un pasillo para llegar al otro edificio. ¡Suerte la mía que estaban conectados! (aunque no habría sido nunca tanto sacrificio dar vuelta a la manzana). Segundo piso, escaleras, ¡¡¡ allí está!!!


Re-encuentro con el dolor ...y catarsis
 
    ¡Uff! ¡Fuerza! Vas a ver imágenes de tu Infanta. Sabes cuáles son las posibilidades, pero ignoras lo que el fotógrafo seleccionó finalmente.               
     Lo primero que veo al entrar es  ¡su vestido!
  Recorro la sala, miro las imágenes, mudos testigos de la violencia en la vida de todas esas mujeres, desconocidas entre sí pero hermanadas en la muerte. De ellas queda el recuerdo de lo que fueron en vida como hijas, madres, abuelas o amigas, antes que sus verdugos les borraran para siempre la sonrisa de sus ojos y de sus labios. Reconozco un paisaje sureño, de Panguipulli, que formaba parte de la vida de Fabiola. 

 Al mirar las cuatro imágenes de la historia de
Mirella no puedo dejar de notar el simbolismo de ellas: la ventana-corredera que da salida al balcón, lugar que debió cruzar antes de ser empujada a la muerte, con las dos flores bordadas en el visillo, testigos de lo sucedido esa noche; la vista desde altura de un sector de la vereda y la calle Lira,  9 pisos abajo, lugar que frenó su caída; imagen de parte de la pared del depto. en el que se encuentra un reloj detenido en el tiempo y una fotografía selfie, regalo de Pamela (amiga de Mirella), en que aparecemos las tres en celebración dieciochera. Por último, una fotografía del Calendario 2011 que yo le regalé la última Navidad que estuvimos juntas (2010), en cuyo mes aparece la imagen de mi hija con su victimario.
    Además de las fotografías en las paredes de la sala, hay dos mesones con vidrios donde se exponen unos volantes rojos con los antecedentes de cada caso, algunos recortes de periódicos con la relación del hecho o algún otro testimonio escrito. De Mirella hay un ejemplar de la tarjeta de agradecimiento que elaboró Anita (mi Secretaria de entonces y amiga por siempre) para entregar a los que hicieron llegar sus condolencias. 
   Y en el Collage de imágenes, dos fotografías de mi querida hija...junto a su victimario, en tiempos en que no podíamos prever lo que sucedería.  
   "El Manifiesto de Elena" me impresiona, relato autobiográfico de una realidad repetida hasta el cansancio: una madre que logra salir y salvarse del círculo de la violencia familiar y de género, pero que no logra evitar que su hija fuera una nueva  víctima.  
    El trance pasa, el trago amargo también. Al salir de la Expo-A-MOR, decido, aunque me signifique más tiempo del previsto inicialmente, visitar otras exposiciones. Lo que vea en las otras aminorará el efecto de la ya vista y tranquilizará mi espíritu.


Recuperando  la vida
 Fue lo mejor.
 David LaChapelle, fotógrafo y artista visual, esta vez norteamericano y famoso. Varias salas contenían sus obras, que mostraban su trabajo hasta el año 2013, fecha de su muerte. No sabía nada de él, aparte de haber escuchado en televisión que se inauguraba su muestra. Pero ignoraba  antecedentes de su persona y de su creación. Por ello, quise recorrer las distintas salas en que se exponían sus creaciones, de gran formato muchas de ellas,  y muy llamativas y coloridas.     En las salas del  segundo piso se mostraban imágenes de las instalaciones de distintas fábricas, pero con elementos, dentro de sus estructuras, de material reciclable y altamente contaminante: vasos de plumavit, pajillas plásticas para tomar jugo puestas en lugar de ductos de material sólido, por ejemplo.
  Había algunas naturalezas muertas que mostraban flores marchitas, frutas en descomposición y moscas en los alrededores. Muchas fotografías no-espontáneas, con una puesta en escena. Por ejemplo, en un ambiente de destrucción absoluta (a causa, tal vez, de alguna bomba o huracán) se observa a una joven vestida cual modelo, toda elegancia y detalles. 

   Me llamó mucho la atención otra serie de fotografías de figuras en yeso de algunas personalidades del mundo del espectáculo y de la política, donde aparecen "intervenidos" y afectados por efectos del tiempo. Una mención y trato especial tiene la figura de Michael Jackson, quien aparece elevado a una categoría celestial. 
    La obra titulada Diluvio algo así (jajaja), de gran formato y presencia, muestra cuerpos perfectos al lado de otros comunes y corrientes, más humanos y cercanos, tratando de salvarse en medio de la hecatombe que ha llevado a la destrucción a muchos símbolos de la sociedad de consumo : Burger King, Gucci, Starbucks, Caesars Palace, entre otros. 



   Después vino el regreso...


    Por ahora, es suficiente... 

    Me dio hambre...
   La Cena está servida...¡Bon apettite!

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