Desde hace meses que no iba al cine (exactamente desde el 29 dic. 2022). La verdad es que suelo ir una vez al año ...¡y eso es mucho decir! Cuando uno tiene la facilidad, a diario, de ver películas en su hogar, pocas veces se decide ir a un lugar fuera de casa y, más encima, pagar por ello. Salvo que la oferta fílmica sea lo suficientemente interesante para no esperar meses o un año, que es lo que se demora en llegar a la pantalla personal, sin dejar de considerar las innegables ventajas técnicas de una sala de cine. Esta vez la ocasión lo ameritaba. No fue mi idea, para qué me voy a vestir con méritos ajenos. Fue Anita la culpable, 😂. Tres de las cuatro podíamos ir y nos preparamos para la ocasión (no nos vestimos a la antigua, por si lo llegaron a pensar, jajaja). Hasta San Isidro se portó a la altura y a las 17 horas estábamos muy acaloradas con Anita esperando en la antesala, envueltas en los aromas de las infaltables y caras palomitas de maíz. Lamentablemente Natalia no podría asistir pues su agenda le había jugado una mala pasada. La sorpresa fue grata cuando la vimos llegar ya iniciada la proyección.
Me entusiasmó la idea de concurrir al cine esta vez, pues le tengo un "cariño" especial al actor protagonista. Había tenido la oportunidad de ver la noticia de los últimos estrenos en tv y sabía de quién se trataba. También actuó en la última película que vimos con Mirella - "In time"- hace casi 12 años... Yo algo sabía del personaje histórico, pero decidí actualizar mis conocimientos recurriendo a Google esa mañana, por suerte. De esa manera pude entender mejor el argumento y los detalles, toda vez que es mucho lo que se dice y ocurre en las tres horas que dura el film. Fue un acierto, pues realmente me ayudó para una mayor comprensión.
Una vez que comenzó la proyección de la publicidad de los próximos estrenos, se hizo patente que si no salíamos sordas una vez terminada la función iba a ser un milagro, jajaja. ¡Caramba que abusan de los decibeles en estos lugares! ¡Son un verdadero atentado contra la salud auditiva! Averiguando, confirmé que lo normal está entre 40 a 55 decibeles (que también es lo que establece la ley en horario diurno), pero que en los cines suele llegarse hasta 90, lo que no me parece una fake news, pues apenas comenzó la función, el golpe auditivo fue inmediato. Si al volumen elevado se le agrega la presencia de parlantes -o como se les llame- por los alrededores de la sala, no cabe duda que el impacto se hace sentir.
La actuación de Cillian Murphy es extraordinaria, según mi opinión de neófita, probablemente influenciada por experiencias personales, aunque mis amigas opinaron similar al finalizar la función e iniciar el regreso a casa. Los efectos especiales, el sonido, la música, el colorido, el tipo de montaje de las escenas, el manejo del tiempo no lineal, el maquillaje, me parecieron de excelencia. No puedo agregar mayores ponderaciones técnicas porque sólo soy una aficionada -y no es falsa modestia-. Tampoco agregaré detalles del argumento para no interferir en quienes no hayan tenido aún la oportunidad de disfrutar el film. En todo caso, ¡qué manera de reflejarse nuestra "compleja y mezquina humanidad" en la película. Esto lo entenderán claramente si han visto el film o cuando lo vean.
Cambiando de tema, han pasado varios días del último escrito con sus respectivas noches. No ha habido nada especial en mi vida en este lapso ("de tiempo" agregarían incorrectamente algunos). Luego de un intenso trabajo de revisión y diagramación de los registros de mi último viaje, ya tengo listo para la impresión el resultado (hace varios días). Y sucedió que, de pronto, me sentí casi vacía y sin objetivos vitales. También casi he finalizado el colorido "revestimiento" de mi chaise long, aventura que inicié, cual Penélope, el mes de enero, sin saber -tal vez era un presagio- que pronto iría a lugares de mucho colorido, terminando en Colombia donde las tonalidades cálidas casi son marca registrada. Si bien mi trabajo a chochet ha quedado hermoso (faltándome aún unir todo a máquina), me sentí inquieta e insatisfecha por varios días, hasta que tomé un par de decisiones -o tres, más bien-. Les hablaré de dos, pues la otra, me la reservaré hasta ponerla en práctica. No hay que confesar tan rápido, 😅.
Con respecto a lo comentado, y proyectando que me queda menos cuerda que antes (no porque me sienta mal ni nada de eso) por razones obvias del tiempo que transcurre y no se detiene, he decidido salir, al menos una vez al mes, a recorrer este pequeño mundo en que nací, antes de llegar a la Antártida, a la Luna o a Marte, 😂. Estoy esperando casi con ansias una fecha clave en que contaré con los morlacos necesarios para comprar pasajes a donde se me ocurra, 😁. ¡Es una exageración, ya lo saben, aunque algo de eso habrá! Ya les estaré contando. Pero, mientras llega la fecha, ¿qué podía hacer para no caer en la noia? Se me ocurrió hacer el aseo en palacio,😂😂.¡No, estoy bromeando! No obstante, aproveché de hacerlo. Lo que puse en práctica fue el cambio de distribución de los muebles de los principales espacios que habito: mi suite y el living-comedor. El dormitorio no fue mucho trabajo. Un par de horas y ya estaba con nueva distribución y obligada a bajarme de la cama por un lado distinto, muy buen ejercicio -dicen- para mantener las neuronas funcionando.
El living-comedor fue tarea de dos mañanas. El cambio supuso mover dos muebles de biblioteca. Con las débiles fuerzas que poseo, 😂,desplazar dos armatostes con libros incluidos era imposible, así que debí desocuparlos de sus habitantes -libros- y, necesariamente, limpiar todo el polvo de los muebles ... y de los libros 📚,😡. Además, los reorganicé dejando en primera línea para curiosos entendidos, a los mejores autores, tratando de ocultar al fondo, algunos textos comprados bajo el influjo de la publicidad. En medio de esas peripecias debí enfrentarme a más de una araña de rincón que salió huyendo de su ruco ilegal. En una atávica reacción defensiva, con presteza y decisión, y mirando por encima del hombro por si hubiera algún animalista cerca, les puse la pata encima y ¡sanseacabó arañitas de rincón! 😈😈.Fue una cuestión de supervivencia pura. Dejándose de bromas, una picadura de una de ellas podría dar por tierra -nunca tan bien dicho "por tierra"- con todos mis planes, así que cero arrepentimiento, aunque de los arrepentidos pueda ser el Reino de los Cielos, jeje.
Cuento corto, la redistribución realizada le dio una nueva vida a mi hábitat, que me evita ahogos y desesperos, 😂. Con el otro cambio que tengo en mente, seguro quedará maravilloso mi entorno. Ya les contaré, si me dan ganas, 😂. En el intertanto, a pesar de todos los menesteres extras de estas jornadas, he retomado la lectura. Como en este mundo nuestro los acontecimientos no son muy promisorios, he seguido escapándome al futuro de la mano de Arthur Clarke (el mismo autor de las Odisea Espacial 2001, 2010, 2061, 3001). Esta vez la novela ya leída ha sido Las arenas de Marte, en tanto estoy comenzando La ciudad y las estrellas del mismo autor.
En Las arenas de Marte resulta un tanto anacrónica una máquina de escribir que un personaje-autor de ciencia ficción, pasajero en el primer vuelo comercial a Marte, lleva consigo. Ya son más de 10 años que el planeta rojo está siendo habitado y colonizado por humanos y el protagonista tiene la misión de enviar sus crónicas de viaje a la Tierra. ¡Ese trabajito me gustaría tener!: ser enviado a distintos lugares con todos los gastos pagados y que tu tarea sea hacer llegar información a tus contratantes. ¡Perfecto y envidiable! En fin..., tal vez en mi otra vida,😉.A pesar del anacronismo tecnológico mencionado, los demás elementos de la novela son absolutamente futuristas e interesantes. Un detalle a contemplar: la novela fue escrita en 1951, hace la friolera de 72 años, fecha en que aún lo digital ni siquiera se insinuaba, al menos para el ciudadano de a pie. ¡Cuánta agua ha pasado bajo el puente,😊! Hasta pronto.
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