domingo, 9 de julio de 2023

Llegando al Caribe ...

 

   En mi ignorancia de la geografía mundial y de la climatología más específicamente, no tenía  claridad en cuanto a la inclusión de COLOMBIA como parte del grupo de los países caribeños y ello supone, claro, que aunque conocía la manera de hablar -acento-, muy similar entre varias naciones del sector, desconocía unas cuantas cosas. La cuestión, en síntesis, es que la ignorancia era bastante y la experiencia, en algunos aspectos, ha sido una buena maestra -como en muchas situaciones-. 

  Ya les había contado que este viaje surgió inesperadamente cuando alojé en la mansión de una amiga valdiviano-lanquina, Profesora de HistoriaS y Directora en el Liceo de Lanco, para mayor abundamiento. Es decir, sucesora en el sufrimiento laboral, jajaja. Anduve por esos andurriales a mediados de abril como participante en el gran evento de despedida de nuestra común -no por ello menos especial- amiga Lidia, que ingresaba a los cuarteles de invierno,😃. Allí fue que recibí la invitación-privilegio a participar en un viaje a CARTAGENA de INDIAS. Obviamente, me pareció un regalo venido del cielo y eso que soy agnóstica, 😅, aceptando de inmediato. Había compartido en el ámbito laboral con tres de las viajeras y eso ya era más del 50%. La verdad sea dicha, no he sido muy americanista en mis viajes. Siempre me ha parecido más atractivo el viejo continente, vaya uno a saber por qué será, 😂. Así que me pareció la ocasión óptima para empezar a interiorizarme de la realidad de este tercer mundo al que pertenezco por nacimiento, independiente de las raíces helenísticas que pudiera tener,  😉. 

   WhatsApps iban y venían, con detalles, costos, pagos y minucias prácticas.  Cuando Marcela -alias "la Patrona" para esta ocasión- me hizo saber las temperaturas habituales en Cartagena no podía creerlo. ¡La tremenda calore!,😨. El mismo martes 4 de julio, horas antes de viajar, mientras preparaba mi equipaje, me introduje en el mundo de Google y confirmé lo anunciado. Había varias Cartagenas en el planeta, pero elegí, según yo, la correcta para revisar su pronóstico metereológico. ¡Chanfles! -dije para mis adentros- me parece que se equivocó la paloma, perdón, la Marce: 17, 18, 19 grados, no más que eso se pronosticaba en Cartagena en los próximos días. ¡Uff!, respiré aliviada. Igualmente, no cambié lo que había planeado traer días antes: 2 vestidos delgados, 2 jeans, un par de poleras, una parca -la de ganso noruego, 🤣-, unos mocasines, unas zapatillas y un par de hawaianas, más un polerón por si me daba frío. Por suerte no descarté los vestidos, porque la paloma equivocada fui yo. Todos los días hubo entre 29 y 32, más un 80 a 90% de humedad. ¡Un verdadero suplicio para nuestros bellos y jóvenes cuerpos!   

    Llegado el momento, viajé hasta Santiago, luego al aeropuerto, mientras mis compañeras lo hacían desde Valdivia y Lanco hasta Temuco y, desde allí, a Santiago. Llegué antes que ellas, pero estuve por una hora en la fila de PDI. Lenta y calurosa la cosa desde las 21 horas del martes. Mis amigas llegaron al rato después, luego de una entretenida caminata,😂,desde las Llegadas Nacionales hasta las Internacionales. Ignoro qué distancia exacta hay entre estos sectores en la actualidad, pero deben ser un par de kilómetros. Obviamente llegaron asorochadas y prometiendo mejorar su estado físico a partir del lunes, 😅. Ya pasado el trámite de PDI en lo que respecta a documentación, nos encontramos en la obligación de consumir algún alimento, pues ya eran más de las 22 horas y lo último ingerido era el almuerzo en casa. Así que buscamos y optamos; no nos quedaba mucha elección, la verdad. Algunas eligieron hamburguesas, mientras las otras pidieron pizzas individuales. Estuvo rica la alimentación, aunque a precio de aeropuerto. Luego vino la espera. A la 1,50 despegamos en un vuelo de Sky, compañía que nadie tenía el placer de haber utilizado en ocasión anterior. 

   [Abro paréntesis: aún  recuerdo los planes que hacíamos para cuando iniciáramos el vuelo en el avión Sky. No podía ser de otra manera, si consideramos que era un vuelo internacional. Suponíamos que íbamos a recibir, al menos una comida y, tal vez, un café con snacks de desayuno, toda vez que llegaríamos a Bogotá (escala y conexión) a las 7 am. En fin, hasta pensé en un vinito tinto (un manquehuito) para paladear, sobre todo considerando que la pizza degustada en el aeropuerto la había acompañado de néctar, ¡puaj! Habíamos comido recién y ya pensábamos en algo más para satisfacer las horas de privación,  😁. Cierro paréntesis].

   Después de llegar a Bogotá tachamos a Sky de nuestras preferencias. ¡No recibimos nada de ellos! Yo estuve esperando comida y bebida por un buen rato, pero nunca fue. De pronto, abrí los ojos y vi que había pasado un carro con café y agua, pero ya era tarde; no me escucharían si les llamaba. Luego supe que había que pagarlo. ¡Qué miseria más grande! Esperando la supuesta comida y bebida, me había quedado dormida, hambrienta y decepcionada, 😂. Sólo conseguí, gratis, unos 30 ml. de agua luego de una visita al baño y posterior cara de "vístima". ¡Nunca más Sky, ¡chao, arrivederci, tschüss! 

     Nos servimos en el aeropuerto de Bogotá un buen desayuno, con unos té que resultaron un verdadero deleite para la vista y el gusto (con diferentes frutas y hierbabuena). Terminado aquello, nos "encaramamos" a un avión ✈ de Latam, cuyo recorrido de poco más de una hora lo hicimos en la misma fila, con snacks, café y agua incluidos, con unas aeromozas muy amables. La sonrisa volvió a nuestros rojos labios, de tal manera que llegamos con el mejor de los ánimos a Cartagena de Indias. Lástima que con los 33 grados reinantes en la ciudad apenas bajamos a tierra, se nos anduvo mermando el entusiasmo. Todo se nos licuaba junto con el bloqueador que cubría nuestra piel. El calor era sofocante y húmedo, a kilómetros de lo que acostumbramos en nuestra larga y estrecha faja de tierra. Pero para acercarnos en algo al misterio de la mujer y hombre colombianos algo debíamos sacrificar. Había llegado el momento de entrar en el atractivo mundo de la cumbia, de la rumba,  de la bachata y otros ritmos similares.  

    Hasta aquí el relato de las primeras impresiones de un viaje que ha sido una maravilla. Ya llevamos los cinco días planificados en Cartagena de Indias, para completar con la visita a Bogotá, capital colombiana. De más está decirles que nuestra estadía ha estado plena de actividades, chascarros, lugares increíbles y experiencias inolvidables, además de mucha alegría en un grupo que se ha complementado casi a la perfección. De todo aquello y más les seguiré contando en próximos escritos. Hasta pronto, adiósssss...




    



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