lunes, 17 de julio de 2023

En el país de la Maravilla...

  

  Buscando en Internet el listado de las siete maravillas del mundo moderno, de las que ya me había olvidado, no encontré la maravilla que tuvimos el privilegio de conocer y que se encuentra a 42 kms. de la capital colombiana. No está entre las top a nivel mundial, pero sí es la primera en su país. Cabe recordar que el nuestro tiene la octava maravilla mundial: las Torres del Paine, y otras postulantes, Isla de Pascua y la Catedrales de Mármol. Podemos estar orgullosos, aunque unas son pura suerte natural y la otra, por invasión y conquista. En fin, es lo que hay...   

  Desconocía absolutamente la existencia de Zipaquirá y de una Iglesia bajo tierra (a 185 m.) al interior de una mina de sal, sin duda obra humana que supuso mucho esfuerzo de sus creadores y constructores. Es la muestra de la religiosidad de un pueblo, que ha buscado de esta manera afirmar su fe. "Bienaventurados los que creen...".Yo, como ya saben, me iré a buena parte, si es que existe alguna parte dónde irse después de esta vida, 😅

   ¡¡Último día del viaje! Había que sacarle el jugo. Decidimos atender la recomendación de Marcela. Fuimos a Zipaquirá a conocer la Catedral de Sal, única en su tipo en el mundo y primera maravilla de Colombia. Recibimos una propuesta de tour por 350 dólares, que suponía traslado, entrada y espera. Nada más. Lo pensamos, pero quisimos probar suerte por otra lado: averiguar si el mismo señor que nos había andado trasladando de aquí para allá podía llevarnos. Así lo hicimos y obtuvimos el mejor trato, porque sumando y restando, con el mismo dinero que habríamos pagado por el tour particular nos alcanzó -y sobró- para almorzar y quedar a ombligo parado.     

  A las 10 hrs., para no exagerar, partimos a Zipaquirá.  Demoramos una hora en salir de Bogotá (¡uff!, no terminábamos nunca de salir de la urbe de casi 8 millones de habitantes) y otra en llegar a nuestro destino. Varias logramos mantenernos despiertas y dos se entregaron sin complejos a Morfeo. Yo, ex profeso,  traté  de no dormirme en ningún viaje, ni siquiera en los aviones, para evitar una fotografía poco favorecedora, lo que no impidió que yo sí tomara más de una instantánea a alguna bella durmiente. Claro que, para aminorar la falta, no fui la única,😂.   

   Compramos nuestras entradas de 25 dólares y nos aprestamos a bajar al inframundo. Ya la entrada del Complejo, antecedida por un gran espacio con graderías llamada Plaza del Minero nos sugería grandiosidad. Bajamos en suave declive y allí nos hicieron esperar hasta que se juntara la suficiente gente para ser atendida por un/a guía, que nos acompañaría en el recorrido interno. Empezamos a caminar en la penumbra, a veces en oscuridad más intensa, por túneles cuyas paredes, cielos y suelos son de sal, hollada por miles de pies. Las luces de colores brillantes le dan al ambiente una atmósfera fantasmagórica. La primera parte del recorrido, ofrece al inicio, la formación de las banderas de las diversas naciones del mundo con cientos de luces ubicadas en el cielo raso. Alcanzamos a ver y fotografiar nuestra bandera. La más contenta fue Lidia, que sacó su propia bandera del bolso y la agitó. ¡Bravo!    

   Iniciamos el recorrido  del Vía Crucis, yendo de estación en estación, indicadas con grandes números romanos y una cruz concreta o excavada en la pared de la mina de sal. En algunas estaciones hay especies de reclinatorios para orar. Diversas e intensas tonalidades de luces alumbran las cruces. En cada estación nos detenemos y la guía ofrece una explicación. Al terminar el Vía Crucis pasamos bajo una cúpula de intenso color azulino en el cielo raso del túnel: simboliza el cielo, ¡impresionante! Desde la Cúpula salimos a un túnel más amplio que lleva a la Capilla o Catedral propiamente tal. Hay gente en un servicio religioso, pero no nos detenemos allí. Lo podremos hacer cuando quedemos en libertad de acción. Pasamos por varias "dependencias" más. Me pierdo al recordar, no sé  a qué corresponde cada cual. Algunas son muy grandes. Una es especial: tiene una pila bautismal rodeada por un círculo de luces. Cerca de allí,  en el suelo, está la réplica, en mármol, de la pintura de Miguel Angel, "La creación de Adán" (ubicada originalmente en el cielo de la Capilla Sixtina) rodeada de un círculo de luces.  

   De pronto, una composición  de Vivaldi inunda el silencio. No entiendo bien a qué se debe esa música tan invasiva. Veo luces moviéndose sobre la cruz más grande del lugar (de 16 m. de altura). Logro grabar unos 20 segundos y termina el espectáculo.  Ignoro de qué  se trata. Después  me entero que cada cierto tiempo ofrecen ese show de luces y música 🎶  en el Auditorio. Nos interesa verlo. Es a las 14 hrs. Nos programamos para volver al lugar. De allí nos llevan a un lugar donde, en lo alto se ve un ángel,  seguramente de sal  y luego nos conducen al sector llamado Espejo de agua. No hay nada de agua: es un efecto producido por la confluencia de luces y sal. El colorido es impactante. No logré apreciarlo en su real dimensión. Estaba en el mismo lugar y no tuve la perspectiva necesaria. Nunca tan cierto aquello de que a veces "los árboles te impiden ver el bosque". En fotos encontradas en Internet la visualización del efecto espejo es perfecta.    

  Por allí  cerca, comienza el sector comercial: túneles con tiendas de souvenirs, e ingreso a un Museo Faraónico (¿?) un ascensor que lleva a la Ruta Minera, exhibición de obras pictóricas en parte de los muros del túnel principal y una obra maravillosa, "El arbol de la vida", tallada en el sector de una pared. Mucho que ver y no hay suficiente tiempo. Buscamos los servicios higiénicos, algunas alcanzan a comprar unos souvenirs y ya son las 14 horas. Habíamos ingresado a las 12 aprox. Regresamos al auditorio y nos sentamos a esperar el show.    

   A las 14,10 se inicia. La música comienza a sonar, se eleva y las imágenes se proyectan en la pared de la cruz. Relámpagos y rayos, aguas que se elevan, se mueven, nubes que aparecen y cruzan el cielo, semillas que germinan y florecen en cámara rápida. Transcurren eras geológicas, la Tierra se muestra en medio de un campo oscuro de estrellas. La galaxia de pronto se transforma en un amonite y surge la vida animal. El ser humano es un feto al interior de una placenta que cubre el planeta. Luces, oscuridades, la guerra, soldados y tanques disparando. El planeta envuelto en llamas y... vuelta a empezar el ciclo, hasta que termina la música. ¡Es el Génesis! Soy agnóstica pero no ignorante, jajaja. Es lo que hemos aprendido desde pequeños. Es el surgimiento de la vida en una interpretación cristiana... Son 5 minutos intensos, que nos envuelven con imágenes, luces y sonido. No puedo dejar de decir que resultó emocionante. Más de un par de lágrimas surgieron, no sólo en mí. Vi a mi compañera en la misma situación.   

  Después de aquello, dimos rienda suelta a nuestra materialidad. Nos fuimos a comprar souvenirs (elaborados con sal, no podía ser de otra manera) y, de allí, a hacer la cola para salir de las profundidades de la mina en un tren turístico. Unos minutos en espera y nos dimos cuenta que no alcanzaríamos a subir en el próximo viaje, lo que nos obligaría a esperar una media hora más. Debimos optar por caminar, es decir, rehacer el vía crucis -¡por pecadoras!-, esta vez sin detenernos en cada estación, lo que no resultaba tan inocuo, pues ya habíamos caminado bastante. En fin, no había otra alternativa.   

   Salimos sanas y salvas. Pronto llegó la van a buscarnos y nos dejó en un restaurante de la bonita localidad de Zipaquirá, que, lamentablemente no pudimos recorrer porque el tiempo no daba y tampoco el trato se había acordado así. El almuerzo fue espectacular, con música folclórica en vivo ("La pollera colorá" no podía faltar). 

  Los asados de carne al estilo patagónico estaban a la vista de los comensales, pero, como yo soy porfiada, pedí salmón a la plancha y una limonada de coco. ¡Nunca me habían servido tamaña presa de salmón! ¡Casi me la gana! La limonada resultó deliciosa e inesperada en su presentación. Era casi puro coco con algo de limón, ¡deliciosa! Mis amigas pidieron lo suyo, casi todas asado con acompañamientos y limonada de limón, jajaja. Karen pidió una "bandeja paisa" para probar, que tenía de un cuánto hay. Para comerse aquello completo había estar muy hambreada. No fue capaz.   

   Después de aquello, a la van para iniciar el regreso. A más de alguien le costó lo suyo caber en el asiento, 😂. Pedimos quedar en un mall cercano al hotel. Allí pasaríamos a gastar nuestros últimos morlacos colombianos. Luego de los consabidos cigarrillos y de otros menesteres no muy santos, 🙅,ingresamos al mall, donde terminamos, especialmente, comprando a destajo en un supermercado. Lo que pasó después y de allí en adelante hasta llegar a nuestro país, nos demostró que no fue buena idea bajarnos en aquel lugar. ¡Fue la crónica de una humillación anunciada!

  "De casi indigentes a desposeídas, vulnerables y vulneradas", así podría titularse la situación vivida en el estacionamiento inferior del Mall y en los aeropuertos El Dorado y Arturo Merino Benítez (según supe después en el último caso).

   Sucede que no quisimos volver a pagar vehículo para llegar al hotel. Tampoco quisimos irnos caminando pues estábamos cansadas, cargadas y ya había oscurecido. Así que, sabiendo que una van del súper iba a dejar a nuestro hotel a clientes que compraran en sus tiendas, nos dispusimos a esperar dicha locomoción. Bajamos y viendo unos asientos al lado de un furgón institucional, nos sentamos con la ilusión de que no pasaría mucho tiempo. Sin embargo, debimos esperar casi 40 minutos ...y la tarde se hacía noche y toda persona que pasaba por allí para ir a su vehículo nos miraba como a bichos raros. No debemos haber dado un buen espectáculo, al menos no muy edificante. Una fotografía tomada en dicha situación nos refleja de cuerpo entero. Nada que envidiarle a una sala de espera de un CESFAM o de una Oficina de Registro Civil de nuestro país. Sólo faltaba que alguna estuviera durmiendo con la boca abierta, 😂. ¡Cero dignidad! Por suerte para nosotras, nadie nos conocía, si no ¡imagínense la vergüenza! Habríamos sido el comidillo de la alta sociedad lanquina especialmente.  

   Ya en el hotel, más relajadas, luego de un viaje en que no podíamos aguantar la risa, a pesar de que iban otros pasajeros, empezamos a reordenar nuestros equipajes. Pero, antes, una pequeña reunión de despedida, con un sabroso y dulce wisky souer con ...¡mangostinos! ¿Se acuerdan de ellos? La otra fruta tropical comprada. Yo ejercí de bartender, 😂

  Bajé a conseguir seis vasos de vidrio para la ocasión (para que no se vea huachaquería ni pobreza), abrí todos los mangostinos con lo que pude (algunos tenían la cáscara bien gruesa) y los distribuí en los vasos, mientras el wisky se helaba al máximo en el frigobar. Eramos las únicas que teníamos uno de estos aparatos; habíamos bajado de nivel, sin duda. A la hora llegaron las chiquillas con unos aportes y procedimos a los saluces e ingesta de líquido y agregados. No duró mucho el evento, 😃. El wisky dio para un trago nada más y los mangostinos también, así que pronto, calabaza, calabaza...   

  Unas horas después, a las 3,30 hrs. mi compañera de pieza ya estaba de pie. Baño, últimos arreglos, cierre con fórceps de los equipajes y al lobby se ha dicho. ¡Había fila para el furgón! Allí nos entregaron una colación individual que decidimos consumir en el aeropuerto. Ya en el aeropuerto, todas con nuestra tarjeta de embarque digital fuimos a cumplir con nuestro primer trámite: pasar por los torniquetes que nos llevarían a Policía Internacional. Todas pasaron, menos yo, 😭😭. ¡No hubo caso! El código Qr se había invalidado. Así que debí ir a los counter de la aerolínea y solicitar validación. ¿Para qué decir la cola que había? Por suerte, como no debía entregar equipaje, me atendieron pronto y me dieron una tarjeta de embarque física. Yo no podía entender por qué había sucedido aquello. Luego Marce me recordó la evaluación  que yo había  hecho de la línea Sky en el viaje de ida (con ceros y unos, 😂) y ellos, seguro, habían cobrado venganza. Una vez que nos correspondió pasar por los scaners nuevamente hubo problemas. ¡A todas nos despojaron de alguna pertenencia! El jugo de la colación, alguna bebida, mi gel de cabello, un encendedor, una botellita de ron (lo más sentido de todo, ¡pobre pariente de Lidia que se quedó sin regalo!). Obligadas a abrir todos los equipajes para ser revisados. ¡Suerte que los frascos y paquetes de café se salvaron! ¡Habría sido como mucho! Yo salí premiada, además de descalzarme y revisar mis zapatillas sospechosas por drogadictas, me toquetearon completa, pues soné al pasar bajo el arco de detección de metales. ¡Uff!    

  Ya vestidas y con los equipajes rearmados, quejándonos del expolio, vulnerables y vulneradas, nos fuimos, al fin, a esperar el embarque, el que hicimos con normalidad. ¡Ya era hora! Iniciado el viaje, obvio, a alimentarnos de lo que nos quedaba pues Sky no ofrecía nada a sus pasajeros, menos a nosotras, pues todo lo vendía y vende.

  Unas turbulencias en el vuelo y pasadas las 15 horas llegamos a Santiago city. Las chiquillas, que seguían su camino hasta Temuco y de allí, por tierra, a Lanco y Valdivia, me fueron a despedir cerca del terminal Tur bus del aeropuerto. ¡Lindas ellas!, que tomarían un vuelo como a las 18,30 hrs. Ya estábamos en Chile y ni siquiera la PDI nos importunó para nada al llegar, a pesar de que veníamos de donde veníamos.    

  Luego me enteré de la cuasi-desgracia de las niñas. El vuelo estaba sobrevendido y tres estaban en riesgo de quedarse, 😌. ¡Pobrecillas, sufriendo hasta última hora! Al fin, más de alguien se arrepintió de viajar y ellas pudieron volar y llegar a sus casas como estaba programado. De cómo las recibieron no fui testigo así que no puedo informar de nada al respecto. Lo que sí puedo decir es que fueron unos días fenomenales, de mucha risa y entretención, de chascarros y experiencias adrenalínicas y mucho compañerismo. A ojos cerrados iría a otra parte del mundo si se da la oportunidad. Cruzaré los dedos para que así sea. Hasta pronto.



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