Como siempre ese día amaneció temprano, caluroso y pleno de augurios. Nos esperaba, luego de levantarnos y acicalarnos, el último desayuno hotelero 5 estrellas. Degustamos morosamente los alimentos con el correspondiente bla bla blá. Ese día teníamos, al menos tres de nosotras, un "trabajo" extra. El tiempo que ocuparíamos en él dependía del entusiasmo y de las otras actividades contempladas. Se trataba de velar por la seguridad de los bañistas. Es cierto que estábamos de vacaciones, pero una hora y poco más no costaba nada, sobre todo si se está bien alimentada, 😂.
Bromas aparte, queríamos bañarnos. Yo no duré mucho en el agua. El oleaje llevaba fuerza a veces y yo, que nado a lo perrito sólo donde doy pie, no tenía mucho futuro allí, especialmente si se considera mi estatura extrema, 😁. Así que unos minutillos y a la sombrilla se ha dicho. Las demás, continuaron haciendo acrobacias e, incluso, practicaron, según ellas, nado sincronizado, 😅. El que puede puede...
A la primera varada, perdón, salida del h2o, 😉, procedimos a ejecutar la ceremonia de la mordida del "mamón". ¿Qué es eso, se preguntarán ustedes, arriscando la nariz 👃 o levantando las cejas👀? Les respondo... Como en todos los lugares del mundo que se distinguen entre sí lo suficiente por sus características climáticas, orográficas y/o geológicas, los productos que el ser humano obtiene del suelo son distintos en relación con otros lugares. En Colombia y los otros países cercanos al trópico la exuberancia de la vegetación es conocida. ¡Es un deleite para los sentidos observar las flores y, seguramente, los campos de cultivo. Digo "seguramente" porque no tuvimos tiempo para recorrer, por ejemplo, algún cafetal -tarea pendiente-.
Pero sí vimos vendedores de frutas diversas y de atractivos colores y formas. Probamos con dos, en Cartagena con los mamones y en Bogotá con los mangostinos. La ceremonia en cuestión que acabo de mencionarles era bien simple: posar con un racimo de mamones, cual bacante y modelo, 😂, y luego morder uno. Todo ante las cámaras, por supuesto, en una puesta en escena que apelaba a una de las más atávicas habilidades femeninas, la coquetería. Ustedes podrán evaluar cuando observen las evidencias quién lo hizo más sensualmente. Obvio, yo siendo la fotógrafa cuasi-oficial, Galaxy S23 mediante, y la Cronista (¡pura pega! ¡qué abuso con la tercera edad!, 😁) permanecí tras bambalinas "todo el rato" (es decir, me salvé de hacer el ridículo, 😂; deberían haberme fichado los de Democracia Viva, 😁; lo que se perdieron... ). ¡Fue un momento bien divertido! Además de aquello, obvio, degustamos los mamones. Ellos se muerden, crujen y revelan un fruto blancuzco y jugoso, algo cítrico pero que no deja de ser dulce, ¡delicioso! No es mucho el alimento que otorgan pues su pepa es grande, pero refrescan. Como disponíamos de dos racimos, pudimos saciarnos lo suficiente.
Fieles al bienestar social y colectivo, posterior a la actividad ya descrita, tres de nuestras amigas regresaron a la playa a resguardar la seguridad de los visitantes cercanos. Era la hora de transfoŕmarse en las Guardianas de la Bahía ('baywatch' para los bilingües o políglotas). ¡Ídolas!
Al regreso de la playa, nuestro plan tenía dos destinos inmediatos: una galería cercana, donde compraríamos las últimas chucherías para llevar de recuerdo, y el local de don Juan Valdez, a quien dejamos con problemas de stock luego de nuestra abundante adquisición de ese maravilloso oro brown tan apetecido. Una vez que hicimos tiritar nuestras tarjetas, volvimos al hotel a dejar nuestra carga. Aún no sabíamos cómo íbamos a meterla en el equipaje de mano, pero ya lo solucionaríamos llegado el momento. Ahora teníamos haaaambree.
Caminamos por el sector de Boca Grande (donde nos hospedábamos) y nos "tincó" un restaurante. Resultó que tenía unas cuantas gracias -el local-. La figura de Celia Cruz era predominante entre las fotografías de los cantantes salseros, incluso observé más al interior un especie de altar dedicado a la "Reina de la Salsa". Quien nos atendió dio bastantes detalles al parecer, principalmente a un par de nuestras amigas, pues estuvo muy cerca de ellas, conversando. Hay evidencias de aquello,😁.Era un restaurante de dueños portorriqueños, "la Isla del Encanto" agrega Marcela. Todas las tarde-noches ofrecen música 🎶 en vivo del ritmo salsa. ¡Azúcar!...Fue un muy buen almuerzo, que comenzó con una especie de cazuela, con trozo de choclo incluido, y terminó con un tremendo plato con carne, ensalada, patacones, porotos y arroz, pura energía para las "guardianas", 😂. Una cervecita o una limonada helada fueron el acompañamiento ideal. Salimos pochitas a comprar los frascos de café donde don Juan. ¿Me estoy repitiendo, 😒? ¡Excuse-moi! Me acabo de dar cuenta que después de almorzar pasamos a comprar café ☕, jijiji. Pero, como dicen los matemáticos, el orden de los factores no altera el producto. Igualmente crujieron como mamones nuestras tarjetas, 😂.
Luego de descansar un poco nuestros cuerpecillos, decidimos movilizarnos. Ya estaba poniéndose el sol (18,30 horas). Nos reunimos y decidimos aprovechar la sala de pool, jugando un poco. Había una experta -la patroncita-; las demás, sólo aficionadas que casi dábamos pena, yo entre ellas, 😂. Hubo que hacer un cursillo intensivo, para empezar, con el objetivo de aprender a tomar el taco, luego practicar la fuerza necesaria para mover la bola. Así y todo, pese a la ignorancia, que en mi caso no me avergüenza, algunas lograron echar varias bolas adentro. ¡Habilidades innatas, se ve! Nos reímos un buen rato con aquel deporte extremo. ¡Por suerte no había gente ociosa observándonos!
Hicimos nuestra última caminata por las tierras de Pie Grande (Big foot), una réplica escultórica de un artista israelí frente a un hotel cercano al nuestro. Perdonen nuestra ignorancia y sacrilegio, pero las únicas asociaciones que hicimos frente a esta gran escultura estuvieron relacionadas con dos percances de nuestra amiga Eli, cuyo dedo gordo de uno de sus pies (no manejo ese detallito) fue "vístima" de dos situaciones cuasi-trágicas: el choque frontal y violento con un mueble de su suite y el certero pisotón por parte de una de nosotras, mientras estaba aún convalesciente -me refiero al dedo-. ¡Pobrecillo! ¡¡Víctima inocente! Ignoro de qué color está ese dedo ahora, pero el de Pie grande era oscuro oscuro por su naturaleza broncínea.
[Entre paréntesis: vimos varias esculturas en Cartagena de Indias, como en toda ciudad que se precia de homenajear a sus héroes y dar espacio a sus artistas. En el caso de "Big foot", su autor, Idan Zareski -con muchas esculturas similares en varios lugares del planeta- señaló en una ocasión que su hogar, su casa, está donde están sus pies, por ello anda erigiendo patas por todos lados. ¡Cuidadano del mundo! ¡Interesante! ...Pasando a otra escultura, hay una famosa cerca del Castiilo o Fuerte San Felipe de Barajas. Me refiero a la escultura llamada "Zapatos Viejos", la que es obra de Héctor "Tito" Lombana quien, inspirado en el poema "A mi ciudad nativa" de Luis Carlos López, creó la escultura. El poeta López habla de que aun cuando la heroica Cartagena de tiempos coloniales haya perdido el brillo pasado, todavía puede inspirar, al menos, el mismo cariño que uno tiene por los zapatos viejos. ¡Hermoso!, ¿verdad? Cuando nos llevaron hasta aquellos zapatos había una larga fila de "patipelaos" para fotografiarse. Personalmente, desistí de estar a la espera bajo el sol de Cartagena. Fotografié los zapatos con una persona desconocida, que, de acuerdo a los consejos de los guías, aspiraba, seguramente, a perder 2 a 3 kilos de peso si se introducía al interior del calzado, 😂. Yo, una sílfide, no tenía necesidad de aquello, 😂. Pero me asalta una duda, ¿Jessi, Eli y Karen los habrán perdido? 😫.Cierro paréntesis].
Después de la caminata, nos dio hambre. ¡Cuándo no,😁!Así que procedimos a dar inicio a nuestra última actividad pública en Cartagena: buscar el lugar dónde tomar onces y cenar, al mismo tiempo. Muy cerca encontraron el lugar mis amigas. Digo eso porque yo no tenía ganas de comer algo salado, quería una ensalada de frutas, que fui a comprar en un local cercano y luego volví al grupo. ¡Qué buena para la carne y las papas fritas la gente, 😂! Yo, en cambio, me di el gusto de saborear trozos de fruta diversa. Para ser sincera no estaban muy buenos los trozos de sandía 🍉🍉 que servían de base al envase -rima consonante-, pero no había "más nada" qué hacer.
Esa noche tratamos de dormirnos temprano, dejando nuestro equipaje a punto. Debíamos levantarnos a las 4 de la mañana, esperar un café a las 5 en el lobby del hotel y luego, en sendos taxis, enfilar para el Aeropuerto Rafael Núñez. Todo el proceso del ingreso, paso por los scaners y embarque los hicimos sin inconvenientes. Nos embarcamos en un LATAM que nos llevaría en hora y media a Bogotá. Ya teníamos un tour contratado y otro en vista para sacarle al jugo al viaje. Las sorpresas no se harían esperar, seguro. Pero eso es parte de la siguiente crónica. Por el momento, hasta la vista...o hasta la lectura.
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