[Abro paréntesis: Me he levantado del asiento a revisar imágenes en casa de mi hermana, pero sólo he encontrado fotos familiares del matrimonio Torres-Álvarez. Vi unas fotos nfantiles muy divertidas de mis sobrinos mayores y me dije a mí misma: "¡Mí misma, 😁, cómo ha pasado el tiempo!" Busqué los álbumes de mi madre, pero no encontré lo que necesitaba. Ya gestioné al respecto. Cierro paréntesis].
En estos días que llevamos juntas, desde el 30 en la noche en adelante, ha habido una porción de tiempo dedicada a los recuerdos. Quedamos al debe con información que nuestros padres deberían habernos transmitido (o que nosotros les debimos haber solicitado) y no queremos que suceda lo mismo con nosotras y nuestros descendientes directos. La idea es transmitirle lo máximo a los hijos y nietos en el caso de mi hermana; en mi caso, a los sobrinos. El jueves pasado fuimos a visitar el Parque Municipal de La Unión y nos dedicamos a repasar nuestras infancias, mientras estábamos sentadas en el sector de picnic, bajo la sombra de los árboles y a orillas del Río Llollelhue, cuyas aguas entregaban la música de fondo.
Anteayer fuimos al Cementerio Municipal de la ciudad. Queríamos visitar la tumba del abuelo de nuestra madre. Nos resultó imposible encontrarla. En más de una ocasión habíamos acompañado a mamá, pero el cementerio ha hecho modificaciones, completado espacios con más residentes, además de que desapareció la placa identificatoria. Así que nuestra visita no encontró al visitado y debimos regresar sin cumplir nuestro cometido. Seguramente pasará lo mismo con nosotras, especialmente conmigo, lejos geográficamente del núcleo familiar. Pasados unos cuantos años de mi muerte, nadie nos visitará (ni a mí ni a Mirella) así que pasaremos a ser NN cuando las letras de la lápida ya no puedan ser leídas de tan débiles y hasta las flores secas desaparezcan. ¡Es la ley de la vida! : caeremos en el olvido. ¡Uff, me puse tétrica!...pero realista. Cambiemos de tema "más" mejor.
No pensé, al comprar los pasajes de mi viaje al sur (viaje a la familia), en septiembre pasado, en retomar el relato de la historia familiar, que iniciara el año 2020. La había dejado en el archivo de los casos cerrados, cuando me fue imposible, a pesar de la insistencia, obtener respuesta de algunos familiares, mientras a otros les fui sacando a cuentagotas información relevante. ¡Me cansé de la falta de respuesta o de las promesas incumplidas! Pero, iniciando octubre y ya en viaje en Europa, me llegó un correo de una sobrina política desde Estados Unidos, retomando el tema. Ellos se han abocado a averiguar datos oficiales de la existencia de los ancestros para la creación de su árbol genealógico, así que tampoco me han enviado sus pequeñas o grandes historias, 😁. Fue la alarma metafórica que necesitaba para retomar la tarea archivada. Por lo tanto, luego de atender lo urgente (colaboración en el condominio en que vivo, elaboración de la síntesis de mi viaje reciente, elaboración de un nuevo volumen de escritos blogueros), reinicié la labor comenzando con la revisión de lo acumulado a la fecha.
Siempre que uno lee lo que ha escrito hace meses o años, se lleva más de una sorpresa, a veces buena, otras, no tan grata. En mi caso ha sido la primera situación. No sé si mi capacidad escritural se habrá deteriorado de tal manera que me entretengo y me admiro de las ideas que he expresado con antelación, 😂. Algo es algo. ¡Al menos a mí me gusta lo que he escrito, jajaja! En relación al relato familiar, me di a la tarea de ir completando información y corrigiendo algunos términos y expresiones.
He ido avanzando en la misión. Sé que con algunos será una tarea similar a la saga "Misión Imposible" pero ya he tomado la decisión de continuar y terminar. Así que tocará recurrir a los restos de memoria de la época infantil y completar los vacíos con anécdotas cuasi-inventadas, 😂😂. Sabré del acercamiento a la verdad sobre la base de los reclamos. Ahí evaluaré si corrijo o no aunque arriesgue demanda.
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