sábado, 26 de noviembre de 2022

11 años ya...

   

  Once años han pasado... Lo que es un dato cierto al tenor de la subjetividad, de la emoción  y del cariño, a veces parece mucho más, bajo la medida de la ausencia, a veces menos, por la presencia cotidiana de los recuerdos.

 ¡Once años! Y aquí sigues, en mi vida y en la de la familia. Para algunos, tal vez ya parte del pasado, para mí, presente progresivo. De pronto, me parece vislumbrarte en un crujido, en una leve brisa, en la levedad de una sombra apenas bosquejada. En otras ocasiones, eres el duende travieso que esconde pequeñas cosas, buscadas infructuosamente casi con lupa y que aparecen allí mismo, sólo cuando le quitas el velo de la invisibilidad, al día o días siguientes. ¡Quizás  cómo será  tu "vivencia" de tiempo! ¡Quisiera creer que sigues, no importa dónde! 

   También eres parte de la acogida al visitante, de su examen o rechazo definitivo. No hace mucho una persona que ingresó a casa mientras yo estaba ausente me contaba su experiencia. Unos tres o cuatro días sintió que no era bienvenida, hasta que te habló y merced a esta acción, la barrera levantada desapareció. Yo, siempre incrédula e impenitente, le creí. Ya había sentido "tu" rechazo al ingreso de otra persona, lo que sólo se solucionó cuando hubo reconocimiento de tu fuerza opositora.    

   La verdad es que lejos estoy de la etapa del "chocheo" -por ahora-, lo aclaro por si surge la duda. Los misterios con los que uno se encuentra mientras vive son muchos, inexplicables por medio de la razón. Cuando uno se "choca" con alguno de ellos, dependiendo de las motivaciones, principios, postura frente a la vida, cercanía personal con esos fenómenos, los evaluará en su mérito, como dicen los jueces. Las reacciones son dispares. Unas personas recurren a los llamados "expertos" en las artes oscuras o no tanto, a los libros de autoayuda, a algún charlatán de moda. Cada cual tiene la libertad de elegir de acuerdo a sus creencias y medios. Otros, simplemente agradecerán esas situaciones, esos sueños, esas sensaciones y seguirán adelante, fortalecidos y no tan tajantes ni lapidarios con lo no-probado por la ciencia y razón.  Algo de esto último es lo que me ha pasado. No sé si es un mecanismo de autodefensa o un cambio producto de la experiencia. En todo caso, falta menos que antes para saberlo.

   Once años y en cada uno de ellos, en el aniversario de tu muerte, he tenido la suerte de estar acompañada por personas queridas, que también te quisieron y te recuerdan. A la distancia igual acompañan, en el sentimiento y en el recuerdo, varios a quienes tocaste con la varita de tu sonrisa. Yo, siempre contigo, querida hija, hasta el final de mi tiempo. 


 

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