En estos días la palabra voltereta se ha vuelto trend topic, a pesar de que es más antigua que el hilo negro. Su categoría de "tendencia" tiene que ver con los malabares atléticos, en sentido figurado, que han estado haciendo los Candidatos a la segunda vuelta presidencial, uno más que otro, seguramente por su juventud, para qué vamos a pensar mal, 😁. Decía que 'voltereta' era muy antigua, no porque yo la conozca desde niña, sino que porque es parte de nuestro idioma seguramente desde su nacimiento, a mediados de la edad media. ¡Qué duda cabe que también los romanos deben haber hecho más de un movimiento de este tipo, literal y metafóricamente! ¡Para qué hablar de los homínidos y anteriores!, que para salvar sus vidas deben haber sido expertos atletas (los que sobrevivieron porque harto torpes que eran, al parecer; les faltó motricidad fina, es decir, enseñanza parvularia, 😅).
Yo conservo algo de los homínidos (¡bravo!, jajaja). Soy torpe de nacimiento, ya se los he comentado. Esta vez no les hablaré de mis pocas habilidades "dancísticas" (pensé que la palabra no estaba en la RAE pero ¡¡¡sí!!!), sino de mi torpeza motora en el área de la gimnasia, como se le llamaba en ese tiempo. Debo contarles sin ni una pizca de vergüenza que la nota en esta asignatura fue por varios años 5,5 (no más allá, a pesar de que era alumna promedio superior a 6, así que me bajaba el NEM) y hasta creo que con ayuda de la profe. Cuando vivíamos en Pichirropulli City (pueblito cercano a Paillaco), estando en séptimo u octavo básico, recuerdo que ensayaba en el patio con prado del Retén de Carabineros (mi padre oficiaba allí de Jefe de Retén) mis "vueltas de carnero" y a pesar de ello no me resultaban nada de perfectas. Terminaba adolorida y frustrada, por lo que me descargaba en el estudio y la lectura (no me quedaba otra si quería conquistar el mundo). La rueda nunca la pude ejecutar (habría sido un suicidio) y otros ejercicios como lanzarse como "pescadito" a la colchoneta (no recuerdo como se llamaba ese ejercicio, 😂) tampoco. Era un desastre en el arte olímpico. Pero por persistencia no me quedaba atrás: corría hasta que no daba más aunque llegara de las últimas. Los saltos en cajón fueron sólo un sueño para mí. No me atrevía a realizarlos y creo que la profe tampoco lo permitía. Además era hija de la autoridad local, 😉, y había que cuidarme. En lo que no fallaba era en los desfiles escolares: ¡me encantaban! Continuamente tenía que corregir el paso mientras marchaba, eso sí, pero había aprendido a hacerlo. Claro que por mi estatura, habitualmente iba casi al final del desfile, aunque siempre digna, seria y empoderada.
Hoy tenía planes de ir a la Feria de Avda. Grecia a comprar unas frutas y tierra para mi huerto-jardín. Debí desistir al sentir dolor en otro sector de la espalda diferente al de un par de semanas. No sé si la dolencia fue psicosomática (no me extrañaría porque no tenía muchas ganas de volver arrastrando el saco de tierra, 😁) o real. Como pueden ver ya es tiempo de masajes y no de ejercicios atléticos. Felizmente, para caminar no me echo atrás, así que igual realizo la actividad física necesaria para mi etapa de juventud, 😏. Además, está toda la acción desarrollada como hortelana. Esta mañana estuve dedicada por un rato a la tarea de mantención de algunas hortalizas. Arranqué unas plantas de tomates 🍅 🍅 sin ninguna flor pero con mucho oidio (hongo en hojas y tallos), porque a pesar de los fungicidas éste seguía diciendo "presente" -hoy y siempre, 😁- (¡más porfiado el hongo!). Les he aplicado agua con manzanilla, h2o con bicarbonato, ajo con ají y alcohol, h2o con detergente, purín de hortiga y ¡nothing! ¡Así que a la basura con ellos! Con pesar y mucha reflexión, he debido aprender de los espartanos.
[Abro paréntesis: cuando conocí Esparta quedé encantada. Más aún, cuando, a unos 8 kilómetros de la actual ciudad, fuimos a visitar Mystras o Mistrá (fundada en el siglo XIII) en el monte Taigeto, que llegó a ser la segunda ciudad en importancia del Imperio Bizantino después de Constantinopla. Las ruinas que iban apareciendo entre la niebla el día de la visita y exploración daban cuenta de un mundo fabuloso y extraordinario. Iglesias, monasterios y palacios aún muestran la maravilla de la cultura bizantina que se asentó en aquel privilegiado lugar. Cierro paréntesis].
Haciendo una voltereta en mis actividades dominicales, terminaré de escribir para dedicarme a otra cosa. Les cuento que estoy leyendo un libro llamado El infinito en un junco de Irene Vallejo (no confundir con Camila, ¡por favorcito!). ¡Interesante! Habla de la creación de las bibliotecas en el mundo antiguo. El junco es el papiro, que tuve el privilegio de conocer en Siracusa y en Egipto (su lugar de origen). Ya les hablaré de él próximamente. ¡Qué tengan un buen domingo!
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