- ¿Como que lo detestas? No hace mucho escribiste que solías ver la Dra. Polo...
- ¡Es cierto! Pero no es el mismo programa...
- El esquema es el mismo. Tengo entendido que, precisamente, ese programa que "te desagrada" es la versión "chilensis" del otro, que "sí te gusta".
- Efectivamente es así, pero, aunque los participantes tienen la ventaja de ser "paisanos", no me agrada la Conductora.
- ¿Qué no te gusta de ella?
- Su actitud y su tono : aparece como dueña de la verdad, prepotente, poco mesurada, deja la compostura de lado en ocasiones, hasta suele ser despectiva y con un afán de demostrar lo mucho que sabe, ¡impresionante!... Y, por último, ¡me cae mal!
- Jajaja, esa última razón es la más valedera.
- Creo que, junto a todo lo anterior, está el hecho de que es parte de la farándula y esa mezcla no es adecuada, desde mi perspectiva.
Puede ser muy buena profesional en su área (cosa que no me consta y de lo cual no he sabido nada), pero su imagen está "contaminada" de frivolidad, lo que no hacen creíbles sus reprimendas y amonestaciones en "su" programa. En cambio....
- ¡...la Dra. Polo...!
- ¡Sííí! ¡Me resulta simpática, aunque no sé si opinarán lo mismo sus "clientes".
La verdad es que no entiendo cómo a tantas personas les gustan esos programas televisivos. Cuando me veo en la obligación de tragarme alguno de ellos, yo creo que de pura impotencia, me llega a doler hasta la cabeza. ¿Qué le encontrarán de entretenido e "interesante" a ese montón de pelambre barato? ¿Será importante o trascendental en mi vida y en la de los demás, así como en el funcionamiento del país, enterarme de lo que ha dicho tal fulanita de otra, de los problemas matrimoniales de determinada pareja o dónde se viste la sultanita?
A nivel familiar, no me hago problemas si alguien quiere ver algo que no es de mi entero o escaso agrado, ya sea estando yo de visita o a la inversa. Lo asumo con el máximo de tolerancia o, en último caso, me voy a otro sector. Sin embargo, tener que soportar uno de los "bodrios" mencionados (disculpad mi calificativo, pero no encuentro nada más suave para denominarlos, jajaja) obligadamente, pues estás en un espacio público, del que no puedes irte, eso lo considero casi una tortura. ¡Y para no caer en la intolerancia extrema, no planteo el correspondiente reclamo, pues debe haber varias personas que se entretienen con aquello!
En fin... partí hablando de tu ausencia por toda una semana y de lo difícil que ha resultado a ratos, para continuar señalando lo poco que cuidamos lo que creemos seguro.
- ¡Doña Principessa!
- ¡Voy! (subo rápida y prestamente la escalera, con todo el ánimo de una triunfadora).
- ¿Cómo está usted, Principessa?
- ¡Muy bien, Doc!
[¡Diablos! ¡Nooooo! De nuevo no va a quedar todo terminado...¡Otra vez! Este doc ya está adquiriendo categoría de "modisto", "sastre" o "maestro chasquilla"...¡Puchas, la lesera! ¡Por eso odio venir a los dentistas! Doc M., ¡no me simpatizas!]
Y ahí estuve, con la boca abierta, aceptando que ocuparan parte del espacio que tenía reservado para tu sustituto y que aún no quedará instalado, soportando que me inyectaran a la encía para sentir menos dolor (¡ayyyy!), aguantando la rabia por la espera (ya que mientras se "duerme" el sector inyectado, el Doc parece incursionar por las redes sociales y casi me olvida, mientras yo, sigo ahí, tendida en el asiento dental), ahora, mordiendo fuerte para que lo implantado quede bien pegado...
- ¡Estamos listos por hoy! Principessa, no puede comer en 12 horas...
- ¡12 horasssss! (¡está loco este doc, son las 16,30 recién y cómo me voy a mantener hasta mañana con sólo el almuerzo! Cierto que no me vendría mal "saltarme" la once, pero díganme que algo está prohibido a ver si obedezco... Jajaja... ¡Me llegó a dar hambre de sólo pensarlo!).
- ¿Puede venir mañana, Principessa?
- Noooo, lamentablemente. Tengo trabajo todo el día, pero el sábado sí.
- ¡Hummm! Es probable que un paciente suspenda su hora....Llámeme mañana para consultar.
[¡Váyase al África a freír...plátanos! ¡No me aparezco hasta el lunes en la mañana, "más mejor"! ¡Me rebelo también!]
¡Qué gracioso! Tendré que seguir echándote de menos, ya casi con la esperanza perdida de contar con un sucedáneo "más que sea". Pareciera que, después de todo, no es tan cierto aquello de "a Rey muerto, Rey puesto". Ahora, lo importante es que no me suceda lo mismo que ha sucedido tantas veces en nuestro Chilito...
- ¡¡¿Quéééé?!!
- ¡Jajaja, sííí : con un "evento" permanente! (por mientras, para siempre).
- ¡En lugar de tocar cacerolas, tocaré madera, para conjurar a la mala suerte! ¡Hasta siempre!
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