sábado, 11 de noviembre de 2023

Regreso al Paraíso...

  

   Hoy en la mañana regresé a Máncora. Llegué gracias a una mototaxi al Terminal de combis, 😅. No quedaba tan lejos pero para qué caminar varias cuadras bajo una temperatura de 27 grados de calor húmedo con una maleta a cuestas. No me alcanzaba a bajar de la mototaxi y ya los paparazzis estaban acosándome. ¡Naaa! Eran los conductores o asistentes interesados en captar algún cliente.  Me llevaron a una combi. Era la quinta pasajera, 😂.El vehículo no iniciaba el recorrido sino hasta alcanzar 7 personas. Así que a esperar hasta que aparezca la séptima víctima. El calor era agobiante, ¡uff! ¡A aguantar, pichicho!

   Me quedé, por un rato, al exterior de la combi. Esperar al interior era acalorarse más. Al rato pregunté si podía ir de cuasi-copiloto. Me dijeron que sí. Me subí, pues estaba la ventana abierta, claro que no por la ventana, 🙈. Ya era tiempo de sentarme. A las 10 iniciamos el viaje, pues, de sopetón, llegaron cuatro adultos y un pequeño. Sólo quedaba libre el asiento entre el chofer y yo. Crucé los dedos e hice un pase mágico para solicitar a los astros que no llegara ningún pasajero más a última hora. Fui escuchada, 😂.El chofer, un joven de veintitantos años, inició su tarea escuchando reaggeaton.¡Súper!, pensé. No se puso cinturón y, además de conducir, se dedicaba a recibir llamadas, realizar otras y revisar sus redes sociales o algo así. Por suerte yo me había puesto mi cinturón de seguridad. Juan Segura, ya saben...  

   El viaje duró 1,45 horas aproximadamente. En ese tiempo, controlé con la vista al conductor y me preocupé de mi seguridad y de la de los demás sin reclamar en voz alta. Es sabido que los peruanos conducen prácticamente sin normas, así que dificulto que haya una ley que les prohíba recibir y contestar llamadas así como revisar el celular. Otra tarea realizada por mí fue sacar algunas fotografías y arreglar con las manos mi cabellera cada cierto tramo. En cuanto a la temperatura  no tengo nada de qué  quejarme. El viaje fue grato y fresco, pero las raíces de cada uno de mis miles de cabellos no deben haber pensado lo mismo. Venía con la cabellera suelta al viento, echando mis canas al aire, 😂, toda chascona. Si hubiera usado una peluca seguro que ésta sale volando a la primera de cambio y, junto a ella, toda mi dignidad. Felizmente, no uso peluca (¡uff, de la que me salvé!). 

  [Entre paréntesis: estaba gozando de la sensación de libertad y tratando de acordarme cuándo había sido la última vez que sentí aquello, cuando vino un recuerdo poderoso a mi mente. Tenía 13 años y volvía de un paseo de curso. Veníamos en la carrocería de un camión (en ese tiempo, 1967, se permitía). El paseo era la última actividad de 8o.básico. Mi padre, después de mucho rogarle y llorarle, me había dado permiso para participar. No recuerdo a dónde fuimos, pero sí el flash back me ubicó parada en la carrocería del camión, sujeta a ella, sobrepasando el nivel y con mi cabeza, cara y cabellera al viento. Era todo una Gloria Trevi, 😂. Me recuerdo con un jeans rosado claro -casi Barbie- y un cintillo, adminículo que estaba de moda en ese tiempo. No tengo noción qué blusa, polera, pullover o chaqueta llevada puesta. En cuanto al calzado debo haber llevado zapatillas marca Tigre 🐅, 😂 😂. Tuve algunas de esa marca. No alcanzaba para más: eran unas zapatillas de lona con suela de goma, nada de blandas ni anatómicas, que llegaban a cocer los pies a fuego lento. Cuando uno se descalzaba salía un olor a goma ...y a patas, 😂 🤧. También me acordé de un admirador que me había surgido en esos días. Le apodaban "Piñizca la Luna" ("Pellizca" debiera haber sido), no por ser ultra romántico, sino porque tenía un ojo virado para otro lado, así que no me había dado cuenta antes de que me miraba con interés, 😂 😂 😂. Yo tampoco lo hacía mal. Aclaro, no en mirarlo, sino en que tenía un estrabismo sin corrección a  esa fecha (sólo dos años después comencé a usar anteojos). ¡Imagínense la parejita, 🤣 🤣! Más encima, después me enteré, que era sobrino de una tía política, así que todo habría quedado en familia. El destino nos separó...por suerte, 😂. Cierro paréntesis]. 

   Sanos y salvos llegamos las Evas y Evos al Paraíso, es decir, a Máncora. Suerte que los mancorinos, mancorianos, ¡uff! ¡mancoreños! no se enteraron de lo que escribí el otro día, que si no me declaran Persona Non Grata y me expulsan de su paraíso.¿Por qué volví?, se preguntarán  algunos. ¿Eva añorando el paraíso perdido, 😂? ¿Lo demás es peor,😂?Ninguna de las anteriores. Simplemente me quedaba un día "huacho", 😂.Tenía, desde hace unos días, decidido terminar en TALARA, donde iré mañana, pero no quería volver, en el día restante, a Piura. Así que, salomónicamente, opté por la mitad. Bueno, hay algo más. No alcancé a ver el primer día una segunda playa ni tampoco el sector de mayor comercio de la Avda. principal (Panamericana Norte). Por tanto, quise completar mi visión y lo logré.  
    Me alojé en el mismo lugar anterior, con un costo inferior pues no lo obtuve por Booking sino por trato directo (como en el caso de las Fundaciones, 😂). El lugar, además de ser bello y cuidado, es tranquilo y silencioso. Eso lo he valorado aún más cuando en Tumbes escuchaba música de fiesta en los alrededores del hotel en que estuve alojada y hoy día mismo, en que he estado en la que he llamado Playa Vip. La música de algunos locales estaba "a todo chancho" (y no era música orquestada ni clásica, 😉). ¡Un bullicio! que se aminora al avanzar hacia el sur, donde se ubican los toldos y las reposeras de los Hoteles y Resort del sector. Allí también aparecen las personas de tez más blanca y de cabellera rubia. Pero el comienzo de esa playa es altamente "populal". 
    Hecho el check in salí en dirección de la oficina de buses para comprar mi pasaje de mañana y luego me dediqué  a caminar por la parte de la Avda. que no había recorrido  anteriormente. Muy atractiva para quienes nos gusta irnos de shopping. Toda la calle es comercial, con numerosos restaurantes de diversa categoría, locales de tours, minimarket o 'bodegas', una feria artesanal, establecida y locales de venta de ropa veraniega y de playa. ¡Ah!, me olvidaba de las farmacias. Almorcé en un local con comida bien sabrosa y a buen precio (aunque otra vez intentaron cobrarme de más, pero no tan descaradamente). Seguí caminando hasta que llegué a la entrada de la Playa "vip" como le he llamado, pues olvidé investigar su nombre. Caminé  por la playa (había mucha gente popular en la primera parte) pero mientras avanzaba e iban apareciendo los toldos y reposeras de los hoteles y de los alojamientos vip, la piel de las personas se iba aclarando, 😁. Había gente practicando kitesurf, surf y bañándose. A lo lejos se veía el Puerto de Máncora y una gran cantidad de embarcaciones. No pude avanzar todo lo que hubiese querido. La marea estaba subiendo y ya costaba en algunas partes, pasar. Regresé y me fui casi local por local buscando invertir soles. Me compré unas hawaianas y una polera y unos pocos recuerdos. Lo que me falte lo adquiriré en Talara, esperando tener más  suerte.  
   Después de un descanso de poco más de una hora volví a salir para ver la última puesta de sol mancoreña. La playa vip estaba con mucha gente, la música sonaba a destajo por los altoparlantes, mientras el sol ya se escondía en medio de nubes y palmeras. Después de unos minutos inicié el retorno a mi alojamiento. Ya tenía el panorama completo del "paraiso", al que le faltaban, a pesar de todo, unos cuantos arreglos para ser realmente lo que se decía de él. Pero eso ya es urbanismo de ficción: las ciudades son a su gente lo que una casa es a sus residentes. En tanto sus habitantes no cambien su visión del mundo y de la vida, su entorno seguirá siendo el mismo. Eso es todo. Hasta pronto. 

   












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