viernes, 10 de noviembre de 2023

De Tumbes en Tumbes...

    

   Llegué a TUMBES ayer a las 12 del día casi como una Cenicienta diurna. Me bajé de la "combi" y me subí a una mototaxi tan digna como si fuera una carroza real. Y empezó el zangoloteo en esta "movilidad" hasta que llegué, después de varias cuadras y muchos hoyos, al Hotel-Hospedaje Gran Imperial. Como pueden ver, todo calzando, 😂. Tuve una excelente recepción. No tenía sencillo para pagar el trayecto completo pero el mototaxista no se hizo problemas. No se trata que haya rebajado el cobro, sino que, muy suelto de cuerpo, me dijo "no se preocupe, en el hotel le sencillan". Claro, como yo necesitaba llegar allá, le hice caso. Les decía que me habían recibido muy bien, pues la recepcionista le pagó el importe, subentendiéndose que se me agregaría al valor del alojamiento, el que pagaría después, pues el check in era a partir de las 14 horas, condición de la que yo estaba informada. Sin inconvenientes dejé en custodia mi equipaje, me ofrecieron el uso de baño, me regalaron una botella de agua y un paquetito de 'chifles' (hojuelas fritas de frutos como plátano, camote, coco). ¡Me sentí tan bien! ¡Esto sí que es buen trato!, me dije. Ya refrescada, con una botella heladisima de agua mineral...sin gas (no todo podía ser perfecto, 😂), salí a conquistar TUMBES.  
   Apenas a una cuadra y un cuarto, estaba la Plaza de Armas, con un elemento extraordinariamente llamativo, el cual ya me había atraído cuando vi imágenes en internet antes de llegar acá. Es una concha acústica muy grande y colorida, de 12,35 metros de altura por 15,30 de ancho, revestida con mosaicos alusivos a la naturaleza y a la historia de Tumbes, llamado "Encuentro de dos mundos". En el centro superior se ubica el rostro del cacique Michilasa, quien opuso fuerte resistencia a los españoles en el combate de los Manglares. Precisamente allí, en ese espacio como escenario y en la losa de la Plaza como platea, se celebró anoche una actividad cultural con representantes de distintos colegios de Tumbes, que danzaron diversos bailes tradicionales.    
    Frente a la plaza, por un lado, se encuentra la Catedral de Tumbes o Iglesia San Nicolás de Tolentino, de estilo barroco, construida en el siglo XVII por los agustinos, en pleno Imperio Español. Fue restaurada en 1985. Ayer mismo ingresé a ella y cumplí con un rito que estaba pendiente: prender una velita por mi hermano Ernesto. Claro que no era una vela normal y tradicional, sino eléctrica (¡qué poca gracia!), pero la acción pensada hace un par de días la pude cumplir.  
   En otro lado de la Plaza se ubica la Municipalidad de la Muy Noble Ciudad de Tumbes, rodeada con un colorido y cuidado jardín. Al lado de la Catedral hay otro hermoso monumento, que representa  animales de la zona andina: un leopardo, una llama o alpaca (no sé distinguirlas, 🤷‍♀️) y, en lo más alto, un cóndor. La escultura es el inicio de un pequeño paseo que sube hasta una plazuela, donde se homenajea a uno de los héroes nacionales: Francisco Bolognesi. Cuando llegué allí me di cuenta, ¡oh, sorprise!, que habían unos edificios modernos, a los que me acerqué  para descubrir un Casino (al que no ingresé) y un Mall (¡Bravo!), al que concurrí luego de almorzar.  
    Locales para almorzar hay muchísimos en Tumbes. Incluso si uno quiere comer en la calle, sentado en la solera, también puede hacerlo o en una especie de restaurante móvil, que, con camas y petacas, funciona en alguna vereda o espacio en la calle. Vi dos de ese tipo. Obviamente mi rango no me permitiría comer en esos lugares, así que busqué uno tradicional que no se vea tan populachero. Cerca de la Plaza, ya siendo las 13,30 horas, encontré un lugar que me gustó. Estaba casi lleno. Se anunciaba distintos tipos de ceviche. Ingresé, pedí la carta y me quedé. La carta prometía. Uno de los platos era con conchas negras, un producto típico  de Tumbes. Hice las consultas y lo solicité. Costaba 15 soles el plato. De bebida me ofrecieron 'cebada'. ¿What?¿Qué es eso?, pregunté. "Cebada" ¿Qué sabor tiene? "A cebada", me contestaron, 😂. Pensé que podía ser algo como la malta, pero fallé. No estaba fermentada. La probé. Era como café helado. ¡Claro, ahí "me pegué el alcachofazo". Cuando niños, mi madre nos preparaba café de grano, del cual, uno de sus componentes, era la cebada tostada. 👏, ¡bravo!, buena, sana y muy barata bebida (1 sol= 250 pesos). El  ceviche estuvo realmente exquisito. En un plato ad hoc, con forma de pez, había por un lado ''canchita'(maíz tostado y frito) y, por el otro, 'zarandajas', un frijol o poroto pequeño de color claro. Al centro estaba el producto de las conchas negras aliñadas exquisitamente y rodeadas con un pedazo de yuca y otro de camote. Como buena comensal me comí todo y con la cuchara consumí hasta la última gota del jugo cevichero. Ya estaba sola, así que podía casi estrujar el plato. Digo esto porque cuando ingresé no había asientos, pero en un par de mesas juntas había una jovencita como yo, 😜.Le pregunté si podía sentarme, ante lo que no puso inconvenientes, y durante el almuerzo -ella me llevaba la delantera- compartimos algo de conversación.  Fue novedoso para mí e interesante.  
    En el Mall, al que fui después del almuerzo, compré provisiones: pan, agua, queso y un chocolate peruano. Al salir, un guardia me exigió boleta. Me indigné, pero le mostré la boleta. No estaba en mi país y las reglas había que respetarlas. Me fui al hospedaje. Hacía un calor sofocante. ¡Qué alivio al llegar a la ducha, al agua mineral helada y con gas y al aire acondicionado. Comencé  a escribir y lo hice por un buen rato. Eran recién las 15 horas cuando llegué e hice el check in. Al ingresar a la habitación, segundo piso, sin ascensor, me encontré con otra botella de agua, café,  azúcar, unas galletas de agua y un hervidor. Me sentí muy bien tratada.  
    Estuve unas horas escribiendo, ordenando, mirando noticias peruanas y argentinas y de pronto me di cuenta que había perdido la noción de la hora del día. La luz que llegaba al interior venía de un patio ídem, de manera que no se sabía cómo estaba el día afuera. Decidí salir un rato, esta vez con jeans. Volví "asada". Iban a ser las 18 horas y estaba empezando a terminar el día.  Caminé un rato en un paseo peatonal y luego volví a la plaza. Había una actividad cultural y gran cantidad de personas. También algunos policías 👮‍♂️ 👮‍♀️ . Me acerqué y me enteré que se celebraba el Día de la Educación con bailes y danzas por parte de grupos representantes de distintos establecimientos educacionales. Incluso una pequeña ofreció un poema en homenaje a la maestra de pueblo. La concha acústica  se vio maravillosa al iluminarse y el espectáculo  igual. Permanecí una media hora y regresé al hotel. Mi caminata por ese día había terminado.

   El día de hoy amanecí temprano, antes de las 6. Anoche no pude terminar de escribir debido al sueño y a la mala calidad de la señal de wifi. Despertar temprano me permitió cumplir con mis labores,  😂y, junto con ello, solucioné la señal uniéndome a otra WiFi. No me preocupé mayormente de lo que iba a realizar hoy. Tenía cuatro alternativas: ir a la playa Zorritos (a 35 kilómetros hacia el sur), ir a Aguas Verdes y Huaquillas (localidades peruana y ecuatoriana respectivamente, más cercanas a la frontera por ambos lados, a 24 kms.), visitar el Sitio arqueológico Cabeza de Vaca o quedarme en Tumbes centro. Averigüé en recepción formas de llegar, distancias, valores de la movilización y me decidí.  

   Huaca del Sol,  sitio arqueológico en Cabeza de Vaca.

    Este lugar está a 6 kms. de Tumbes. Llegué  hasta el paradero de las mototaxis que salen para allá  luego de caminar unas 5 cuadras, guiada por un plano que me dieron en el hotel. Ya van dos pasajeros nos fuimos a Corrales los boletos. Nos volaban las chascas en la carretera, pues estos vehículos son abiertos en los costados. El Museo no queda a orilla de carretera, en la localidad de Corrales, sino en un sector de esa localidad (población o barrio) llamado Cabeza de Vaca. De allí el nombre del Museo y sitio. Me encontré con la sorpresa que estaban haciendo trabajos  en todo el frontis del museo, de manera que no se podía ingresar a sus dependencias, pero sí se podía visitar el sitio arqueológico, que quedaba a unos 50 metros. Antes de bajarme, la joven pasajera con la que había viajado me dijo que no me quedara hasta muy tarde allí, que no era conveniente. ¡Chuata!, pensé. Ya estoy aquí. Lo bueno es que recién  eran las 10,45 aprox. Pronto salió  una joven del Museo que me acompañó al sitio propiamente tal luego de que pagué una entrada de 2 soles (500 pesos). Tuve una guía para mí solita. Bajamos al sitio, miramos desde fuera los tres niveles de la construcción inca del año 1470 aproximadamente,  destacándose los muros de diferentes recintos o dependencias. Toda la estructura, según las investigaciones, corresponde a un edificio ceremonial (se habla de una pirámide trunca) construido en adobe y piedra (canto rodado), de 300 metros de largo, 100 de ancho y 15 de altura.  Está en proceso de reparación del techado, pues está por llegar el fenómeno del Niño y las lluvias adquieren un carácter torrencial en Tumbes durante el paso del travieso chicuelo. No toda la huaca está excavada. Falta terminar y descubrir completamente lo que queda de la estructura. La zona de 70 hectáreas correspondiente a lo que fue este núcleo urbano inca dedicado a lo administrativo y ceremonial, constituyó el centro más importante  de la zona norte de la época prehispánica. Aunque la mayoría de sus estructuras están en ruinas y otras han desaparecido, se ha encontrado vestigios (herramientas, huesos, trozos de cerámicas) de la existencia de un taller de spondylus, un molusco bivalvo muy valorado por los incas, con el cual hacían joyas y accesorios ceremoniales. Según los estudios, este sector tenía una importancia estratégica pues era el tramo inicial del Camino del Inca de la Costa, desde Tumbes a Chile, paralelo al Océano  Pacífico.    

   Fue un privilegio acceder a este tremendo baño de cultura. Ya terminada la intervención de la guía, me encontré abandonando el lugar con un grupo de unas 8 personas, algunas uniformadas. Le consulté al guardia por "movilidad" hasta la carretera de Corrales y me recomendó que me fuera con el grupo que iba saliendo, que llevaban la misma dirección.  Dos se acercaron a mí y algo conversamos. Eran del Servicio de Salud, una de ellas, obstetra y otra, abogada. ¡Imposible imaginarlo! Entre los que venían detrás había enfermeras y otros funcionarios. Caminamos unas dos cuadras y llamaron a un mototaxista que estaba estacionado para que me llevara al paradero por 3 soles, no más, me avisaron. Resulté más cuidada que hija única, 😍. El paradero para tomar movilización de regreso a Tumbes estaba a un costado  de la Plaza Chilimasa de Corrales. Me fui a fotografiar el lugar y luego  tomé  un mototaxi que raudamente apareció cuando ya me dirigía a un taxi. ¡Oso! Obvio, me subí. 3 soles de nuevo (750 pesos) y al llegar pedí me dejaran en el Malecón,  estructura de paseo a orillas del Río  Tumbes. Mi objetivo era recorrerlo y llegar hasta una escultura llamada "El beso" que había visto en internet y esa mañana en el viaje de ida al Museo. Objetivo conseguido.  
  Pasé por el Mercado, un lugar absolutamente abarrotado de personas, motos y mototaxis. Una cantidad de vendedores impresionantes, ambulantes y establecidos. De comida y de todo un cuanto hay. Yo Iba pasando sin ninguna pretensión, salvo la de observar, cuando me encuentro a boca de jarro con el negativo de un vestido que había visto ayer en el centro, que me gustó mucho y que no lo compré  porque tenía fondo blanco. Pues allí estaba su doble, pero con fondo negro (por eso lo de la versión negativa) y que, para mayor abundamiento, costaba 27 soles menos, ¡guau! 😲🙀🤫🤗. ¡Obvio! Compra realizada. 
   Con ese tesoro, me fui al centro, pasé al supermercado vip, fui a almorzar a la misma Cevichería y esta vez comí ceviche de langostinos y pescado con el correspondiente vaso de cebada. El plato era más caro (lo sabía) pero nunca tanto: 26 soles en total (6.500 pesos, una ganga por los langostinos). Regresé al hotel a ducharme y descansar un rato, para luego salir a estirar las piernas antes de que se oscurezca. Luego de escribir un rato, arreglé  mi once, con queso y manjar esta vez, y seguí escribiendo.  Mañana será  otro día. Me voy de Tumbes en la mañana, para pasar un día  más  en Máncora (me faltó conocer una playa y comprar algunos recuerdos) y luego, en los dos días restantes, me iré a otra localidad,  ya acercándome al aeropuerto que debo tomar en Piura el martes 14 en la tarde. Por tanto, todavía hay aventuras pendientes. Hasta pronto. 







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