domingo, 13 de agosto de 2023

En Itaca, aún....

   

   Más de una semana ha pasado desde que escribí lo anterior. La rutina adormece el espíritu y el tiempo. Este último pierde consistencia y sentido: se "amebiza" (derivado de 'ameba'; no busquen el verbo en el diccionario de la RAE, no lo encontrarán,😊). Hoy, estando en el séptimo día en el Palacio (de Ítaca,😁luego de haber regresado de mi corta correría, que no fue por Troya, precisamente, escribo. Arranqué, no de Polifemo ni de ningún mago de la estirpe de Circe, sino del frío, pasando por Quillota en una rápida gira, casi tanto como la de don Diego Portales, pero no con su aciago final. Al caminar por las calles principales de Quillota tomé conciencia de la extensión de la ciudad, que yo creía completamente provinciana. Salí del error guiada por Mariana, quien me llevó a conocer el Mall quillotano, bastante superior en espacio y modernidad al de Rancagua. Sucede que, habiendo, el año 2019, recorrido sólo unas cuadras del centro histórico, me quedé con una visión equivocada de la ciudad. En todo caso sigo pensando que es un lugar para conocer y visitar a alguna amistad de vez en cuando, pero no para permanecer.    

   Para no caer en tergiversaciones, esta salida no cumplió con mis expectativas. Si bien es cierto caminé bastante (hasta llegué con una "patita" herida), respiré aire marino y escuché el canto de las olas, el clima estuvo de no caluroso a frío, con garúa la tarde anterior a dejar Pichidangui, lo que me obligó a acortar mi último paseo costero. Junto con ello, la imagen que guardaba de La Serena y Pichidangui sufrieron un grado de desilusión importante. Vi descuido en el equipamiento urbano, suciedad y basura en los espacios públicos que constituyen el mayor atractivo de ambos lugares y eso me dejó un sabor amargo. Pasará mucho tiempo antes de que regrese a esos lugares. De Coquimbo no hablaré mal, pues esta ciudad no aparenta ser más de lo que es. Se muestra en su mezcla de atracción y repelencia como todos los puertos y, por ello, con o sin quererlo, es una civitas más honesta que La Serena, su vecina (si es que puede atribuírsele este calificativo a un "asentamiento" humano)   

   Lo que sí me resultó altamente novedoso e interesante fue el hecho de tomar conciencia de la diversidad de la flora costera de Pichidangui. Y aunque había carteles que señalaban que no había que cortar o extraer plantas del lugar, debo confesar -perdón- que no me faltaron ganas de hacerlo. ¿Qué me contuvo? La garúa y la certeza de que mi regreso no era directo a Ítaca. Pero, realmente, la cantidad de especies de suculentas y otros tipos de plantas (disculpen mi ignorancia al respecto) es impresionante. Si hay una próxima vez en dicha tierra, saldré arrastrando con más de un ejemplar de aquellas bellezas costeras.  

 Ya en la Ítaca rancagúina, la rutina me ha llevado a gozar de días más cálidos que los recientes vividos en la playa. He hecho algunas inversiones para mi sano entretenimiento, así como para mi recorrido por el mundo, haciendo todos los esfuerzos por llenar mi agenda mensual, de éste y el siguiente año. ¡Casi lo he logrado,😂! He seguido, además, cual Penélope, tejiendo lo mismo de hace seis meses, faltando menos para terminar la gran obra. Ayer, con mis amigas Historiadoras, concretamos la compra de pasajes aéreos y reserva de alojamiento para nuestro primer viaje juntas en febrero 2024. ¡Seguro lo vamos a pasar espectacular! (toco madera porsiaca, 😂). Hoy fui a visitar a mi hija en compañía, para contarle del viaje al sur y pedirle su bienaventuranza. Natalia me ayudó en la reescritura de su nombre en la lápida, mientras escuchábamos su canción. Partiré tranquila a visitar y recorrer lugares conocidos, La Unión, Valdivia y Lanco, para luego volver a la paz de Ítaca.   

   La lectura no ha estado exenta de presencia en estos días. Luego de leer Claro de Tierra del mismo autor anterior, A. Clarke, comencé a disfrutar de una saga de este escritor en  colaboración con Paul Preuss. La saga lleva como nombre Venus Prime y se compone de 6 volúmenes.  Ya voy en el IV. Los personajes principales, Sparta y Blake, dos jóvenes terrestres, recorren las colonias humanas en el espacio investigando extraños asesinatos. Venus, Marte, la Luna, Júpiter y otros satélites ya han sido habitados por nuestra especie. La tecnología ha seguido su desarrollo acelerado, pero la humanidad sigue "pecando" de lo mismo y cayendo en los mismos flagelos: las drogas, la corrupción y los asesinatos. Nada nuevo bajo el sol o bajo las cúpulas de la Luna, Venus y Marte. Todo sigue casi igual. Y yo que quería escaparme de lo mal que huele Dinamarca en estos días por acá. En fin... 

  Pasando a temas más positivos, por último, la "guinda", ¡no, la ¡frutilla! de la torta o del postre. Mi huerto-jardín anuncia ya la primavera. De mis pocas plantas de frutilla he cosechado varios frutos, que han sido el deleite a la hora de la sobremesa. Las plantas de tomate han crecido como cannabis sativa en el "invernadero" número 1. Ya echando flores, las he sacado al aire libre. Espero que no se hielen en lo que resta de agosto. En tanto, mis pequeñas siembras de cilantro, rúcula, acelgas y otras de las que ni me acuerdo, ya están asomando sus cabecillas inquietas. Espero estar bien provista esta temporada, lo que me alegra y satisface. Junto a ello, como efecto colateral, cabe mencionar la pequeña colaboración para contrarrestar el calentamiento global con lo que hago, aunque los pronósticos no son nada de halagüeños para el próximo verano en nuestro hemisferio. Sin duda, tenemos fecha de vencimiento como especie. No obstante, no hay mucho que podamos hacer los NN de este mundo. Pero para no ponernos más pesimistas de lo que recomendable para una vida tranquila, habrá que exclamar como don Juan Tenorio, "¡Qué largo me lo fiáis!", aunque no haya deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla. Hasta pronto.






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