jueves, 18 de mayo de 2023

Síndrome de Estocolmo...

  

  No fue fácil ni rápido cruzar desde NORUEGA a SUECIA (Sverige en sueco, Sweden en inglés). No nos agradó mucho, la verdad sea dicha, la ciudad de Oslo. La encontramos bastante sucia. Es cierto que se le considera la capital "verde" por excelencia debido a su política de cero incentivo al uso de combustibles fósiles en la movilización hacia el año 2025, así que no sufrimos mucho cuando abandonamos la urbe, aunque para ser sincera, el Parque de las Esculturas me pareció fantástico. 

  Durante el trayecto de unas 9 horas, que incluyeron paradas "técnicas" y almuerzo, no fue mucho lo que gocé del paisaje, pues, en forma intermitente, cerraba los ojos y los abría. El sueño y el cansancio acumulado me rendían. Como en sordina escuchaba la voz del guía. La detención más extensa la habíamos hecho en la ciudad de Karstad, ya en SUECIA. Allí no era caro el almuerzo, sólo 20 €, pero con mi compañera necesitábamos cuidar nuestro estómago, pues habíamos desayunado abundante. De lo que sí nos ocupamos fue de cambiar moneda, en esta ocasión, koronas suecas. Me quedaron koronas noruegas, unas 200, que uní a 150 € y cambié a la moneda sueca. Es cierto que uno puede pagar con euros en muchas tiendas, pero a mí me gusta familiarizarme con el dinero local y en el momento de cotizar voy calculando. Durante el viaje, junto a la información que sobre el país nos entregó el guía, estuvimos disfrutando de un video de Abba, el grupo musical que hace ya décadas se constituyó en un verdadero embajador de este país. 

  Para ser sinceros, a Estocolmo o Stockholm no le echábamos muchas fichas. Nos dejamos llevar por los prejuicios y la ignorancia, "cualidades" típicas de estos tiempos convulsos,😁,pero ella -la ciudad- decidió sorprendernos. Con 1 millón 200 mil habitantes en toda su área metropolitana la urbe está compuesta por 14 islas, unidas por más de 50 puentes. La zona céntrica se encuentra en la llamada Isla del Sur -la más alta-, rodeada por las aguas del Lago Mälar y el mar Báltico. Es la ciudad más grande de Suecia y Escandinavia. Su fundación se remonta al siglo XIII en la Isla Gamla stan, la que se conserva hasta la actualidad con sus correspondientes reparaciones. Lo que pudimos apreciar personalmente a un poco más de una hora de llegados es que la ciudad vieja se está hundiendo año a año. Ya se nota en algunos edificios. Este lugar es un barrio típico, con sus calles de adoquines, en cuesta, donde funcionan numerosos cafés, restaurantes y tiendas de souvenirs, hasta llegar a la Plaza Mayor, donde se observan unas construcciones típicas de la Liga de los Hanseáticos, comerciantes alemanes que formaron una poderosa federación en la zona del Báltico. En dicho lugar se ubican también la Catedral de Estocolmo y el Palacio Real, esta última, una enorme construcción de 600 habitaciones, edificada el siglo XVIII. Precisamente ayer, junto a la excelente guía local que nos llevó a los principales lugares de interés y nos informó acerca de ellos, conocimos el edificio en que se entregan los Premios Nobel (a excepción del de la Paz, cuya ceremonia se realiza en Oslo), la Catedral, la Plaza Mayor de Gamla stan, y, lo más importante, asistimos al cambio de guardia en el Palacio Real el martes a mediodía. Esto último nos sorprendió por su duración y pompa. Duró 45 minutos, en que, además del maestro de ceremonias, hubo muchos participantes: dos piquetes mixtos de soldados de infantería con distinto uniforme, 2 piquetes de soldados a caballo, incluida la banda musical. Aunque cansados ​​​​por estar de pie por largo rato, no podemos dejar de reconocer el privilegio de estar allí, en el frontis del Palacio Real de Estocolmo como espectadores de primera línea. 

  Pero sin duda, un hito relevante vivido en Estocolmo fue de carácter culinario. A la hora de almorzar, bajamos a las catacumbas de un restaurante tradicional y, los que llegamos hasta allá, varios, fuimos atendidos por un garzón hispanohablante.¡Vaya suerte! A la hora de elegir, nos creció el pelo. Optamos, las 5 de la mesa, por un asado de reno, que realmente estaba delicioso, acompañado de una salsa de zarzaparrilla, cebolla en pluma al dente, un trozo de tortilla de papas y una pequeña porción de gelatina de frutos del bosque. La carne de reno, algo roja (la verdad es que la catacumba no tenía mucha luz, salvo la que le daban unas velas, así que no pude apreciar el plato del todo; en una de ésas nos dieron carne de caballo, 😂 ,y nos cobraron por reno) era blanda, jugosa y exquisita. La delikatessen aquella, más una taza de café ☕ (los vinos son prohibitivos en su costo) nos costó 395 piticlines +50 de propina, que allá es casi obligatoria, es decir, más que el carísimo salmón noruego, 44,5 €. ¡El que puede puede!

   Luego de comernos a Rodolfo,😂,quedamos libres toooodaaa la tarde (la primera).Con Mariana nos metimos a cuanto negocio encontramos (menos a las joyas, pues el guía ya nos había pasado el dato de que en Estonia, Lituania y/o Letonia era más barato) y compramos un cuanto hay de recuerdos. En el caso de mi compañera fue tanto que se tuvo que botar a quiebra, 😂, en moneda sueca, claro está. A mí aún me quedaron, pues yo había cambiado algo más. Cargadas y contentas (nunca tanto, estoy exagerando un poco, ya me conocen) tomamos camino al hotel, sin pérdida alguna. Ya en "casa" nos dedicamos a ordenar nuestras compras, revisar fotografías, enviar mensajes, escribir y, casi de noche, prepararnos once: un capuchino, un té, unas galletas de cereal con mermelada. Fue una delicia disfrutar de tiempo para el ocio personal. En todo caso, igual me dormí pasadas las 23 horas, terminando mis memorias, 😁

 Día miércoles 17: nuestro tercer día en Estocolmo amaneció bajo la lluvia,☔, por lo que había que prepararse para ella. Era nuestro primer día lluvioso y no nos hacía mucha gracia. Desayunamos exquisito, como todos los días, y luego dejamos nuestro equipaje en custodia. La habitación había que entregarla y, a continuación, lanzarse a la vida, sólo que bajo la lluvia. ¡Uff! Salimos, caminamos en dirección contraria al día anterior, luego volvimos nuestros pasos a la ciudad vieja y avanzamos mucho más que la tarde pasada. Sin embargo, San Isidro parecía no querer darnos tregua. El frío y ciertas necesidades biológicas en las que no es necesario profundizar, nos obligaron, ya cerca de las 13 horas, a iniciar el regreso sobre nuestros pasos. Por suerte ya me había aprendido el trayecto, pues las palomas y gaviotas que habían en el camino se habían devorado las migas que con tanto sacrificio habíamos ido esparciendo en el trayecto de ida, 😅

  Siendo las 13 horas, al fin encontramos un local que nos convenció con sus precios y el tipo de comida. Habíamos acordado comer pastas. ¡Las encontramos por 13 €, con café incluido! No habíamos podido tener más suerte. Luego de nuestro opíparo almuerzo completamos el camino de regreso sin inconvenientes, hasta llegar a la agradable calefacción del hotel. La mayoría del grupo ya estaba en el lugar (no habíamos sido las primeras en conquistar América, 😄). Nos sacamos algo de la ropa mojada, logramos encontrar dónde sentarnos y pudimos ingresar al veintiúnico wc del lobby. Estábamos en paz con el mundo a pesar de mis patitas mojadas, pues mis zapatos supuestamente para el agua, se habían "pasado". ¡Qué  hacerle!

   Con bastante  antelación, como si fuéramos a tomar un avión, llegamos al puerto de Estocolmo. Además de embarcar, debíamos entregar una maleta para bodega, quedarnos con un bolso con lo estrictamente necesario para pasar una noche en el Ferry Glory, de la empresa Vikingline. Esperamos y esperamos. Finalmente, a las 19,30 hrs. embarcamos, casi a la carrera como si el navío fuera a partir sin nosotros. La cantidad de gente en la misma tarea era impresionante. Se nos informó que la capacidad de la nave era de 3000 personas y, al menos, en aquella ocasión, viajarían unas mil. Yo tuve la oportunidad de viajar en un Ferry de similar tamaño entre Italia y Grecia el año 2019, pero iba poca gente, así que no dejé de asombrarme cuando ayer vi las salas de estar y comedores repletos. Lo que sí no volví a encontrar a un señor extrañísimo, que me dejó estupefacta mientras estábamos en la sala de espera. Les cuento, a ver si opinan lo mismo. Vestía un terno con un diseño tipo cuadrillé de tonos plomos, bien apretado (el terno). Lo digo porque  vi parte de su humanidad trasera bastante nítidamente. Este buen hombre, cuarentón, canoso, cara alargada y morena, llevaba unas patillas al más puro estilo de Sandro, el cantante (q.e.p.d.,🙏) y cargaba un par de maletas coloridas. Cuando lo divisé llegando al lugar de espera lo vi con una expresión de tal sorpresa que despertó mi curiosidad, para luego volver rápidamente por donde había llegado. Imaginé que, por esas cosas de la life, se había equivocado de ferry y en lugar de tomar el mismo nuestro, debería haberse subido al Titanic. Claro, habría tenido una rabia inmensa si éste lo hubiera dejado "pagando", pero eso habría sido una bicoca al enterarse del destino final. También elaboramos la hipótesis con Mariana de que este personaje podría no ser probable pasajero de Titanic, pero que, producto de alguna anomalía temporal, había llegado hasta nuestros días. Dejando de lado esta historia ajena, que no es historia sino ficción, se nos presentó la duda acerca de si nuestro barco 🚢 contaría con los necesarios botes salvavidas. Luego, entre el apuro de embarcar, ubicar el camarote, llevarnos todo el equipaje al mismo pues no hubo la anunciada bodega, nos olvidamos del misterioso y curioso caso del doble de Sandro, 😂

   Una vez instaladas en el camarote (de excelente calidad), salimos a recorrer el barco. ¡Una verdadera maravilla! Luces encendidas, comedores llenos de gente comiendo y bebiendo, restaurantes funcionando a toda máquina, cantantes en vivo en varios escenarios, mientras la embarcación iniciaba el viaje desde el Fiordo de Estocolmo hasta el Puerto de Turku, FINLANDIA. Para nosotros sería el cuarto país a visitar. Las expectativas eran amplias, pues los "carteles" de este nuevo territorio son muchos, que van desde lo económico, lo político, pasando por lo social y educativo. Pero, ¡momento!  Finlandia es parte de otra historia. Veamos primero lo que pasó en nuestro espectacular viaje marítimo. Ya dije que recorrimos los espacios de entretenimiento. Pretendíamos comer algo, pero antes quisimos ir a la tienda a ver si encontrábamos algún producto para comprar, habida consideración que se ofrecen libres de impuestos. Había muchos productos: ropa, perfumes, cremas, bisutería, calzado, vinos, licores, cervezas, chocolates, etc. Quedamos impactadas con el nivel de compra de los muchos pasajeros  que hacían largas filas para pagar con sus carros llenos, ¡increíble! Y pensar que no nos encontrábamos muy lejos de un territorio en guerra. Nosotras no compramos nada. Mejor optamos por ir a servirnos algo. Elegimos un café ☕ con una deliciosa porción de kucken de frambuesa, gentileza de mi compañera. Como grandes y distinguidas damas, nos instalamos en un comedor en que había un pianista tocando dicho instrumento además de interpretar algunas canciones de Abba y otros cantantes. No digamos que era un eximio artista, pero se defendía, en lo musical al menos.

   Antes de retirarnos a nuestra suite, subimos nuevamente a cubierta: unas fotos, un cigarrillo -yo no- y a acostarnos. Había  olvidado comentar, tal vez, lo más importante: al inicio del viaje estuvimos varios minutos en cubierta, nunca tanto pues corría bastante viento y hacía frío. Felizmente ya no llovía, pero lo había hecho en abundancia. Disfrutamos del zarpe, del ocaso del sol, del recorrido del navío entre las islas del Fiordo y de un paisaje de ensueño. Con esas vistas nos sentimos pagados aun quedando la mitad del tour. Realmente, un viaje hermosísimo. 

  Cuando regresamos al  camarote para entregarnos a los brazos de Morfeo, sólo disponíamos de tres horas -😞- para ir a la ciudad de Durma. Había que adelantar otra hora en el reloj y debíamos levantarnos a las 5 de la mañana si queríamos tomar desayuno. Cuento corto, nos levantamos con una falta de sueño impresionante, que se espantó al tener que luchar con los chinos en la consecución de nuestro desayuno. ¡Qué  manera de comer y arrasar con todo los turistas chinos! En fin, nosotros tampoco lo hacemos muy mal, a decir verdad. Tengo algunas pruebas de ello, que compartiré en otra ocasión,  en la sección pelambres, 😁.  Hasta pronto.  


























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