viernes, 24 de febrero de 2023

Reminiscencia...

   

   Bonita palabra que he escogido para el título, poética más que pragmática, considerando la temática a tratar. Me he dormido sin usar la tablet al acostarme. Me he negado a repetir una costumbre que me lleva a otra, la de dormirme a las tantas, para luego despertar y desobedecer a la alarma matutina que me ordena levantarme cada día.  Es cierto que no requiero levantarme a las 8 cada día, pero es una cuestión de principios casi. ¿Para qué seguir en cama habiendo un día tan "bonito"? ¿Para qué dormir y dormir si ya se acerca el tiempo en que mi vida consciente o la vida de cualquier forma -consciente e inconsciente- ya no tendrá cabida en la no-existencia? En fin... Aún no son las 4 am. y ya he despertado dos veces, además de no resultar tan fácil dormirme a la primera de cambio. Me ha despertado en mitad de la noche un intenso olor a café  😣 y a pan recién horneado.

  Hace un tiempo -el año pasado- les compartí que me tenía molesta el hecho de que cada día, más que la alarma, abría los ojos -y la nariz- por efecto del aroma a comida que me llegaba desde un piso inferior a través del ducto de ventilación existente en el wc. El problema era que sentir un intenso olor a frituras a primera hora de mi jornada no resulta grato, menos si evito al máximo esta modalidad de preparación y las pocas veces que la utilizo es a la hora de almuerzo. No, no eran gratos para nada mis despertares pasados. Al parecer no era la única perjudicada y esos despertares cocineriles acabaron, para mi alegría y bienestar. Ahora, sin embargo, han vuelto. 

   Ya hace un par de semanas que la "situacioncita" acumula malas vibras en mi ánimo, haciendo "crisis", por así decirlo, en estas horas de trasnoche. ¡Pasable despertar ya de día con olores ajenos, pero no en medio de la oscuridad! ¡Resulta una intromisión inaceptable a tu privacidad! Aunque, pensándolo bien, ¿cuánta privacidad es posible en una comunidad que no es precisamente la del anillo, 😁? A fuerza de no visitar a nadie, de no compartir con ídem, he logrado vivir casi en una isla, metafóricamente hablando, pero las costumbres de otros seres tan humanos, supongo, como yo, han invadido mi "territorio" -hablando a la moda-. 

   Sé que 'reminiscencia' es un vocablo que alude a recuerdos gratos, añorados, llenos de nostalgia. No es el caso anterior,  pero sí lo que viene. Merced a Internet y YouTube  -ya saben- he vuelto a conectar con mi pasado. Pasado infantil y también reciente. A ver, no confundirse, por favor. Las conexiones son dos y no una sola con dos calificativos. Una conexión me llevó a la infancia, la otra, a un pasado reciente de unos años. Ahora sí. ¡Esto del lenguaje a veces es tan equívoco!

   [Abro paréntesis, en medio de la noche: el lenguaje se ha transformado en un arma. Bueno, siempre lo ha sido, pero ahora tiene la connotación de letal. Añoro los momentos en que sólo era una herramienta de comunicación, de expresión personal y de creación literaria.  En estos  últimos tiempos ha perdido -masivamente- su virtud e inocencia, su sentido primigenio, "ancestral", dirían otros. Se usa para atacar, para herir al otro aunque no lo conozcas, es decir, para hacer daño sin un motivo real y justificado. Y eso ya no es para nada un buen signo. Hacer daño a un otro ya es éticamente reprobable aunque sea merecido para alguien que te lo infringió, pero ocasionar perjuicio consciente a alguien que ni siquiera conoces sólo por "entretención" o conveniencia religiosa, social, política o de cualquier índole no habla muy bien de tu persona. ¿Por qué lo haces? No hay otra respuesta: porque puedes, porque te gusta  y porque no te pasa nada. La impunidad en nuestra sociedad aumenta el delito exponencialmente. No estamos preparados para actuar sin el garrote a la vista. Cierro paréntesis].

   La única ventaja que me ha traído este regreso a la vida consciente ha sido el ponerme a a estas desusadas horas, aunque mañana, seguro, andaré en calidad de zombie. Así y todo,  "seguimos"... 

  El título de un audiolibro hizo emerger como en un flash back mis recuerdos de infancia: El gatopardo de Guiseppe Tomasi di Lampedusa. Lo que permaneció en mi memoria fue el nombre de esa lejana isla italiana, aunque pasaron años para enterarme que era una ínsula. El recuerdo proviene de los años en que llegaba a nuestros manos infantiles de nuestro hogar familiar la Enciclopedia Estudiantil Codex.  En sus páginas de un cuanto hay, apareció en una ocasión esta obra. Guardé en la memoria su nombre, el título nobiliario de su autor y la imagen de un leopardo rampante. El año pasado le oí al Villegas aludir a esta obra (no al tal Rodrigo, que dudo haya leído este texto) y señalar el fino humor en el estilo de su creador. Guardé la recomendación en el baúl de mi disco duro, pero no descargué la obra. Hace un par de días, al encontrarme con su versión hablada, decidí aprovechar la ocasión. 

  ¡Fueron 8 horas y poco más muyyyy interesantes y entretenidas! La voz del lector es fantástica. Despaché el audio en dos provechosos días. 

  [Paréntesis: intentaré seguir durmiendo. Ya retomaré el escrito, 😶 💤... Ha pasado más de media hora y no logro recuperar el sueño. Seguiré escribiendo. Desarrollaré algunas ideas aquí y en otro escrito antes de que se me escapen. Creo que por eso no pude cerrar los 👀.Paréntesis levantado]. 

    El gatopardo es una novela que no se puede entender si no es en su contexto. Está  ambientada entre los años 1860 a 1910. A través de su protagonista, don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, máximo representante de la aristocracia de Palermo, vemos cómo su clase y  personalmente él,  debe adaptarse al surgimiento de una nueva época: Garibaldi ha logrado la hazaña de la unificación de los reinos de la península, expulsando a franceses y austríacos.  El ciclo de la Casa de los Borbones ha llegado a su fin. Don Fabrizio, consciente de aquello, va aceptando la realidad y acomodándose a ella. Y a pesar de sus poco más de 40 años, se siente cansado, aunque sigue con sus tradiciones. Como es costumbre anual, viaja con toda la familia al palacio de verano. Marcha desde Palermo a Donnafugata- trayecto no menor luego de revisar el mapa de Sicilia-, donde capta, a través de la presencia de un nuevo alcalde, la ascensión de una nueva clase al poder. Es poco refinada en todo, pero tiene dinero y sabe hacer negocios, entre ellos, casar a los hijos con herederos aristócratas, con don de mundo y de gente  pero sin respaldo financiero.  

   No explicaré el argumento; guardaré el secreto para los interesados. Este desarrolla tres momentos en la vida de don Fabrizio, con una separación de dos décadas cada uno, hasta llegar al momento de su muerte y desaparición. Fue observador y coadyuvante, desde lejos, del nuevo régimen; desechó la posibilidad de ser participante en el nuevo gobierno aunque se lo ofrecieron; no quiso traicionar su tradición monárquica bombona, pero tampoco se opuso. Por este espíritu subyacente en la novela ha surgido el concepto de "gatopardismo" en el ámbito de la política, el que dice relación con aquellas personas que aceptan los cambios "profundos" y se adaptan a los grupos "emergentes y progresistas" para no perder sus privilegios. Entre paréntesis, estos cambios profundos no dejan de ser nada más que maquillaje, porque los nuevos profetas y mesías, mantienen las estructuras del poder. Curiosa la cantidad de gatopardos 🐯 existentes en nuestro país, así como conejos🐰 de mala o buena suerte, 😂

    ¡Sicilia! Recordé Palermo a través de las palabras de este audiolibro, con la conveniente salvedad de que yo estuve allí entre 2018 y 2019 (pasamos año nuevo en la ciudad). No estuvimos en el Castillo de Donnafugata. Visitamos cuatro ciudades, importantes todas, pero insuficientes para conocer el alma siciliana, si es que se puede lograr aquello. Estuvimos en Messina, ciudad-puerto, que conduce a la punta de la bota 👢italiana. Visitamos Palermo, su capital, Agrigento -una maravilla arqueológica- y Siracusa, con un alma muy antigua y deudora de grandes civilizaciones (griegos, cartagineses y romanos), cuna del gran Arquímedes. 

   Cuando escucho las descripciones de alguna ciudad visitada en algún libro o veo desarrollarse la trama de alguna película en ella, me sumo en la nostalgia y deseo, a la brevedad, volver a recorrer esos lugares y otros cercanos no caminados. Planificaré para los últimos meses de este año una nueva "fugata" para esos bellos lugares y otros que el inicio de la pandemia me impidió recorrer. Pondré Sicilia, Capri, Lampedusa, Cerdeña, tal vez Malta, en el itinerario, además de otros lugares de España desde donde partiré,  nuevamente a mi aire y a mi antojo. ¡Será  la mejor manera de terminar el año e iniciar uno nuevo! Toco madera, .   


Nota: recuerdos de Sicilia en Palermo, Agrigento, Siracusa y Messina 













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