lunes, 3 de octubre de 2022

Perdidas en París...

   ¡Uhlalá! Estábamos definitivamente perdidas -perdidos, perdón, había  un hombre y ...¡7 mujeres!-, en el sector de Montmartre. Bajamos escaleras, caminamos varias cuadras, hicimos consultas a más de algún viandante, muy amables todos, y ¡nada, nothing, rien! Se nos hizo imposible encontrar la Estación de Metro Pignal, a pesar de que nos explicaron hasta con pececitos de colores, 😅.  Al final, no nos quedó otro remedio que intentar tomar un taxi... Quedemos en el intento y volvamos atrás en el tiempo. 

   Hoy lunes 3 de octubre salimos del hotel con el firme propósito de conquistar París. Ya habíamos, al fin, descansado en una cama decente y dormido las suficientes horas como para estar dispuestos a la gran empresa de conquista. Pasadas las 9 horas, nos encaramamos en el bus que nos llevaría por el centro mismo de la fama y el poder parisinos, acompañados de tres guías, uno chileno, uno español y uno franco-argentino (parece chiste la cuestión, 😂). Pasamos por el paso superior de una estación de trenes, vimos a la distancia y casi irguiéndose entre la niebla, la torre inclinada (un efecto arquitectónico curioso), observamos al pasar algunos de los 37 puentes sobre el Sena y una serie de monumentos emblemáticos, entre ellos, las torres de la Catedral de Notre Dame (en reparaciones; cabe recordar el incendio de este patrimonio de la Humanité, construido en 1160, cuyo último incendio ocurrido en 2019 estuvo en un tris de destruir la famosa construcción), el Castillo de la Concergierie con sus fabulosas torres (palacio medieval de estilo gótico, construido a orillas del Sena), la Iglesia de San Germain, el Panteón de París,  el Grand Palace (en reparaciones), el Instituto de la Moda, el Hospital de los Inválidos, la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo, además de otros menos conocidos.      

    Con especial atención -y detención- estuvimos a orillas y cerca de dos de ellos especialmente. Primero le tocó el turno y el honor al Hospital de los Inválidos (hospital, iglesia y mausoleo construido en el siglo XVII, que ahora es Museo de la Armada, llamado también Museo de la Liberación), donde descansan los restos de Napoleón Bonaparte y de otros grandes personajes franceses. En las cercanías de este monumento nos detuvimos y tomamos todas las fotografías que quisimos, además de una imagen grupal. Como es un punto turístico, allí abundan los vendedores de souvenirs, especialmente inmigrantes. ¿Para qué les voy a explicar el tremendo negocio que hicieron con nosotros, cuya mayoría pertenece al género femenino tradicional? Pañuelos, pashminas, tours Eiffel de todos los tamaños, imanes, relojes, boinas, etc. ¡No hay caso! Mujeres en lugares turísticos son un verdadero peligro para la billetera.  

    Luego que los guías consiguieron, a duras penas, sacarnos de manos de los vendedores, nos llevaron a ver a la gran dama metálica francesa: le Tour Eiffel. Aquí las fotos fueron de todo tipo, selfies individuales y grupales, incluidas perfomances especiales. Nos cansamos de tomar fotos. También había vendedores y, obvio, no faltaron las que volvieron a comprar como si no hubiera un mañana,😂.No entraré en los detalles arquitectónicos de este monumento, pues cada cual puede perfectamente encontrarlos, mucho más completos de lo que yo pudiera contarles. La verdad es que, llegados a este punto, ya nos sentíamos realizados. ¡Estábamos viendo, de cuerpo presente, la gran torre francesa conocida en todo el mundo! ¡Uno más de nuestros sueños hecho realidad! 

   Recorrimos la Avda. de los Campos Elíseos, la principal arteria urbanística de París, con sus edificios de estilo barroco, en que se ubican los cafés más famosos, teatros y tiendas de lujo, conocidas mundialmente. Esta avenida tiene por un lado la Plaza de la Concordia, donde en la actualidad se ubica un obelisco traído desde Egipto en el mismo lugar en que antes estuviera levantada la guillotina que durante los inicios de la Revolución Francesa y en medio del período llamado de El terror, terminó con la vida de muchos. En el otro extremo de esta avenida se encuentra el Arco del Triunfo, mandado a construir por Napoleón Bonaparte el año 1806, aunque no lograra ver su término.   

   Finalmente, este tour panorámico dio a su fin alrededor de las 13 horas en estación Carrousel del Louvre. La idea era que desde allí, tomáramos, cada cual o en grupo, la dirección que quisiéramos para almorzar, comprar y conocer otros lugares. Con mi compañera de habitación (de Arica) y sus amigas (también nortinas) estábamos decidiendo qué hacer y dónde ir, cuando un matrimonio se acercó a nosotros y nos propuso ir a Montmartre, un municipio y distrito de París, conocidísimo como centro de la vida bohemia y en cuya colina se ubica la Basílica del Sagrado Corazón ❤. Éramos 8 personas y decidimos acoger la sugerencia, por lo cual, luego de unas compras de más souvenirs, tomamos sendos taxis y partimos a conquistar el Montmartre. Llegamos sin inconvenientes, logrando comunicarnos a duras penas, 😂,  luego de pagar casi 15 euros (÷4, la gran ventaja). La entrada a la Basílica era gratis, de manera que no invertimos más por el momento. Hermosa construcción, iniciada el año 1875. Allí prendí una velita en memoria de mi querida Mirella.  

    Demoramos un poco en salir a recorrer las calles de la bohemia artística del lugar. Cuando no se nos perdían unas, se nos extraviaban otras (esto de andar con mujeres...). Al final, reunido todo el rebaño, nos fuimos a recorrer el típico lugar, lleno de locales de comida, de venta de souvenirs, de tiendas que ofrecen acuarelas y pinturas de diverso tipo. Al sector se le conoce también como el Barrio de los Pintores. Luego de vitrinear y caminar un poco, elegimos un local para almorzar. Debía ser conveniente en el precio, pues el día anterior mis compañeras de aventuras se habían "aventurado" en un local top, donde se habían dado el lujito de consumir pato como principal, que les había salido un ojo de la cara y les había dejado el otro colgando, 😂. Yo me había librado de ese derroche, pues, entre ires y venires, me separé de ellas. Encontramos un aviso de Menú a 14 euros, que nos pareció muyyy conveniente, con una entrada, un principal y un postre o café. Ingresamos. Más que hambrientas estábamos necesitadas de ir al baño. Ya adentro descubrimos que el local era de un chinito (pol eso la balatula,  😂). La mayoría se inclinó por una sopa de cebolla, otras, por una salade compossé. Principal: carne frita, unas; otras, spaguetti a la boloñesa. Postre, casi todos (una bola de helado, ¡más minúscula la bola!, 😂) y yo, café ☕, también iñi piñi, pero muy bueno, de ése cargado, oscuro y espeso que les gusta a los españoles. Alimentados y tranquilos, ya siendo las 16,30 procedimos a abandonar el local y, luego de acompañar al matrimonio en unas compras -esperarlos más bien- íbamos a regresar al hotel, para, a las 20 hrs., participar en un tour por un París Iluminado.  

 ¡Paciencia, paciencia! Compras, demoras, pérdidas de vista momentáneas. De pronto, veo a una de las compañeras, sirviendo de modelo a un dibujante, en plena calle, por 20 euros la gracia. ¡Quedó bien bueno su retrato, pero se demoró un poco! Luego se le ocurrió a otra, ¡más demora! A pesar de eso, resultó novedoso e interesante conocer y ver a los artistas en plena acción, buscando clientela entre los turistas. También resultó novedoso reconocer los distintos estilos. Cabe señalar que las "chiquillas" del grupo salieron beneficiadas. Los pintores y dibujantes parecen ser también algo magos en su oficio, 😂. Bien, ya se acercaba el final de la tarde; se había  puesto bastante helado y debíamos regresar. El matrimonio dijo que sabía por dónde ir para tomar el Metro. Una tocaya mía aseguró lo mismo, así que, con tal contundencia de respuestas, aceptamos todas irnos en Metro. Preguntamos, caminamos, volvimos a preguntar, volvimos a caminar, otra vez a preguntar, vamos caminando nuevamente y...¡basta! ¡La hora avanzaba y no lográbamos encontrar la Estación desde la cual había que tomar la línea 3, llegar a otra estación, avanzar chorrocientas estaciones más, bajarnos en una que sonaba parecido a la palabra "gallina" y, desde allí, caminar hasta el hotel. "¡No, no, no, no..., la margarita ya está marchita!" , dijera Joaquín Sabina. Ya había  avanzado la hora y no podíamos seguir buscando. Decisión del caso: aviso al otro grupo (los que aseguraron saber dónde estaba el Metro, jajaj) que las otras cuatro habíamos decidido irnos en taxi, costara la cantidad que fuera. Ahora, a buscar taxi. Nos repartimos en dos lugares distintos para atrapar al primer taxi desocupado. ¡Uff!, al fin tuvimos suerte pasados unos minutos. Hacernos entender no fue tan difícil (sabíamos la dirección) y nos embarcamos antes de que el chofer se arrepintiera (tuvimos la experiencia antes que sólo aceptaban 3 pasajeros en cada vehículo) Llegamos finalmente al hotel, apenas media hora antes de la cita para el tour nocturno, luego de pagar 35 euros y, personalmente, no creer mucho en lo que me aseguren mis congéneres.  

    París Iluminado fue fantástico; no cabe otro calificativo. Ver similares monumentos, ahora en su versión iluminada y tener la posibilidad, sin ningún peligro, de bajarse del bus y tomar fotografías, fue algo impagable y que quedará en la memoria por mucho tiempo, como seguramente lo que conoceremos mañana, que ya les contaré. Como ya es bastante tarde y debemos madrugar, el relato de nuestras aventuras queda hasta aquí  por hoy. ¡Bonne nuit, mes amis! 















2 comentarios:

  1. Tráeme un buho francés pequeñito. Gozala querida cuñada, toma champan y pasa a probrar todos los perfumes que te ofrezcan.

    ResponderEliminar
  2. Ya abandoné Francia, pero buscaré en otro país. Gracias por tus buenos deseos. Hoy probé vino en Bruselas, 😄

    ResponderEliminar