domingo, 27 de marzo de 2022

Huidas y regresos...

     

    Casi llevada de la mano de la obra La ignorancia del novelista checo Milan Kundera, a ratos un correlato literario de la Odisea de Homero, volví a esos años postuniversitarios de la década del '80 del siglo pasado (¡uyy!), no porque me haya dado cuenta de mi profunda ignorancia una vez trabajando en terreno,😃, sino porque a los cuatro años de haber abandonado las cátedras superiores fui a dar "una vuelta" por el campus, llena de nostalgia y añoranza ('añorar', proveniente del catalán 'enyorar',  derivado a su vez del latín 'ignorare', 'no saber algo' y por ello dolerse de no saber. ¡Qué 'ignorante' me sentí en esos días -y en otros también-, claro que en este sentido -aunque a veces también en el más popular, lo que no deja de ser natural, miren que la sabiduría demora en llegar-). Sin embargo, ese viaje de vuelta a mi 'Ítaca' universitaria fue lamentable: todo me resultó extranjero, ajeno, irreconocible, desde el punto de vista espiritual, tanto así que en unos versos que aún conservo, 😡, traté de plasmar el cómo me sentí en esas horas de regreso a la Isla Teja (no Itaca, aunque para el caso coincidan).

   "Volví  a mi tierra, / extraña de tantos,/ extranjera de muchos. /No quise resucitar muertos / y sólo me dediqué a observar / escaparates llenas de momias bailarinas y felices./ Ajena...ajena.../así me siento.../ Ya no soy la misma, / ya no me conocen, / son todos jóvenes: /remedos de mi juventud pasada, / tan poco vivida....",etc., etc.  

   Como pueden ver no fue muy positivo mi regreso a Ítaca. Ya nada era igual. Yo ya no era parte de ese pequeño, querido, añorado mundo y ¡sólo  habían  pasado cuatro años y tenía 26 en el cuerpo! El tiempo a veces es como una loza. De esa experiencia me ha quedado la lección de tomar con más cuidado esos raptos de nostalgia por el terruño y por la infancia, para evitar el caer en el sin-sentido y la noia.  No me pasa cuando visito Valdivia, la ciudad, y vuelvo a recorrer la ribera del río, sola y a pie. Tampoco me pasó una vez que fui a Puerto Nuevo, sola (lugar de mi nacimiento y primera infancia). Hay una ocasión, eso sí, en que la magia se mantuvo en compañía; sin duda se debió a que el recuerdo era compartido por los tres hermanos mayores que en muchas ocasiones estuvimos en la casa de "los padrinos" en Puerto Nuevo. No había nadie en 🏡-sólo el gato-, eso permitió precisamente que pudiéramos acariciar con la mirada la casa, el antiguo pozo, la huerta, las bodegas, el patio. Todo estaba allí, no como en nuestra memoria, pero fácilmente reconstruible. Fue hace tres años y la distancia temporal era a lo menos de 54 años ("Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos...") Cuando niños, fuimos felices allí cada vez que estuvimos de visita, junto a personas que, en su mayoría, ya no están en este mundo, pero que fueron importantes en nuestra infancia compartida. Traje a la memoria este 'encuentro' feliz con el pasado para aminorar el poco feliz de los versos de más arriba.   

  En La ignorancia de Milan Kundera (publicado el año 2000) ni Irena ni Josef, luego de 20 años de ausencia, logran sentirse a gusto en su país natal. Han vuelto a Praga más por motivación externa (¡¿Cómo no vas a ir ahora que la situación política es segura?!, les dice más de alguien; ¡Tienes que ir!, les insta alguna otra persona) y casi como sintiéndose culpables por no sentir la esperable morriña por el terruño natal,  se suben a un avión ✈ y recorren el regreso al pasado. No les va bien, no podía irles bien: no había nostalgia sincera ni verdadera. Y al igual que a Ulises, nadie les pregunta lo que ha sido de su vida en 20 años de ausencia, eso no importa para los demás, sólo importa lo que han vivido allí en la isla o en Praga, vale solamente lo que han sufrido los que se quedaron mientras él o ella estuvieron ausentes y "a salvo". Por allí asoma la situación política de la nación checa invadida por segunda vez, esta vez por integrantes del Pacto de Varsovia, liderados por Unión Soviética  (¿por qué no me extraña interiorizarme de esto?). Hay en estas páginas también una relación amorosa breve, con un regusto amargo, que dejo sin spoiler para los/las interesados/as.    

  En La broma, la primera novela -año 1967- del mismo autor, la historia asimismo inicia con un regreso. Ludvik regresa a su ciudad natal, no por añoranza, sino por venganza. En ese lugar ha citado a la mujer de un amigo de su juventud, transformado en enemigo a merced de la sanción que le impuso cuando tenía 20 años. Su gran logro juvenil fue pertenecer al Partido (comunista, claro) y su máxima aspiración, "hacer carrera" en él.  Este ex amigo transformado en enemigo fue el dirigente que lo condenó de por vida al ostracismo, al extrañamiento, a la expulsión deshonrosa del Partido y todo por una desafortunada broma.  

¿Cuál fue la broma que tuvo tan "terrible" secuela? ¡Ajá! Los dejo en el misterio,😈. La crítica satírica al Partido Comunista Checoeslovaco es fuerte; se  presenta como una organización falta de humor, grave, absolutamente "cuadrada", perseguidora a ultranza de cualquier pequeño signo de individualismo. Nada es privado, todo es colectivo (esto me suena, 😏). Esta novela tiene una fuerte raigambre biográfica, que, además, una vez se produce la invasión soviética de 1968, es prohibida, además de incluir a su autor en una lista negra de enemigos del régimen. ¿Logra Ludvik vengarse después de 15 años? Alcanza lo planificado pero no obtiene la gratificación personal que esperaba. Si bien es cierto que dicen por ahí que la venganza es un plato que debe servirse frío,  parece  que a L. se le congeló,  😉   

   La obra más  extensa, contundente y densa leída en esta ocasión es La Inmortalidad, ese gran objetivo universal de todos los tiempos de la especie humana (al menos de la mayoría de sus ejemplares). Publicada en 1988, si bien no es la más  exitosa (la más conocida mundialmente es "La insoportable levedad del ser", de la que se realizó una versión fílmica hace unos cuantos años), repasa y analiza la inmortalidad de personajes como Goethe, Beethoven, Napoleón y de Bettina Brentano, una novelista alemana, que persiguió durante toda su vida a Wolfang Goethe.

Todos los sabrosos detalles de esta "persecución", más algunas suposiciones aparecen aquí, sirviendo de fundamento al tema principal, por supuesto (no es por el gusto de chismear...o no sólo por ello, 😃). Junto a estas inmortales personalidades aparece la vida de unos personajes ficticios, casi en correlato paralelo a los famosos ya mencionados, de los cuales algunos gestos físicos no son otra cosa que muestras de la búsqueda de inmortalidad. Por allí, Kundera plantea la idea de que la máxima cartesiana "Pienso, luego existo" es un error; que debiera ser "Siento, luego existo". Y ahí, yo, insignificante ser-no-buscador-de-ningún-tipo-de-inmortalidad, oso hacerle una pequeña observación a este gran escritor : si los animales y la naturaleza también son "sintientes" de acuerdo a la CC., ¿serán, entonces, ellas, ellos y elles buscadores de inmortalidad y, por tanto, rivales nuestros en aquello? Tal vez si pensamos, por ejemplo, en el monstruo del lago Ness no nos quepa ninguna duda. Hasta pronto...o hasta siempre, amigos míos, si acaso alcanzamos la inmortalidad.   

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