jueves, 28 de octubre de 2021

Un buen día para morir...

   Mientras pasaba por la Pérgola de nuestra ciudad y observaba in situ cómo estaban descargando flores 🌼 💐 y 🍃🍂hojas frescas, pensé que este día miércoles era un buen día para morirse, 😶. Sí, es así. ¡Qué mejor que bellas y lozanas flores en los diversos ramos y arreglos que harían llegar mis familiares y amigas hasta mi tumba! Hasta podría captar los perfumes...si estuviera viva. Para ser bien práctica, la idea sería "parar las chalas" un día martes y realizar el funeral el miércoles. Total, para qué estar tres días a la espera si no creo que resucite. Un detalle, eso sí, quienes lleven flores cómprenlas el miércoles, pues las del martes estarán bastante marchitas, 😉.  

   Fuera de bromas y esperando que "mi hora" me llegue lo más lejos posible (ojalá en un plazo de 20 a 30 años como los créditos hipotecarios), siempre que mi salud sea buena o aceptable, sería lindo morirse en primavera. Esta fecha cercana al 1 de noviembre es ideal por el ambiente floral de cada año... ¡Ohhh!, de pronto me viene a la memoria el título de una obra dramática del español Alejandro Casona llamada "Prohibido suicidarse en primavera" que tuve el privilegio de dirigir y llevar al escenario mientras trabajaba en el Liceo de La Unión por la década del '80 del siglo pasado. Me parece escuchar un ¡uhhh! de música  de fondo,  😂 

    [Entre paréntesis. Poner en escena esa obra constituyó todo un hito para mí. Lo mantengo entre los logros más satisfactorios y felices de mi quehacer como docente de Castellano en aquel Liceo, en el cual tuve varios debo agregar. Fue una temporada completa de trabajo para el Taller de Teatro a mi cargo. Ensayos, preparación de escenografía, correcciones, vestuario, ensayos y... más ensayos. El grupo de actores y de escenógrafos fue extraordinario. Pertenecieron a él buena parte de los alumnos más destacados a los que hice clases en esos 6 años de docencia. La representación resultó impecable y el marco en el que se desarrolló fue el Hotel Alemán de esos tiempos, que contaba con un fabuloso escenario. No agregaré nombres de quienes participaron pues, aunque me acuerdo de algunos, también debo admitir que he olvidado a varios y no sería justo. Es una obra en que el amor y el deseo de continuar viviendo le gana la partida a la desesperanza. Cierro paréntesis].

   Lamentando no tener por segundo nombre Faustina, venía pensando mientras regresaba a palacio, que podría ofrecerle mi alma al Malulo si me asegurara 25 años al menos (algo así como lo que hacen los que toman un hipotecario con un banco, 😁). Total, me dije, si no hay nada al otro lado, da lo mismo. Pero si no hubiera nada, me respondí yo misma, qué  interés tendría don Sata de hacer un pacto. Más mejor que no,😓. De improviso aparece ante mí una escena: dos hombres inclinados ante un globo terráqueo eligiendo al azar un lugar. Trato de hacer memoria: es la escena inicial de una obra de Morris West (uno de mis escritores preferidos en mi adolescencia), Las sandalias del pescador. Busco en Internet para verificar si mis recuerdos no me fallan pero no logro encontrar esa escena y el argumento no se ajusta. Sigo buscando y casi me doy por vencida cuando pienso en A.Casona, dramaturgo ya mencionado más arriba. Busco un listado de sus obras y...¡tate! La obra se llama La barca sin pescador. Algo en común tenía con el título anterior pero era de otro autor. ¡Qué vergüenza, 😡! ¡Vaya error! Al menos en ambas había un pescador, 😂, y en eso no me equivoqué.  Lo comento porque a estas alturas ya no pretendo ser perfecta (lo fui pero ya me "curé" de aquello, 😂) 

   Lo curioso es que en esa breve escena grabada en mi mente también hace su aparición el diabólico. Y yo me había referido hacía unas líneas a Fausto. En fin, cada vez creo menos en las "casualidades". ¡Momento, momento! No sugiero nada de carácter escatológico ni esotérico. Simplemente creo que es el resultado de las extraordinarias asociaciones que realiza nuestra máquina pensante, parecido a lo que hace Internet cuando se entera de nuestros intereses y nos hace llegar en todos los anuncios posibles alternativas que satisfarían el interés manifestado. No sé si me explico o he logrado la mejor imitación de la verborrea cantinflera, 😅.  

   Volviendo al tema inicial, es un acertijo no resuelto esto de qué es mejor: saber o no el día en que uno se va a ir al "patio de los callados" (creo que les confidencié una vez que en el Liceo de La Unión, donde también fui alumna, había un patio interior conocido con ese nombre; era utilizado por los que querían  estudiar. Si mal no recuerdo -ya no confío mucho en ello, 😅- había un gran árbol  en el centro del patio, como ese gran arce de Juego de Tronos,  pero no era rojo, salvo que yo haya sido daltónica en ese tiempo). Aún no sé si será mejor saberlo o no, decía. Ambas posibilidades tienen ventajas y desventajas. Saber cuándo  permitiría  prepararse y dejar todo ordenado, pero la angustia de lo desconocido y/o de la nada podría ser insoportable. En fin, lo relevante es que no lo sabemos y eso no es negociable, independiente de sus ventajas o desventajas.  

    Es impresionante que, luego de haber deseado con ansias llegar a "grande" cuando era niña, llegar a adulta y alcanzar la independencia cuando era adolescente, que mi hija sea grande cuando era pequeña, lograr estabilidad económica y emocional, etc., en todos esos deseos y anhelos pasó la mayor parte de mi vida. Miro hacia atrás -porque hay que hacerlo de vez en cuando- y todo parece haber transcurrido en un suspiro. Por suerte que, aunque los años por vivir ya sean bastante menos que los vividos, mi espíritu no ha envejecido. Imagino que a todos o casi nos pasa lo mismo. Ojalá pudiéramos ver en el espejo ambas imágenes, la real y física que responde a los años calendario y la que se siente en el ánimo y en el alma (bueno, es lo mismo, ánima=alma). Sería maravilloso para poder reconciliarme con el espejo, que de un tiempo a esta parte se ha transformado en mi peor enemigo.  

   "Y cuando llegue el día del último viaje

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar."

Retrato, An tonio Machado.

  Versos perfectos para terminar el escrito. Lo importante es que, además de ligera de equipaje, esté ligera de culpas y arrepentimientos. Trabajaré en ello. Hasta pronto. 

   

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