martes, 26 de octubre de 2021

No mires atrás...

  

    ¡No mires atrás!, le dijeron a la mujer de Lot, mientras escapaba con su familia de Sodoma antes de que ésta fuera destruida, pero ella miró. Y ¡zas! Nada menos que fue convertida en estatua de sal, que aún existe en un monte a orillas del Mar Muerto en Jordania. Al parecer, la furia de Yahveh ante la desobediencia de la mujer -y de los sodomitas- tuvo consecuencias de larga duración desde nuestra perspectiva humana. Jordania es un país desértico, donde el mar que posee es salado y las pocas fuentes de agua dulce son un verdadero tesoro, insuficientes para cubrir las necesidades de la población. La escasez hídrica es una amenaza real en este lugar. Flaco favor les hizo Yahveh a los antepasados de los jordanos. A pesar de lo anterior, les adelanto que no voy a hablar de ellos ni de esta increíble nación, que surgió, parece, por culpa de la esposa de Lot. Las interpretaciones del castigo a esta congénere hablan de desobediencia, curiosidad, añoranza y nostalgia por un tipo de vida pecaminosa. Y fue juzgada por una miradita echada a la rápida. Para tranquilidad de las almas sensibles, dicen los exégetas que no es más que una metáfora. 

  [Entre paréntesis: después de un concienzudo análisis he llegado a la conclusión de que en este mito bíblico está el origen de la expresión "la curiosidad mató al gato", curiosidad que también se le ha achacado, en general, a todo el género femenino en calidad de defecto. Imagínense a Marie Curie sin curiosidad: no habría descubierto el polonio ni el radio, con la ayuda de su marido. Cierro paréntesis]. 

   Me sentí aguijoneada a escribir debido a un mensaje que subió una amiga de Facebook, colega para mayor especificación. Entre mis tareas autoimpuestas, acostumbro a revisar a diario, al menos una vez, las "noticias" de fb. En esa revisión doy más de un like,  o 😂 a alguna publicación, o realizo algún comentario, todo siempre y cuando lo que allí aparezca esté completamente de acuerdo con mis ideas. De otra manera, "paso". Hace un par de días apareció una publicación en la cual se señalaba que vivir sólo significaba ir hacia adelante -de lo que no me cabe  duda- pero, agregaba, que no había que mirar hacia atrás. Analicé la propuesta y me abstuve, pues no estaba en sintonía con la última parte, al igual que le sucedió a la cónyuge de Lot. A pesar de ello, sin que haya ningún Lot en mi vida, quedé "sacándole punta al lápiz" (expresión recién inventada por mí, 😁). Mientras "rumiaba" las razones de mi disentimiento consideré que podría hacerle un bien a este mundo si las compartía.    

   Es cierto que la vida tiene sólo la dirección hacia adelante >>>. Imposible  retroceder, salvo que seamos como Benjamín Button o se produzca una involución emocional, que no es el caso. No podemos ni debemos quedarnos estancados para siempre en una situación o momento específico de nuestras vidas. Tal vez, algo paralizados si cabe, según las circunstancias que nos toque vivir, lo que será, si sucede, por un tiempo acotado (a excepción de que se produzca un desajuste mental irrecuperable). No obstante, también es una verdad "del porte de un buque" que no podemos prescindir del pasado, lo queramos o no. El aforismo del filósofo y poeta español George Santayana que puede ser leído por los visitantes del bloque número 4 de Auschwitz, "Quien olvida su historia está condenado a repetirla", ratifica la gran cantidad de personas que están de acuerdo con la afirmación, con mayor razón si pretende grabar a fuego las terribles consecuencias de un régimen nefasto. Y esta máxima, que calza a la perfección con lo sucedido allí, también es  aplicable a nivel individual.    

   Uno es lo que es por nuestro origen y pasado, porque allí se encuentran las bases que fundamentaron nuestro presente o porque allí está el motivo que nos hizo rectificar el rumbo. Sea lo uno o lo otro, no hay que olvidarlo y es necesario mirar hacia atrás para aquilatar los avances ...o retrocesos. Es un referente imprescindible para valorar el hoy que estamos viviendo. El doloroso y/o vergonzoso pasado es el obligatorio trago amargo que de vez en cuando deberemos beber hasta que el distanciamiento permita ir inhibiendo los efectos, mientras que, al contrario, la felicidad anterior nos traerá  el deseo de recordar y preservar lo vivido y, tal vez, si cabe, corregir los errores cometidos y ganar en sabiduría. Lo relevante es que ese pasado, bueno o malo, no prevalezca sobre el presente que es el tramo sobre lo cual podemos ejercer alguna acción válida. Al final, lo que tenemos para vivir, como expresó Nicanor Parra en "El último brindis" acaso sea sólo el mañana, pues el ayer ya pasó y el presente no existe. ¡Salud por eso! 😁😂.

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