jueves, 26 de agosto de 2021

Sálvese quien pueda...

  

   Éste pareciera ser el lema en estos días, no sólo en Afganistán (donde ha llegado a su máxima expresión), sino también en Haití, México, Estados Unidos, Turquía, Grecia, China, España y hasta Argentina. Las razones no tienen un solo origen. Hay principalmente dos: crisis climática y crisis socio-política. Y en ambos casos, los más sufrientes, por razones lógicas, son los desfavorecidos por la diosa fortuna, aunque, en algunos eventos, la catástrofe no cataloga por lo que se tiene en la billetera.   

   A salvarse a como dé lugar es lo que intentan los extranjeros y colaboradores en tierra afgana. En una carrera contra el tiempo los aviones evacúan al máximo de sus capacidades, pero parece que la batalla está perdida para muchos. Nosotros, meros observadores y sin ningún poder político y escaso poder económico, no podemos hacer nada, lo que no nos impide sentir que podríamos hacer algo, por ejemplo, ofrecer un techo a quien lo necesita. Claro, más de alguien pensará, con justa razón, por qué no mejor ofrecemos cobijo a algún compatriota en situación de calle. ¿No será que nos ponemos generosos porque sabemos que la posibilidad que se nos cobre el ofrecimiento es nulo? Tal vez haya algo de aquello. Si así fuera sin duda invalidaría completamente nuestra "altruista" actitud y no pasaríamos de ser la personificación de un fraude de los tantos existentes. Porque si se piensa en dar refugio es porque se puede. Y si se puede por qué no hacerlo efectivo con cualquier ser humano. 

   A mi favor, su señoría, debo señalar que las situaciones son distintas. Los chilenos que viven en situación de calle, en un alto porcentaje, son personas que no se ajustan a vivir de una manera "socialmente" aceptable. Muchos han elegido esa vida, se sienten libres; otros han derivado a ella por infortunio pero tampoco se avienen a una vida hogareña, amén de los que arrastran consigo historias envueltas en las drogas y el alcohol, imposibles de erradicar. Y como no soy santa ni me llamo Teresa, cero posibilidad  de ponerme generosa con un o una indigente connacional. No, mi bondad no da para tanto. Junto con ello, no tengo ganas de acarrearme problemas gratuitamente ayudando a quienes ni agradecen. Porque ésa es otra cosa. 

   Las personas ya no saben agradecer y, al contrario, se sorprenden si uno da las gracias frente a un gesto de deferencia o amabilidad básica. También es cierto que uno no debiera hacer algo esperando que le agradezcan o le rindan pleitesía, pero tampoco es grato observar la indiferencia o el desagradecimiento en el que recibe una ayuda. En la actualidad, se considera tener "derecho" a todo por el sólo hecho de pertenecer a la especie humana, por lo que si entregas una ayuda con tu obligación no más cumples en darla. Parecieran estar pensando "soy una persona "igual" que usted por lo que no estoy obligado/a, ni siquiera por consideración, a agradecerle lo que me entrega. Su deber es ser solidario y contribuir a la equidad y dignidad, de otra manera estoy mi derecho de quitárselo si no lo hace voluntariamente y con la cara llena de risa". Más de alguno, deja entrever esto a través de su discurso.    

    Y a pesar de lo anterior, vivimos en una especie de oasis. Sí, tal como lo lees. Rodeados de desierto, metafórica y casi literalmente hablando, sobre todo en los últimos años de una sequía creciente. El desierto aumenta y los vergeles se reducen. La tranquilidad de apenas hace un par de años se ha roto y nuestro oasis ya parece una Torre de Babel. Se hizo atractivo para muchos foráneos que llegaron a pie o en caravana (como sea ya da lo mismo), con buenas y malas intenciones (lo que siempre sucede), con el objetivo de mejorar sus vidas familiares o hacerse la América personal, con ánimo de trabajar honestamente o traficar... En fin, nada nuevo bajo este sol cada vez más presente y cotidiano. 

   No culpo a los que han llegado por la pérdida de tranquilidad, aunque algo han colaborado, especialmente en el Norte y en la capital. Son muchos los factores que han contribuido a este estado actual de cosas, en que la incertidumbre sanitaria, económica y política se disputan la supremacía. A ello se agrega la violencia verbal y física, el inconformismo permanente de varios y el resentimiento de muchos, que consideran que ha llegado el momento de "cobrar deudas históricas" y ascender al poder. 

   Sin embargo, a pesar de esto y del negro futuro económico y político que se vislumbra (cruzo los dedos para que sólo sean nubarrones que se los lleve el viento), nuestro país aún es un oasis. Hay vacunas, hay alimentos, hay trabajo (para los que quieren trabajar), hay ayudas estatales, uno puede salir a la calle sin sufrir los efectos de una guerra, ocupación o dictadura (a excepción de la delincuencia que afecta a varios pero no a todos), hay educación, "maoma" pero la hay, un sistema de salud "robusto", libertad de expresión, libre competencia, etcetc. Y no hay, por ahora (toco madera), incendios, huracanes, tornados, terremotos, aluviones y riadas catastróficas, guerra, dictadura, ocupación territorial, pobreza extrema, hambre (estamos bastante gorditos muchos), volcanes en erupción... 

   No obstante, tarea ingente y, ojalá consciente, tienen nuestras autoridades para prepararnos para el futuro inmediato y mediato. Somos un territorio que debiera estar en estado de alerta frente al cambio climático ya en marcha. Según cálculos científicos estamos severamente expuestos. Si a ello le agregamos el deterioro social, económico y político al que podemos llegar, será el momento en que nosotros estaremos corriendo a un aeropuerto para salvarnos de la hecatombe (voy a cruzar los dedos ahora por si tocar madera no es suficiente). Así que, aunque no seamos autoridades y no tengamos un amplio poder, somos parte del engranaje y más de algo podemos hacer desde nuestra pequeñez (en mi caso, metáfórica y literalmente hablando, jajaja): decir "no estoy de acuerdo" cuando corresponda, votar a conciencia cuando sea el caso, condenar lo condenable, no caer en la violencia verbal o física, dejar de rezongar por todo, valorar lo que se tiene, actuar sin dañar a los demás, estar unido a los tuyos y a los que piensen similar. Es probable que no logres mucho, pero tu ejemplo algo dejará. Los actos dicen más que las palabras...siempre.  Hasta pronto.

2 comentarios:

  1. 👏👏👏👏👏👏👏👏👏 👏👏👏👏👏👏
    cuando nos juntemos me gustaría conversar algunos puntos que tocas en el texto.

    ResponderEliminar
  2. ¡Excelente!En todo caso, nunca nos faltan temas.

    ResponderEliminar