domingo, 2 de junio de 2019

Desconfía de aquéllos...

    No hace mucho leí por ahí que las personas que tomaban café sin azúcar eran malvados. No me  interesé por adentrarme en tan "profunda" reflexión porque me pareció, de buenas a primeras, antojadiza, por no decir ridícula. Y  pulsé la tecla "delete". 

    Sin embargo, al escuchar, esta vez, que las personas que tomaban amargo el café no eran confiables, lo que me parecía había partido a la papelera cobró vigencia. Y me quedé dándole vueltas a esta última versión para ver si descubría la extraña asociación que a alguien le había llevado a dicha conclusión, más de alguna mala experiencia,  los resultados de  una brillante investigación científica  o, tal vez, sólo un polémico anzuelo publicitario. Lo cierto es que en la actualidad, la "realidad" virtual pareciera llevar las de ganar frente a la realidad concreta, pues lo que se dice y comenta por las redes adquiere más credibilidad que los hechos mismos. 
   En relación a la "interesante" aseveración que origina estas sesudas elucubraciones, debo señalar que lo ideal sería realizar una investigación en forma, con un número de encuestados que sea significativo, considerando que desconozco el respaldo de la afirmación. Sin embargo, como esto sería una empresa de una  envergadura que va más allá de mis posibilidades, he optado por desmenuzar semánticamente la expresión, acudiendo además a todas las asociaciones lógicas -e ilógicas- que forman parte de mi capacidad intelectiva (jajaja), aparte de indagar en las honduras y longitudes del mundo virtual.
    Buscando la razón de la sinrazón me interné en el tupido  bosque de Google para examinar antecedentes sobre esta interesante cuestión, teniendo el cuidado de revisar los árboles nativos y no las malezas googlianas (¡guau, me estoy pasando de creativa y metafórica!). Me explico pues no todos son expertos en "figuras retóricas"(metáforas, comparaciones, metonimias y demases recursos utilizados especialmente en el ámbito poético) y "neologismos" (vocablos nuevos, que actualmente surgen especialmente del ámbito tecnológico). Cuando hablo de "árboles nativos" me refiero a la información seria y responsable, mientras que las "malezas" corresponderían a aquello que suele aparecer en más de un pretencioso Blog cuyo único objetivo es alcanzar algo de la efímera fama del mundo virtual, sin ningún rigor académico ni científico (como éste, jajaja)
    Debo compartir con ustedes que  mi incursión por Google ha sido de lo más ilustrativa. Me he enterado de cosas que ignoraba (obvio, no soy experta en todo como los sabios clásicos o renacentistas) y algunos mitos conocidos pero no aceptados se derrumbaron como tras el paso de un tornado. Por ejemplo, que el café es dañino en todas sus formas. ¡No, señores!, digo con una enorme sonrisa. También éste tiene varios efectos positivos, escribo, mientras degusto de un caliente y saborizado té verde con limón, potenciado con cáscara del mismo fruto. ¡Mmm! Me he aficionado a estos gustos sofisticados, sin duda, principalmente, por  efectos de la propaganda positiva y negativa. Positiva hacia el té verde y negativa hacia el café. Pero, debo aclarar, para salvar mi prestigio y uso del libre albedrío que la religión católica me otorga (ja), que la publicidad no me habría conquistado si no estuviera en mí la voluntad (o gen, ¿o adicción? ) de probar lo diverso y lo nuevo...Por suerte no me ha dado por probar la marihuana y sus variaciones... En fin, me he ido por un camino secundario... (jijiji)
     Volvamos a la carretera 5 Sur...
   Han de saber que el café amargo tiene varios efectos positivos (la fuerza de la costumbre, casi como condicionamiento, me había hecho escribir "negativos"), entre ellos, aporta antioxidantes (por lo tanto,  impide que uno se oxide, obvio, jajaja), previene la diabetes y el Alzheimer,  disminuye el riesgo de  demencia y elimina la celulitis. "No haberlo sabido antes", me digo. Pero aún no es tarde. Me propondré, a partir del lunes, beber café amargo al comenzar el día, con la clara ventaja de ahorro de endulzantes diversos. Claro que deberé cuidar no buscar compensaciones exageradas a lo largo de la jornada.
    También aprendí qué es lo que hace más amargo al café y el por qué de su atractivo y status.
    El amargor en el café es clave  para determinar su bondad (entiéndase "calidad"), de lo contrario nos enfrentamos a uno dulce o ácido (no tengo idea cuál será este último). Esta amarga  característica  (más bien cualidad, según los entendidos) depende del tipo de café (y aquí me encontré que los hay Arábica y Robusta), de la cafeína que posean, del porcentaje de unos  ácidos específicos,  además del tueste y del grado de maduración. Eso en el producto en sí, porque además, están la manera de cultivarlo, el clima, el tipo de terreno, el cómo se cosecha y procese, etc., etc. En fin, una larga lista de variables  intervienen en el resultado final, que,  como pueden apreciar, no es una cosa poca. 
   Pero, ¿qué tiene que ver esto con ser malvado o poco confiable?, se preguntarán ustedes. Para allá vamos, ¡tatatatán...!
   Según la investigación de "campo" que realicé (campo virtual, jeje), unos científicos austríacos llegaron a la conclusión, luego de un estudio con mil sujetos (austríacos, obvio), que los que compartían esta preferencia tenían tendencia a la psicopatía, al narcisismo y al sadismo. ¡Diablos!, exclamé, ¡qué fuerte! Por suerte, yo lo endulzo y, creo, no tengo tendencias a "eso", ¡glups!, salvo cuando era pequeña (ya les he compartido que despedazábamos a los saltamontes o "saltapericos" como les llamábamos nosotros).
Junto con ello, pienso en algunos austríacos famosos, Mozart e ...Hitler (¡ohh!) y me sumerjo ipso facto en internet, donde aumento rápidamente la lista de  austríacos  ilustres : Haynd, Schubert, Strauss, Klimt, Freud, Mendel, Stefan Zweig y...¡uff! muchos más, pero menos conocidos por mi bella persona. Trato, además, de averiguar sus gustos en relación al café, pero no encontré nada al respecto (por ahora). De lo que sí me enteré es que el malvado Hitler consumía bastantes alimentos dulces, sólo que lo hacía en forma secreta y privada  (de noche), seguramente para evitar que sus seguidores inmediatos lo vean como débil. Hombre de apariencias, sin duda... En fin, no me  voy a detener en él, de quien ya bastante se ha escrito.
    Independiente del estudio austríaco, es importante señalar que a quienes les gusta la "pureza" en los alimentos (las no-mezclas, ¡¡¡Hitler de nuevo!!!), son personas que  prefieren los sabores intensos y primarios, evitando los suavizantes y edulcorantes. Y como el sabor y el aroma son parte del mismo paquete, la experiencia se hace más plena si esta dualidad se complementa adecuadamente. En su camino al estómago, todo lo que uno ingiere, estimula primero al cerebro (a través de sus efluvios:  nariz ~cerebro), por lo que las papilas gustativas ya están preparadas al entrar en contacto con la comida o la bebida, según sea el caso. 
   Estos gustadores de lo intenso, seguramente trasladan esta inclinación a otros ámbitos de su quehacer humano y, es probable, que también gocen con todo aquello "extremo", en sus relaciones personales, sentimentales, laborales y de ocio. ¡Humm! Parece que la senda es unidireccional  y sin  vuelta atrás. No hay punto de equilibrio. Es decir, es un vivir al todo o nada, a favor o en contra. O es blanco o negro, nada de gris o marengo. O muy buenos...o malvados. Lo suave o tibio no les atrae. ¡Uyy!
    Y a propósito de lo anterior,  hay un refrán que dice "Eres lo que comes", por lo que algo de la aseveración inicial parece tener su fundamento. 
   Seguiré averiguando a ver si me entero de algo más. Mientras tanto,  comenzaré a beber el café amargo, a ver si algo de maldad me surge entre tanta bondad que tengo.
   

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