miércoles, 24 de mayo de 2017

Déjame que te cuente, Mirella..

    Déjame que te cuente, querida  hija, que la vida ha seguido su curso. Ya han pasado cinco años y medio desde que se apagó tu luz y el mundo ha continuado su marcha hacia adelante, inexorable. 
   Y como es costumbre, desde que el mundo es mundo,más de algún cambio se ha producido. 

  En la familia, ha vencido la vida. Varios de tus primos contribuyeron con savia nueva: a los seis meses de tu ausencia llegaron, al mismo tiempo, el mismo día, Diego y Julián, mientras que hace dos años y medio, en la misma de fecha de tu partida, vio la luz José Miguel, quien con su llegada, le dio alegría a un día tan aciago para la familia. 
  Sin embargo, también el tiempo suele resultar un peso para los mayores y es así como tu abuelita -mi madre-,  ya fatigada por el día a día, se dejó llevar sin remedio. Ninguna enfermedad grave por sí misma habría podido con ella a pesar de sus noventa años cumplidos, pero el cansancio vital pudo más que los lazos afectivos. Y por ello, hace un año y siete meses que ya no escuchamos su voz. 

  Nada más definitivo ha sucedido en el clan familiar. Los años se han ido agregando en el calendario de cada hogar y de cada integrante. Somos cinco años más viejos o cinco más grandes. Hay más canas en varios, más grasa corporal  en otros, más experiencia...en todos...

   La vida de tus amigos debe ser, sin duda, la que más novedades debe presentar. Seguramente varias amigas ya serán madres, estarán casadas o viviendo en pareja, con un trabajo ya definido y con sus respectivas profesiones. Tus amigos, ya serán padres de pequeños niños. He divisado a algunos desde tu ventana virtual...que me dejaste abierta... 
   El resto del mundo es el que más ha cambiado desde que ya no estás. 

 Barack Obama terminó su segundo período presidencial con éxito.  La continuidad esperada no se produjo y accedió a la primera autoridad un magnate, una mezcla desagradable de nazi y dueño de fundo,  que se echa al bolsillo la democracia cuando quiere y que pareciera no haber leído nada acerca de las guerras mundiales,  porque no le ha costado mucho, al parecer,  actuar como mono con navaja, al igual que Kim Jong-Un.  

Y mientras el último sonríe como un simplón, el otro tiene cara de niño caprichoso y enfurruñado permanentemente.

Pareciera que estos "líderes", al igual que Putin -y varios otros- se han especializado en echar gallitos, mientras nosotros,  los ciudadanos de a pie, observamos nerviosos unos, indiferentes otros,  los gestos y ademanes grandilocuentes de cada cual en sus estilos particulares y con los acompañamientos acostumbrados.  

   En tanto, en Latinoamérica, las protestas sociales continúan en Venezuela,  Brasil,  Argentina,  México, Colombia e incluso Chile.  Los motivos no faltan: la carencia de comida y artículos de primera necesidad,  los asesinatos de periodistas, el aumento de la delincuencia, la corrupción de los políticos, empresarios y autoridades, mientras la pobreza de muchos sigue campando con éxito.  
    Es cierto que la esperanza de vida ha aumentado en nuestro país más que en ninguno de los vecinos, pero los años extras, ganados al subdesarrollo, la gran mayoría debe vivirlos en una pobreza franciscana debido al monto de las pensiones. 
   El aumento de la agresividad es un factor común, no sólo en nuestro continente. El pensar distinto resulta inconveniente y peligroso, la violencia es pan de cada día y aunque los atentados aún no han llegado a nuestros países tercermundistas, los europeos los reciben tupido y parejo cada cierto tiempo.    

Te contaré que en estos cinco años y medio el rostro santiaguino y de otras ciudades de nuestro país se ha vuelto más moreno. Si cuando tú estabas conociste varios inmigrantes entre tus compañeros de trabajo, ahora aquello ya no es novedad. La cantidad de haitianos es impresionante y se deja notar. Claro que hay que decir que este fenómeno de la inmigración es un hecho mundial, que ya casi es una forma de vida. La globalización no sólo nos ha acercado virtualmente, sino también físicamente. A pesar de ello, actos de odio hacia los diferentes, de discriminación racial, de rechazo a refugiados de guerra no están ausentes en los noticiarios, de modo que si bien algunos logran huir de la miseria y de la guerra, no siempre encuentran una mejor vida. Ya no están a merced de las bombas y balas, pero sí de la explotación...
   Sin embargo, hija, también hay cosas positivas (por suerte) ...y bastantes. Tal vez esta visión medio oscura de nuestro mundo pasados estos cinco años se deba más bien a la exposición y puesta en vitrina del mundo a través de las redes sociales, a la conectividad ininterrumpida, al acceso a todo tipo de información -incluyendo la falsa-, la rapidez e instantaneidad de la noticia. Es probable que el aumento de información a la que se accede hoy sea realmente la causa de una visión sesgada y pesimista, pudiendo ser que las cosas no hayan cambiado tanto como parece.
  Y, variando de tema e ingresando a uno que a ti te preocupaba, te contaré que el cambio climático, aunque Donald Trump haya señalado que éste es un invento de los chinos, ha hecho de las suyas en nuestro país. Acá ya hemos sufrido efectos significativos que muestran a una naturaleza más agresiva. No hace mucho, un pequeño "tornado" dejó huellas destructivas a su paso en Coquimbo, mientras que una copiosa lluvia -no acostumbrada en la región- volvió a hundir en el barro a mucha gente de Chañaral. En tanto, en la zona central, estamos sufriendo de un frío intenso y de nevadas a baja altura, que adelantó la temporada de algunos centros invernales. ¡Frío, frío, frío hace! y eso que aún no llegamos al invierno.  

 Precisamente recordando que en más de uno de los numerosos viajes que hicimos a la capital en Metrotrén, nos sorprendimos al comprobar que había nevado en ambos cordones montañosos, es que este sábado elegí esa vía para irme a Santiago. Cuando llegué a la Estación, no fue la Cordillera lo que me sorprendió, sino la forma de acceder al tren, que ya no es con un boleto, sino con tarjeta (¡cuánta modernidad!), al igual que en tren metropolitano. El viaje -sólo de ida- fue muy tranquilo, rápido, con  poca gente, de manera que pude cambiarme todas las veces que quise de asiento, para fotografiar el paisaje.
 Cuando me bajé en la Estación Sta. Lucía, luego de haber realizado el habitual trayecto en Metro desde la Estación Central, me encontré con una manifestación cultural de pueblos originarios que ocupaba una parte de la Alameda, por lo que el tránsito estaba un tanto congestionado y no resultaría fácil ubicar un taxi. Así que opté por lo más sano: caminar hasta tu  depto., con tan buena estrella que encontré granadas en venta en el camino ...y a muy buen precio, además de ¡exquisitas!

  Releyendo lo escrito, borrador manuscrito con lapicera de cobre que funciona a tinta...(¡uff! , me dio sueño, casi me duermo en el sillón, algo totalmente inconveniente considerando el frío que hace; más vale que me dé ánimo para levantarme de mi cómoda posición y subir hasta el dormitorio, para meterme a una cama gratamente temperada con un calientacamas)... Decía que estuve escribiendo en un block, a mano, cosa medio antidiluviana en estos días, en que todo se digita en un teclado ergonómico o en una pantalla "tach"... Quise recuperar el gusto por ciertos hábitos necesarios hasta hace muy poco y que son una muestra, querida Mirella, de lo que hemos ido dejando atrás, rápidamente...
   Al releer me he dado cuenta que prácticamente casi todo lo que te he contado es negativo, lo que no resulta justo, pues hay muchas cosas positivas por las cuales alegrarse y ser feliz, dentro de lo que me permite, personalmente, tu ausencia.
   La obsolescencia de los artefactos electrónicos en estos días, ha permitido abaratar costos, lo que ha redundado en el beneficio de quienes tenían más dificultades de acceso a estos bienes. En mi caso, no me he vuelto loca renovando equipos, lo que ha sido una decisión pensada en frío (¡brrrr!). No niego que no me he sentido tentada, pero he optado por privilegiar otros bienes, esta vez intangibles, que me hacen más feliz. No obstante, aprovecho lo que está a mi alcance, y aporta a mi comodidad: por ejemplo, no concurro a realizar ningún trámite de pago de servicios o remuneraciones, pues todo lo realizo vía internet. Lo que sí mantengo, por un tema de bienestar físico y emocional, es ir al supermercado, a la farmacia, a las tiendas, a la feria, cuando lo requiero. Sé que podría adquirir estos productos a través de la pantalla, pero no sería sano (terminaría como una bola con patas  por falta de ejercicio) ni tampoco me resulta necesario. Además, tú sabes lo que me gusta y entretiene el vitrineo. Es un placer, cuando uno está de ánimo y tiene tiempo, recorrer pasillos, observar novedades, comparar precios, probarse lo que le gusta, elegir con libertad. 
    Junto con estos bienes y servicios al alcance de la mano que te he descrito, hay otros, más inasibles, que también se han transformado en muy preciados por todos. Cada vez, más gente viaja a otros lugares en comparación con la que lo hacía hace sólo unos años. Claro que resulta paradójico, luego de conocer las cifras y los índices, escuchar a la gente que se queja de una y otra cosa, siendo patente que la vida nos ha cambiado a muchos para bien, en el ámbito de las comodidades. Bien parece ser que mientras más se tiene más se ambiciona. El inconformismo es un hábito muy difícil de desarraigar.    

Yo, en cambio, me siento tranquila, en un presente que disfruto con lo que hago : trabajando, leyendo, descansando, escuchando música, cocinando, viajando, en contacto permanente con mi círculo más cercano de familiares, amigos y colegas, contigo siempre presente, amada, recordada con cariño, añorada aunque sin la angustia de los primeros años. No ansío demasiado, excepto el estar tranquila, mantener mi buena salud, tener la conciencia ligera, dedicada a cumplir mis compromisos, a realizar lo que me agrada, a mantenerme ocupada por lo básico, sin descuidar lo integral ni la inquietud intelectual, sin abandonarme a la desidia y pereza.
    Me he dedicado a empaparme de historia, para entender mejor el tiempo al que pertenezco. No me he lanzado o dejado caer en los brazos de la depresión, de la soledad, de la dejación, ni de Morfeo...ni de nadien (jajaja). Quiero que la realidad que me rodea no me sea hostil ni desconocida y si me toca aún vivir una o más décadas, que sea con la comprensión de mi entorno. Sin desesperación, aunque tampoco como mera espectadora tras la cortina de  una ventana cerrada. Más de algo  habrá que decir o hacer en algún momento oportuno.
   ¡Eso quería contarte,... por ahora! Contigo...siempre...

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