domingo, 10 de enero de 2016

Rancagua in door


   Aunque inicialmente mis recorridos fueron diarios, pronto me di cuenta que no podría seguir a ese ritmo, por lo que he dejado algunos días intermedios para quedarme en Rancagua. Ya me parece a alguien decir "¡Qué milagro!"
   El miércoles y viernes permanecí en la ciudad, aunque eso no quiere decir que estuve inactiva (jejeje). Al contrario, el miércoles me propuse ir al Portal Jumbo en la mañana, para averiguar lo necesario acerca de las funciones del Teatro al Aire Libre, que cada año se desarrollan en nuestra ciudad durante el mes de enero.  Recién habia bajado de palacio  y me acercaba a la Plaza de los Héroes, cuando me sorprende una inmensa "cola" casi frente mío, que hacía imposible circular por el medio del lugar. No podía pasar de largo sin averiguar el origen de la fila. No creía posible que hubiéramos retrocedido a los primeros años de la Década del '70. ¡Imposible! Mi espíritu periodístico no pudo más y al llegar a la última persona de la cola, pregunté. era para obtener entradas gratuitas para una presentación de 31 minutos. Seguí mi camino.
  En el momento que llegué a la calle O'Carroll para subirme a un microbús de recorrido, un par de ellos ya estaban pasando y se me habían escapado. Pronto venía uno y no quise esperar otro, aunque éste no iba exactamente al lugar que yo quería. Me conformé con que dijera "Rancagua Sur".    En la primera parte del recorrido no tuve problemas, pues era perfectamente conocido, pero llegó un instante en que el vehículo se desvió para un sector que no estaba en mis registros, salvo cuando iba a la ciudad de Rengo, tomando una calle llamada "Río-Loco" (bien loca la conducción del chofer). Al darme cuenta que había confundido "Rancagua Sur" con "La Granja" (jajaja, na'que ver)  me levanté de mi asiento y pregunté. Sin duda, yo me había equivocado. Debía bajarme.
   Tomé la situación desde una perspectiva positiva. El conductor me dijo que debía cruzar la carretera por la pasarela peatonal y al frente tomar  un nuevo microbús. Nunca había andado por esa pasarela en Rancagua, así que me alegré de la oportunidad y aproveché de fotografiar desde una distinta perspectiva. 
  Una vez abajo, aunque hubiera podido caminar el kilómetro que me distanciaba de la entrada Sur, el sol estaba muy fuerte y yo no había llevado sombrero. Así que no tenía otra solución: tomar movilización, que me dejara lo más cerca de mi objetivo.   
   Mi viaje en colectivo no duró mucho, sólo el kilómetro  mencionado, pero para llegar al Portal Jumbo debía cruzar toda la población La Granja y el sol seguía "picando" fuerte. Por tanto, debí nuevamente esperar un microbús. Pronto llegó y ahora sí que quedaría cerca de mi objetivo. 
   (Este sistema de llegar a un lugar haciendo cambio de vehículos, en mi infancia, cuando el tren era un medio absolutamente válido y necesario, se le llamaba "hacer trasbordo". Bueno, debí hacer dos trasbordos para llegar al Portal, por descuido en la toma del primer vehículo. Pero fue divertido y me permitió tener otra perspectiva de la ciudad, jejeje. ¡No hay mal que por bien no venga!, dicen).
    Una vez en mi destino me dediqué a entrar en casi todos los locales importantes. En  Casa Ideas había, como siempre, lindas cosas, buenas ideas, pero poco económicas.  
  A Easy debí dedicarle más tiempo; allí me gustaba ver las plantas, la vajilla, las lámparas. Lo único barato que encontré y que observé apenas ingresé, a mano izquierda,  fueron unos objetos blanco-azules. ¡Oh, que baratura!, me dije...pero eran artículos para una piscina, un filtro y una especie de colador de basura, y yo NO tengo piscina, así que no podía aprovechar la ocasión. Luego me acerqué, por el mismo camino, a la sección verde. Hermosas plantas y flores. De pronto veo unos ejemplares  de "velo de la novia" en pequeños maceteros. Me acerqué a mirar el precio y...¡upps, sorprise! Le habían cambiado el nombre, ya no se llamaban  "velo de la novia" sino  "colchón de la novia". ¡Diablos!, me dije, el romanticismo ya ha muerto, todo se ha sexualizado (jajaja). En fin... De allí, me acerqué al rubro  vajilla y hogar. Me dediqué a buscar unas copas de ésas en las que se sirven  tragos elegantes, con unas aceitunas al fondo y el dedo meñique parado, jajaja, pero nuevamente la suerte no estaba de mi lado: sólo vendían en cajas de 6 copas. ¡Nada qué hacer, pues  sólo necesitaba dos! Sin embargo, como la esperanza es lo último que se pierde, ya las encontraré en otra tienda aunque sean de menor calidad. También pasé a Almacenes París, donde no encontré ninguna prenda a mi altura, jaja, todas eran muyyy largas
  En el Supermercado Jumbo compré unos panes (de distinto tipo: coliza, dobladitas y pan dulce;  de este último disfrutábamos con mi hija cuando íbamos hasta allá, lo que hacíamos bastante seguido al inicio de nuestra llegada a Rancagua).
   Una vez agotados los lugares a los que quería ingresar,  me dediqué a buscar un stand donde tuvieran la Cartelera del programa veraniego de Teatro para ver qué obra presentaban ese día. El martes  había sido la inauguración, pero no fui invitada;  aún estoy pensando en romper relaciones con los organizadores por la poca deferencia (jajaja). Obtuve un volante y decidí ir esa tarde-noche, lástima que no tenían sistema de Redcompra. ¡Ufff! ¡Qué lata! Tenía algo de cash, pero era insuficiente si quería  pasar a la Feria que se instalaba a un par de cuadras del Jumbo, los días miércoles. 
  Busqué un cajero, ¡fuera de servicio!, segundo cajero, ponerme a la cola y a rogar mentalmente que el joven me deje algo de dinero... ¡Ya, me toca! "Inserte su tarjeta y retire". Introduje el plástico y me eché para atrás (jajaja, es broma). No funciona esta cosa, ¿habré puesto mal la tarjeta? ¡De nuevo! ¡Nothing! De pronto, quedo turulata y pienso : ¡eché a perder el cajero! ¡Chanfles! La cosa aquella se había ido a negro, así como desmayada y reinició su funcionamiento. La verdad no pude sacar plata, pero ahí me di cuenta que un cajero no es más que un computador programado  para aquella función (jejeje). Apareció una leyenda en blanco con fondo negro después de todo un proceso de reiniciado, en idioma inglisch, que deduje significaba que estaba out y...vuelta a reiniciarse. ¡Ufff!  Me fui de allí. Pasé por el puesto "teatral" (lo denomino así para no tener que explicar latamente que era el puesto donde vendían las entradas para las funciones de teatro, así ahorro palabras, jajaja), ya pensando que debía dejar la compra de entradas para la tarde, no sin antes preguntar si eran numeradas. No, me dijeron, perfecto, pensé. Ya me iba de ese centro comercial, cuando me encontré con nuevo cajero y, para suerte principesca, éste sí funcionaba. ¡Bien! 
  Luego de tener mi entradita guardada, me fui a la Feria. ¡Puchas, hacía calor y el sol "pegaba" fuerte!  No obstante, debía cumplir con la consigna: caminar, así que pudiendo subirme a un microbús, no lo hice. Total, era allí no más. Pasaron dos cuadras y la Feria ni se veía. ¡Diablos!, me dije. ¿No habrán cambiado el día? De pronto, hacia el fondo, en una calle paralela vi una mujer que iba en la misma dirección mía , es decir, para adelante, jajaja, con un carrito. ¡Ah! ¡Tate! Si lleva carro es porque va a la feria, así que a seguir caminando. 
  (Debo señalar que esta estrategia me ha dado resultados desde tiempos inmemoriales. Recuerdo que la primera vez que iba sola a la Universidad Austral de Chile, con el objetivo de Postular, no sabía exactamente dónde quedaba la UACh. ¿Qué es lo que hice? Seguí a unos jóvenes que llevaban en la mano el Diario en que habían publicado  los resultados de la P.A.A. ¡Y la corazonada no me falló esa vez, como en otras ocasiones!).
  Al final, debí caminar como 7 cuadras. Sucedía que la distancia la había medido arriba de un microbús o colectivo, de manera que no tenía clara conciencia de cuántas cuadras eran realmente. Compré principalmenre frutas, para llevar al otro día, como aporte al viaje que haríamos con Ana María. Llegué a palacio a muy buena hora para preparar el almuerzo. 
   Descansé como hasta las 19 horas y  a esa hora comencé a moverme. No se trata que antes no me haya movido para nada, jajaja, sino que bajé al súper a comprar  unas botellas de agua mineral. Después de aquello, me cambié ropa, porque iba a salir...
- ¡Guauu! ¿Se puede saber adónde y con quién? 
- A dónde sí, con quién, no.
- Así que estamos con secretillos...
- ¡No se trata de eso, mal pensada! Simplemente que a este tipo de actividades voy, habitualmente, sola.
- ¡Uppss! ¡Sorry! ¿A dónde? 
- Fui a ver al Pato Torres...
- ¿A ese chicoco? 
- Jajaja y extraordinario actor y comediante.  
   Para mí no era desconocido Pato Torres. Lo había visto numerosas veces en ChileVisión, pero no en persona. ¡No hay cambios! Es el mismo: entretenido, ágil, versátil...¡Tiene cancha en su área! Y la Titi, ¡estupenda! No pensé que era tan delgada. Es verdad que en TV las personas se ven rellenitas. Por eso no iré nunca a la TV, ¡apenas cabría en la pantalla! (Jajaja). Y luego, vi al estupendo Remigio Remedi. La obra en sí no es para comentarla (jajaja), es igual que todas las comedias de este tipo cuyo único objetivo es divertir (arte que no es fácil) a la gente, con situaciones de enredos y equivocaciones, con muchas alusiones de doble sentido y exageraciones, que contribuyen al humor. 
  La carpa estaba repleta, a rebosar, lo que habla de la convocatoria del artista. Me divertí por más de una hora y a las 22,30 horas inicié el regreso a palacio. Por suerte, pronto pasó un colectivo, que me dejó a metros de mi domicilio. 
   Si bien el día no fui muy auspicioso en su comienzo, terminó, como dicen algunos, "redondo". Y, a la hora de las evaluaciones, eso es lo que realmente importa. ¡He dicho!

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