miércoles, 13 de enero de 2016

Casi una Cenicienta...


  Eran exactamente las 12 horas cuando doña Principessa, cual personaje de cuentos infantiles y femeniles, iba bajando las escalinatas de su castillo. Para cuidar de su bella y aristrocrática persona ya no baja corriendo aunque sean las doce, pues una mala pisada, un tropiezo  o una caída  resultarían  muy riesgosos a pesar de su juventud. Al escuchar las campanadas, en forma automática, miró su muñeca izquierda (no es que fuera con dos muñecas, es decir, sí, va con dos muñecas, pero no de las barbies, ni de ninguna otro modelo o marca parecida, sino las muñecas del brazo, no, no las lleva del brazo, tampoco peina la muñeca -aún no, jajaja-,  sino que me refiero  a esa parte del brazo que une éste con la mano y que todos tenemos, salvo que a alguien le falte el o los brazos, claro está, uff, ¡qué enredo!)...Decía que cuando escuchó las campanadas...¿campanadas? ¡Noooo, ahora que me acuerdo! ¡Era la Sirena! (la de los Bomberos, bomberos chicos buenos, no que trabajan en una bomba. Diablos, me cansa esto de tener que aclarar casi todo).

- ¡Oye, Princess!
- ¡Dígame, buena mujer!
- ¡Jajaja! ¡Vaya, qué circunspección! ¡Me parece que estás un poco confundida!
- ¿Why?
- Punto 1: la Cenicienta salió de palacio a las 24 horas, es decir, a las 12 de la noche, no a mediodía; punto 2: no salió de SU palacio, sino del palacio del Príncipe; punto 3: iba arrancando antes de perder la magia; punto 4...
- ¡Basta, basta! ¡Es suficiente! 
   ¡Oh! ¡Se ha enojado la doña! ¡Y con razón! Sin duda se encuentra en una etapa de mayor sensibilidad. "¿Creerá que soy tonta?", piensa. "¡Si ya sé que mi reino o principado no es de este mundo!" (jajaja, ¡qué hereje!; en la época medieval o un poco más adelante, no hubieras pasado frío, Princess). Ella tiene claro que ya no hay príncipes y que en este mundo moderno, los estatus se han mezclado como en una coctelera, por lo que una "pequeña" diferencia de 12 horas, no tiene mayor importancia ni es tan distante de esa Cenicienta de origen noble. 
   Sin duda, bajó un poco tarde de la Torre, pero no fue por desidia...¡Dios no lo permita! Se había levantado a buena hora, sobre todo considerando que se durmió después de las 4 de la madrugada. Pero su buena salud y, sobre todo, su juventud (jajaja), le permitieron levantarse sin dificultades. Por tanto, una vez que terminó la revisión de cds en que guardaba innumerables fotografías, se echó una manito de gato (expresión popular que significa "acicalarse", como los gatos, pues ella misma no tiene gatos,¡los odia!, por lo que no podría ser animalista; sólo tiene un gatito de combarbalita que trajo de su viaje nortino), se puso sus zapaticos flori-azules, sus joyas verde-azules de fieltro y se encaminó hacia el mundo real. Realizó el trámite que la sacó de su domicilio obligatoriamente y luego encaminó sus pasos por el Paseo Independencia y Avda. Brasil, no sin antes ir mirando los escaparates. Hacía mucho calor, por lo que debió privilegiar y buscar, casi con obsesión de psicópata, los sectores sombreados.
  (Sé que van a pensar que sus zapaticos flori-azules no pueden igualarse a los clásicos zapatos de cristal, pero es que ella piensa que hay tantas imitaciones, por lo que ha desistido de comprarlos. Además,  ¡si hasta esas señoritas que, como los vampiros, salen en la noche a la calle, los usan! Obviamente ella, aunque salga sólo en el día, no va a caminar sobre los mismos tacones que ellas. ¡No, señores, ella es una Principessa! Por tanto, prefiere sus zapatitos sin tacos, con flores azules. Además, eran más de las doce ya y no habría sido conveniente salir con los dos pies calzados y que a mitad de escalera quedara a "pata pelá". Habría sido, sin duda, poco edificante).

   Llegó hasta el "palacio de la loza" (un súper en que hay bastante vajilla que cada cierto tiempo van renovando y que no es nada de cara) y se sintió feliz. Habían renovado algunas piezas, así que se vino con algunos ejemplares. Sin embargo, aún no encuentra esas copas para hacer realidad su sueño. Ya llegará ese día, en que las aceitunas se vean, de manera perfecta en el fondo de la copa. en la fotografía obviamente se ven, pero no de manera perfecta, la copa es para vino blanco y no para lo que ella "necesita".
 Claro que las aceitunas ya se las comió (jajaja). Deberá surtir su despensa una vez encuentre los cristales (copas, no zapatos)  Por ahora, disfrutará de preparar su almuerzo en vajilla nueva (al menos, parte de ella).



   Ya en la tarde, sin muchas ganas de leer (por días no ha leído, pues se ha dedicado principalmente a la escritura en los tiempos en que no ha andado patiperreando, claro de incógnito, atendiendo a algunos ataques de juventud y rebeldía  que suelen sobrevenirle de vez en cuando), decidió ir al cine. Quería ver en persona en qué consistía esa película chilena denominada "Sin filtro", que pone en práctica ese deseo secreto y oculto de decir de "todo un cuanto hay" a quien se le ocurra, olvidándose del Manual de Carreño. 
   Se dirigió al Open Plaza pasadas las 18 horas. al llegar allá había un cartel que decía "agotadas las entradas". ¡Grrr! Había para más tarde, noche la verdad, pero no quería esperar más de dos horas y no iba a volver y palacio y luego volver a salir. ¡Nones! "Veamos, ¡qué otra alternativa tengo!", pensó. Unas pelis para cabros chicos y "Steve Jobs". ¡Humm! Lo pensó un poco y se decidió a verla. Había visto la protagonizada por Ashton Kutcher, pero ésta era otra. 
    Al ver a varios en la sala se dio cuenta que había sido la segunda opción de todos los presentes. ¡A hacerse el ánimo! Siempre hay que tener un escenario B.

   La película profundiza en la personalidad de Jobs, en su incapacidad de comprometerse emocionalmente y amar a sus más cercanos, lo que se manifiesta especialmente en las dificultades para mantener buenas relaciones personales con sus colaboradores y superiores. Una de las relaciones más relevantes de su vida, con su hija Lisa, que sólo logra solucionarla cuando ella ya es universitaria, es una de las líneas conductoras del filme. Película muy bien actuada, pero cuyo exceso y rapidez de su parlamento, además de lo técnico de éste, no la hacen una obra fácil de digerir.  
...
   Hoy martes 12 ya tiene su entrada para disfrutar de la película chilena, que según lo difundido, sigue rompiendo récords. Optó por seguir el ejemplo de Juan Segura: salió unos 3 minutos antes de las 12 de palacio (para no desafiar a las hadas madrinas, que, seguramente en estos tiempos, deben estar ya sindicalizadas)y, además de otras actividades, compró su entrada con anticipación. ¡Ya se soba las manos de los nervios y la ansiedad!
    Llegó a la Sala 4 con diez minutos de anticipación. Hacía mucho tiempo que no asistía a una función en que tuviera a ambos lados personas desconocidas. Su fila, la M, es decir la penúltima, finalmente se llenó. Los enormes vasos de palomitas se multiplicaban (entre nos, debo señalarles que doña nunca compra palomitas para ver una función de cine, no sé si es por un tema económico o porque no le gustan o alguna otra razón más secreta). De pronto recuerda que, al menos una vez, compraron un "tambor" con palomitas mientras fueron a ver una película con su hija, lo que no recuerda es si estaban también con su madre, porque más de una vez fueron con ella a disfrutar del Séptimo Arte. 

   Sin filtro pareciera ser una película liviana en que una mujer promedio, de edad promedio (así se ajusta a muchas), después de callarse por años lo que piensa de su jefe, compañeros de trabajo, familiares, pareja, hija de su pareja y otras personas que la rodean, comienza a decir en voz alta aquello que por tanto tiempo se había guardado,  luego de ir donde un seudomédico y último de "chanta". 
Pero no sólo habla, también actúa, descubriendo que tenía un derechazo potente (jajaja)Junto con sanarse de la  ansiedad,  que ya había somatizado, termina con el abuso permanente de su jefe, pareja y hermana (entre otros). 

   Finalmente, lo interesante del filme es que el personaje Pía Vargas no cae en la trampa que le tienden "los hombres de su vida" y decide seguir sola o, como muy bien dice, "con ella misma", sintiéndose libre, feliz y fuerte. En esto, me recuerda en parte la película Gloria, mujer chilena también auque de una generación  anterior (Gloria tiene 58 años y no los 37 de Pía), que también debe enfrentarse a una vida de insatisfacciones. 
   ¡Ah! Casi se me olvida: en Sin filtro hay una fuerte crítica a la idolatría que en nuestra sociedad le rendimos  a la tecnología, que nos hace dejar en segundo o tercer plano, las relaciones personales directas; una  crítica a la búsqueda de sucedáneos (los gatos-hijos), a la permisividad en la educación de los hijos, al culto a la belleza física y la juventud por sobre la eficiencia y la experiencia, al exitismo, a las apariencias, etcetc. ¡Buena película y extraordinariamente actuada! 

   Doña Principessa casi se sintió identificada. Por ello, al bajar por las escaleras mecánicas del Mall, levantó la cabeza y sonrió. Sólo le faltó cantar en voz alta, aunque internamente iba tarareando una canción. ¿Qué canción sería? Ya lo averiguaremos. ¡Buenas noches!

   

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