martes, 17 de febrero de 2015

La Ruta de los Álvarez : Cañete, Nahuelbuta y Contulmo (seguimos en la Octava Región)


    A partir de las 11 horas del viernes 6 de febrero se inició la salida a CAÑETE, primero, el Pato con la Sibe, que se fueron en bus, pues en vehículo iban los más jovencitos, jajaja, y los coronelinos (el Lucho y la Carmela). Se les dio ventaja a los primeros, pues entre un bus y una  limusina, hay una gran diferencia: algo así como lo que sucede en la fábula de liebre y la tortuga. Se les fue a dejar a ellos al paradero de buses y luego se llamó a los demás a subirse al automóvil.
-¡Partimosss! ¡Adiós Coronel! ¡Cañete, allá vamossss!
    Esta etapa del viaje le parecía muy interesante a doña Principessa, pues no conocía la zona, no conocía el palacio de su hermano menor y tampoco al último integrante de la familia y vería, obviamente, a su sobrina Viviana, la madre del bebé. 

   Con entusiasmo, el príncipe Luis Alberto se unió a una fila de autos que iba delante de él en una sola vía y que de ninguna manera podía adelantar. Así que siguieron pegados a la cola por ....¡45 minutos ni más ni menos! Sólo pasado ese tiempo lograron recién salir de Coronel y aumentar la velocidad. Pero, no duró mucho...lamentablemente.... pues poco más adelante se encontraron con los enormes camiones que llevaban los tubos superlativos que ya habían encontrado cuando llegaron desde Concepción. Así que, de nuevo, a conducir a la vuelta de la rueda...¡Muy entretenido, jajaja! Al final, aún faltaba para llegar a Cañete cuando los viajeros de bus ya estaban en esa ciudad y conversando con el anfitrión Héctor Alejandro Álvarez Saldaña, el benjamín de la familia. 
     ¡Uff! Al fin llegaron...se encontraron en la Plaza de Cañete. Allí les  esperaban los viajeros y el hermano menor junto a Felipe, su hijo. Eran casi las  15 horas, adecuada para el almuerzo. Ya estaba elegido el lugar: el Hotel Itahue.
 Hasta allí se dirigieron todos, lugar al que también concurrieron la Infanta Viviana Torres Álvarez con su pequeño y su compañero de vida. En total, 11 personas en la mesa larga de té Club. La comida estuvo buena pero la atención fue "maoma no más".
A la garzona,  un tanto enojona ella, se le preguntaba por un producto, daba las características, pero cuando se le pedía el producto éste no estaba en existencia. En fin, igual la familia se alimentó y bebió más de algo, haciendo los "saluces" correspondientes.

La única que faltó a la cita fue la dueña de casa, quien estaba trabajando en ese horario. 
Terminado el almuerzo, la pareja de aprendices de padres se retiraron a su hogar, mientras los demás, en  dos  vehículos, recorrían algunos sectores de  Cañete, especialmente el Museo, del cual sólo se puede hacer observaciones positivas. Una institución con una infraestructura distinta y novedosa, con una excelente disposición y descripción de las piezas históricas que contiene. Junto con ello, en el terreno posterior, encontraron una ruca con gente al interior, que estaban friendo y consumiendo  sopaipillas, en un ambiente con diversos objetos propios de la cultura mapuche. Las fotografías se multiplicaron. 

    Luego de este baño cultural,  pasaron a buscar a la dueña de casa a su lugar de trabajo (el Hospital intercultural) para llegar a la mansión, a unos 5 kms. de la ciudad. Allá nos esperaban los dos guardianes: Pincky y Jack (Cerebro no estaba, jajaja, se había ido a conquistar el mundo).
Hermosa mansión la de los anfitriones: amplia, cómoda, grata, con muy buena disposición de las dependencias y un estilo decorativo moderno (mezcla de madera, metal, con alfombras colores crudos). 

  Una vez acomodados en las respectivas suites (doña Principessa, sin querer queriendo, nuevamente dejó al hijo de la casa sin habitación, jajaja),  se despidieron de los anfitriones Alvarez-Gatica, que regresaron a Coronel, su lugar de residencia, después de haber llevado a sus visitas y compartido el almuerzo. Realmente destacable su actitud, lo cual se les agradece. 
     Ya siendo la hora, prepararon la once, que, por gentileza de la dueña de casa ( la Naya), contó con un pie de limón y un kucken de frambruesa-yoghurt, (¡mmmm! ¡Buena mano la de mi cuñada! , pensó la Principessa) más todo el pan que pudieron comer, en forma de tostadas. 
  Una vez terminado esta actividad necesaria y grata, los hombres grandes salieron a hacer algunas compras, mientras las damas se dedicaban a mirar TV, menos la Princess, que no ve telenovelas ni programas faranduleros. 
    Pasó el tiempo, las horas se sucedieron unas a otras, y los machos de la casa no llegaban.

Hubo que llamarlos, pero no andaban en nada indebido: simplemente había mucha gente en los súpers y habían tenido que hacer más de una cola...Finalmente llegaron y comenzó la preparación de una parrillada de bienvenida, a la que pronto se adhirió la familia de la Infanta Vivi (claro que el pequeño José Miguel no se sirvió nada; tiene sólo dos meses de vida, jajaja).
    Después de degustar lo preparado (cocinado en unos restos de parrilla que le quedaban al anfitrión) cada cual dispuso su nido: los jóvenes lo hicieron en el living de la casa, donde les sobraba espacio. Se les escuchó conversar hasta tarde, pero para mal de ellos, al día siguiente, el despertar fue al mismo tiempo de los demás. 


    Sábado 7 de febrero
   Salieron a las 11 horas aproximadamente con los anfitriones, en dos vehículos (para suerte de los visitantes), por tanto no hubo apreturas. El destino : la Cordillera de Nahuelbuta, y en ella, el Parque Nacional de Contulmo y, luego, la localidad de CONTULMO y sus alrededores.
 

El día comenzó algo nublado pero fue lo más adecuado por la naturaleza de las actividades planificadas. El trayecto que se recorrió hasta  el Parque fue extraordinariamente hermoso, con una cantidad de verdura indescriptible (eran montañas verdes de una altura impresionante a ambos lados de la ruta, que a la Princess la dejó turulata, lela y anodada, jajaja).

      Al llegar al Parque Nacional de Contulmo, una vez pagada la entrada, comenzaron a recorrer el camino largo al interior de Parque (es de una altura aprox de 300 metros),  que subía y bajaba entre árboles y naturaleza nativa especialmente helechos, por 3,2 kms., en un suelo compuesto de tierra vegetal y hojas secas. A ratos escuchaban el canto del Chucao, ave que estaba en el acervo naturalista de los exploradores sureños (es decir, de los Álvarez).
 

La caminata pronto les dio sed, pero no hubo dificultad con aquello, pues había algunas estaciones en las que pudieron saciarla con agua pura de vertiente.
Hermosas imágenes pasaron a formar parte de la riqueza personal de los que llevaban sus cámaras fotográficas. La alegría por el paseo que estaban realizando alcanzó el clímax cuando pudieron fotografiar ejemplares de la flor nacional, el Copihue, el que se encontraba en dos variedades : de color rojo y rosado. 

  Terminaron cansados el recorrido pero contentos por la riqueza vegetal y espiritual del paseo. Ya siendo las dos de la tarde, enfilaron rumbo hacia el pueblo de CONTULMO, donde buscaron un local para almorzar, que resultó con una atención excelente, rápida, económica y con comida muy buena.
 Alrededor de las 16 horas salieron del local y aunque tenían el deseo de llegar hasta Lebu, pasaron antes a CALEBU a conocer a una orfebre, Marisol Leviqueo,  fabricante de joyas de plata de origen mapuche.


 Fue una experiencia inesperada e interesante, pues no esperaban conocer  un espacio tan completo: había tres rucas, una central, en la que vieron las joyas, tejidos y otros utensilios mapuches; una ruka dormitorio con dos camas (muy apetecida por turistas, especialmente extranjeros, según nos informaron) y  unos tótem, ubicados en el centro del lugar, uno representando al hombre y otro a la mujer...
Salieron de allí contentAs, especialmente las mujeres, pues habían comprado unas auténticas joyas hechas por manos mapuches.
     Luego, con la intención de atender el deseo del príncipe Patricio, que quería comprar un poncho, el anfitrión los condujo a la casa de una tejedora mapuche, y aunque no se pudo obtener  una respuesta favorable a lo que buscaban,  les invitó a visitar la "casa" de doña Tegualda Marihuén, ubicada a unos 30 metros (¡qué nombre con mayor peso histórico!), quien ya había terminado  su vivienda : una ruka diferente, muy "sui géneris", todo un éxito, de acuerdo a lo que nos contó. Ésta había sido hecha de barro y paja en las paredes (adobe)  con unos espacios de luz dispuestos en las paredes a través de unas botellas de vidrio. La parte superior, el techo en declive, era de paja  Pronto les ofrecieron asiento en unas bancas individuales dispuestas alrededor del fogón y con pieles en lugar de cojines.  Luego, a cada uno, les dieron un trozo no despreciable de sandía. La verdad, fue una visita gratificante para los turistas, pues experimentaron la hospitalidad mapuche en su propio hogar, el de sus ancestros. Luego  que el príncipe Héctor (que no tiene nada que ver con aquel héroe troyano) compartió con doña Tegualda y los demás se informaron de las vicisitudes pasadas para completar su proyecto personal de construcción, así como de los eventos realizados y las oportunidades futuras. Sin duda, el hecho de que la dueña de la ruka (o casa, jajaja)  conocía al benjamín de la familia les abrió la puerta de dicha vivienda,  de otra manera habría sido imposible contar con la entrada gratuita y toda la buena disposición para explicar una serie de cosas.

     Fue realmente un día de aprendizajes, tanto en el ámbito natural (producto de su experiencia un tanto darwiniana) como en el aspecto cultural ancestral, difícilmente repetible, por lo que privilegiaron dedicarle el tiempo a estas experiencias, en lugar de apurar el traslado a Lebu, lugar que quedó para una próxima oportunidad, si se presenta.

   No obstante lo observado y apreciado, siguieron en la búsqueda del poncho, esta vez en la ciudad misma de Cañete, hasta que , ¡al fin!, se logró el objetivo. Una vez conseguido esto, adquirieron algunas provisiones y se dirigieron a la mansión del anfitrión, ya para descansar y alimentarse (¡cuándo no!, jajaja) y, en la noche, a probar la parrilla nueva (llegada ese mismo día) para despedir a las visitas.
 La carne...¡mmmm! ¡extraordinariamente rica! Y, luego, las últimas conversaciones, arreglar los bolsos, mochilas y maletas y dormir hasta el otro día, pues a las 10,15 había que estar en el Terminal de buses de Cañete.
  Al día siguiente, todo sucedió a la velocidad de la luz (jajaja): a levantarse!!!... yo primero!!! ...el que sigue!!! ...a desayunar!!! .... ya, apurarse!!.... revisen bien, que no se les quede nada porque no se devuelve!!!.... jajaja!!!....arriba todos.... pasaremos a despertar a la Vivi para despedirnos...
   Efectivamente pasaron a despedirse de Viviana y su pequeño José Miguel, los que alcanzaron a salir de la cama, jajaja, antes de que llegaran...
Luego, al Terminal...Despedidas, abrazos, que estén bien, buen viaje, llegada del infante Felipe que ha venido de su trabajo a despedirse y se sube al bus a los últimos adioses...Y al ir partiendo el bus, el príncipe Héctor Alejandro moviendo el pañuelo al estilo cuequero, celebrando que nos íbamos, jajaja...

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