Creo que la primera vez que tuve plena conciencia de la fuerza que tenía y lo peligroso que podía ser fue durante la década del '70, cuando, según la palabra que eligieras eras encasillado en una línea ideológica, para bien o para mal. Si usabas, por ejemplo, "pronunciamiento militar" y "filas", en lugar de "golpe de estado" o "colas", estabas en el lugar soleado de la vereda en vez del "lado oscuro de la fuerza". Los simpatizantes "oscuros" se vieron en la necesidad de aprender a programarse y evitar a toda costa traicionarse por la fuerza de la costumbre y de las creencias para evitar males mayores. En la actualidad, este mismo "juego" lingüístico lo usa Putin en la invasión y guerra contra Ucrania, que para él y su camarilla no es más que una "operación militar especial" y es así como debe llamarse y entenderse en toda la nación. La situación de los invadidos y atacados es terrible, pero el eufemismo suaviza las cosas y le resta algo de la connotación negativa (tranquiliza conciencias).
Cuando llegué a Rancagua y comencé a vivir en esta sección de la sociedad chilena menos provinciana y más cosmopolita -comparada con el ritmo de vida y del lenguaje en la ciudad o pueblo de Lanco desde el que llegaba- no me costó ponerme al día en los usos lingüísticos. Como la mayoría de los docentes, yo me había pasado más de los años en distintos cursos de perfeccionamiento, amén de dos postgrados a esa fecha, por lo que no tuve problemas para comunicarme en lo pedagógico ni en lo laboral. Tal vez algunos giros coloquiales propios de la región me llamaron la atención, pero no más que eso ( 🎶 Tu cariño "me le va"..., 😁). No obstante, en una ocasión captó mi atención algo que le escuché a un colega de Lenguaje. Dijo, frente a una situación pedagógica, con el típico tonillo soberbio que utilizan los profesores que creen saberlo todo porque hace poco han salido de la universidad, aquello de que no sólo había que estar "preocupados", sino también "ocupados". Su semblante serio y su entonación doctoral nos llamaba a terreno a todos los oyentes, que no entendíamos ni actuábamos como debíamos. No obstante, esa "claridad didáctica" y "empatía" con los alumnos (él sí los entendía) de la que solía hacer gala en reuniones, no le impidió caer en el repetido error de principiante de tratar de hacerse "amigo" de los alumnos, salir a fiestas con ellos y luego regalarles notas; sin duda estuvo muy "ocupado". Aquello fue por el año 2006 ó 2007.
Han pasado años y la misma expresión sigue siendo usada. Quien la enarbola quiere hacernos saber que él o ella sí tiene clara su función y acción, que está "haciendo la pega", buscando soluciones. Sin embargo, no hay que olvidar que el verbo 'preocuparse', además de significar 'inquietarse' también implica 'ocuparse con antelación' -"pre-ocuparse"-, de modo que no debe usarse cada vez que se le quiera hacer saber, con velada o abierta prepotencia al otro, que realice acciones concretas -que se ocupe- y no sólo muestre interés o inquietud -se preocupe sin hacer nada concreto-. No siempre se está usando correctamente. Todo depende del contexto. Sin embargo, como "suena" bonito, se sigue repitiendo en cada ocasión para marcar diferencia con otras personas, sobre todo en el ámbito administrativo o político. No hace mucho se lo escuché a la Ministra del Interior para referirse a lo que estaban "acordando" con respecto a lo que sucede en la Macrozona Sur. Así como están las cosas, la verdad es que no se puede decir que estén muy "ocupados".
A nivel global, desde hace unos años, se ha levantado una ola, que ya tiene el carácter de tsunami. Los activistas de todo tipo se han transformado en los poseedores de la verdad y cual heraldos reales -de la realeza-, la pregonan a los cuatro vientos. Como los tiempos son distintos y la humanidad ha "evolucionado", las palabras gritadas, cantadas, dichas en consignas o estampadas en pancartas, son acompañadas de símbolos, de acciones llamativas y de gestos grandilocuentes. Dueños de la verdad, marcan el camino a seguir a sus súbditos. En el campo del género y del sexo es donde han tenido más éxito, pues han logrado transformar al lenguaje en una herramienta moldeable para sus fines. Ellos, no los académicos, son ahora quienes determinan el lenguaje correcto, lo que se debe y se puede decir, para no ofender, "agredir" o "discriminar" al prójimo o prójima.
La Palabra ha adquirido carta de ciudadanía en nuestro Chile. No importa que no se haga nada después, lo importante es que se diga, se anuncie y se prometa. Con eso ya tenemos ganada la voluntad de mucha gente, pensarán algunos -o muchos-. Lo dicho o escrito, cada vez más, parece adquirir categoría de realidad. Lástima que se olvida que se puede mentir por vía oral o escrita. No en vano, cabe recordar, que una de las grandes habilidades y capacidades del ser humano es la creación de bellas y artísticas 'mentiras' o ficciones: la Literatura.
A "establecimientos/as" y "medicamentos/as" ¿podríamos agregar "todos y todas las personas" ?
ResponderEliminarEscuchado hoy en la tarde
No lo escuché, pero sin duda es algo parecido, porque aún cuando "personas" se refiere a seres animados, es un sustantivo genérico e indeterminado, válido tanto para hombre como para mujer, por lo que no corresponde distinguir sexo en su enunciación.
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