Inolvidable...
En una novela que leí hace un tiempo ya, el protagonista hablaba de aquellas personas con las que coincides un breve espacio de tu vida y que, sin embargo permanecen en tu memoria por mucho tiempo. Se transforman en inolvidables, como las que llevas adheridas a tu corazón. Son personas con las que lograste una comunicación extraordinaria a pesar de ser desconocidos. Es que el poco tiempo fue de mayor calidad que años de vida.
Sinónimo de liberación de adrenalina y/o endorfinas según uno se sienta en esa entretención-tortura a la que alguna vez nos hemos subido. Y si uno ha vivido la experiencia (yo la viví junto a mi querida Mirella: no sé quién de las dos se puso más pálida o verde del miedo; quisimos pasar por dicha fascinante tesitura tan alejada de nuestra tranquila vida cotidiana y salimos trasquiladas. Ella casi perdió sus anteojos, que estuvieron en un tris de caer y yo perdí contacto con mi máquina fotográfica que fue a parar en el pavimento hecha añicos; en síntesis, no estábamos preparadas para ser astronautas) sabe comparar a la perfección lo que se siente cuando, sin estar en un parque de entretenciones, uno pareciera estar subida en los dichosos carritos con la casi certeza de que va a estrellarse sin remisión. A veces nos sentimos así y no siempre conocemos las razones. Podemos identificar los síntomas pero no la(s) causa(s). En aquellas ocasiones es necesario detenerse y analizar la situación. Si tienes redes personales y de confianza, pedir ayuda. Si no las tienes, habrá que empezar a "picar": diseccionar tu entorno cercano y mediato para ver si hay allí alguna situación que te inquiete y, luego, analizar-te. Revisar los cuándo, cómo y dónde la montaña rusa ha comenzado a funcionar. Si eres honesta y perspicaz descubrirás, sin lugar a dudas, lo que la pone en movimiento. Descubierto aquello tienes la solución en tus manos. O eliminas la causa si depende de ti o cambias tu vida cotidiana si está fuera de tu alcance.
En más de una ocasión en estos dos últimos años me ha atrapado el vértigo. Conozco sus causas y, aunque no dependen de mí (la pandemia y la crisis socio-política), sin querer queriendo, he logrado aminorar el temor y la angustia. Es de esperar que sea suficiente. Por el momento, tengo bastantes reservas de endorfinas en la despensa, 😍.
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