lunes, 17 de mayo de 2021

Vientos de guerra...

    

   La verdad es que más que 'vientos', a estas alturas, la situación ya se ha transformado en un verdadero vendaval. Los muertos van sumando y llegará el día, al parecer, que se multiplicarán. Los efectos han sido catastróficos para muchos inocentes, que son las verdaderas víctimas de cualquier guerra. El conflicto es de larga data. Ha habido agresiones por ambos lados. No es fácil atribuir responsabilidad  -culpabilidad más bien- a uno u otro, aunque muchos tenemos la tendencia casi atávica de inclinarnos por el más débil, pero no siempre el más débil es inocente.  

     Sabido es que los judíos han sufrido ataques inconmensurables a lo largo de la historia. En Rusia (en los llamados pogromos del siglo XIX e inicios del XX) y en toda la esfera de la dominación nazi al inicio y durante la II Guerra Mundial (ya a fines de la edad media habían sido expulsados de la península Ibérica). No sólo casi se les exterminó, sino que muchos se vieron en la obligación, si querían salvar su vida, de emigrar, de manera que es posible encontrarles en diversos países del mundo. Sin duda, no es el único pueblo que ha sufrido ataques genocidas. Hay muchos que han sido víctimas de un poderío superior, en todos los tiempos y en muchos lugares, incluso en nuestro país, como es el caso de los Selkman. Las razones, los contextos históricos, los métodos han sido diversos, pero el factor común es el expolio, la dominación, el "desarrollo"; las herramientas, la superioridad de las armas. A pesar de ser numerosos los casos, sin duda, quien se lleva la palma de oro por la persistencia y las ocasiones en que se les ha intentado hacer desaparecer, es el pueblo judío. Quien casi lo logra fue, no cabe duda, Adolf Hitler -hasta ahora-.  

  Por eso, no es fácil evaluar y tomar partido, especialmente si uno no conoce a fondo la realidad histórica -y cotidiana- de los pueblos israelí y palestino. Sabemos que el pueblo palestino es mucho más numeroso. Varios países tienen entre sus habitantes personas de aquel origen y religión, incluido Israel. Sabemos que desde hace años históricos territorios en que se asientan tanto judíos como palestinos en cuyo centro se ubican Jerusalén, la Franja de Gaza y Cisjordania -entre otros- tienen la categoría de sagrados para ambos, por lo que su posesión y dominación es parte de una disputa no resuelta.    

   Aún cuando he leído  en más  de una ocasión  acerca del conflicto de estos pueblos, ayer volví a revisar su historia abreviada. Desde la distancia física y emocional es complejo entender aquello. Existe un tema permanente de agresiones por ambos lados, con distintos intervinientes y, a fuerza de defenderse, los Israelíes  se han transformado en más fuertes y se han impuesto, solos, en confrontaciones ante una coalición de países atacantes. La tecnología y la preparación militar los hace superiores en el ámbito bélico (y también en otras áreas), de manera que pueden defenderse mejor y sus ataques son más letales, en ocasiones anteriores y en la actualidad. Además, sus dirigentes "cobran" muy cara cada víctima judía. Un detalle no menor es considerar que, en esta ocasión, las acciones bélicas (y en otras anteriores) las inició Hamás (organización considerada terrorista por muchas naciones del mundo occidental, que contiene como uno de sus objetivos fundacionales la desaparición del Estado de Israel y bajo cuyo poder se encuentra la Franja de Gaza), pero tampoco hay que olvidar que, previo a ello, Israel procedió a la expulsión de algunas familias palestinas en territorio de Cisjordania en que ha ido instalando asentamientos para población judía, así como a una fuerte intervención  policial en la Explanada de las Mezquitas donde palestinos realizaban actividades religiosas, zona ubicada en la ciudad vieja de Jerusalén considerada sagrada por ambos pueblos y uno de los territorios claves en la larga disputa.  

  Nosotros no tenemos experiencia cercana de guerra. Lo más cercano, en el caso de los más creciditos, es haber vivido durante la década del 70 del siglo pasado, o los días del denominado "estallido social" para todos, que no enfrentaron dos pueblos distintos, sino dos posturas políticas o dos visiones de mundo contrapuestas dentro de una misma nación. No tenemos más referentes de primera mano. La mayoría tampoco tiene la calidad de experto en la historia de Oriente Próximo que hoy nos interpela. Tampoco ha vivido allá como para tener más elementos de juicio. Por ello es muy aventurado y poco objetivo responsabilizar a uno u otro. Uno atacó, el otro se defendió y después han continuado. ¿En qué momento establecerán una tregua o un término? ¿Quién aportará más al cese de hostilidades? ¿Quiénes a su alrededor avivarán el fuego o aprovecharán de intervenir en el conflicto persiguiendo sus propios intereses? Todas  estas interrogantes y más tienen a los líderes del mundo en vilo, mientras la pandemia sigue su curso, también cosechando víctimas. En tanto, muchos celebran fiestas multitudinarias o siguen viviendo su día a día de la mejor manera que pueden, en medio de la brisa, de los ventarrones o de las tempestades.

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