¿Qué tipo de persona quieres ser? es la pregunta clave que se le presenta a Mira en más de una ocasión, como un verdadero cable a tierra y una guía que la impele a elegir la opción que la eleve por sobre las bajezas humanas de sus congéneres. Si ello implica un dolor intenso o la muerte definitiva, eso es mejor que caer en la ignominia para sí misma.
Mientras caminaba antiayer por el Paseo Memorial los 16 (área verde ubicada desde Avda.Freire por Carretera del Cobre, que recuerda a los 16 hinchas del Deportivo O'Higgins que murieron en un accidente automovilístico en las cercanías de Tomé cuando regresaban a Rancagua luego de ver a su querida celeste, fatídico hecho ocurrido el 9 de febrero de 2013) vi, sobre el prado unos trozos de pan tirados. Inmediatamente pensé en Mira y su familia, que a duras penas lograban conseguir un pan negro (cuyo menor contenido era harina) para saciar el hambre de meses.
Contextualizando lo anterior, les comento que acabo de leer la novela 28 días de David Safier, un novelista alemán contemporáneo, muy conocido por sus relatos de humor, como la novela ¡Muuu! de la que les hablé hace unos meses (cuyas protagonistas eran unas vacas, 😁). 28 días no tiene nada de humorístico, al contrario. Es un relato ambientado en el gueto de Varsovia entre los años 1939 a 1943. Es una historia basada en hechos reales, con algunos personajes históricos pero cuyos protagonistas son ficticios: Mira y Amos, una pareja de judíos, que llegan a formar parte de uno de los tantos grupos de la Resistencia judía en el gueto, que luchan contra los soldados alemanes, a manera de David contra Goliat. El enfrentamiento dura precisamente ese tiempo: 28 días, durante los cuales fueron prácticamente "desaparecidos" los 450 mil judíos que habían sido confinados allí. La mayoría, trasladados a los distintos campos de concentración donde fueron directo a las cámaras de gas; los restantes, víctimas de los disparos y del fuego, que durante jornadas enteras devoró los edificios donde vivían y borró lo que fuera el gueto.
La historia no presenta hechos desconocidos para uno. De todo aquello hemos sabido a través del testimonio de los pocos sobrevivientes que se salvaron de los golpes, del fuego, del hambre, del frío, de una bala, del gas. ¿Fue la fuerza de su espíritu, la suerte, la solidaridad o la traición y la cobardía lo que los salvó? Seguramente todas esas posibilidades y otras pesan en la vida que tuvieron más allá de 1945. Sin embargo, así fuera la traición o la cobardía, ¿quién puede oficiar de juez frente a lo que se vieron enfrentados? En teoría uno puede decir y prometer muchas cosas, pero en la realidad las actitudes cambian. Allí, lo políticamente correcto desaparece, para primar, sobre todo en la mayoría, el deseo de seguir con vida, sea en las condiciones que sea, a costa de quien sea, incluso de los seres queridos. Es lo que vivencian en carne propia o como observadores los personajes de esta historia, que no deja de horrorizar a pesar del tiempo transcurrido.
Muy lejos estamos de esa época nefasta. Sin embargo, en el concierto universal, todo está a un latido de distancia y a otros latidos futuros de que vivamos lo mismo o algo peor. Hoy estamos informados ciento por ciento más de lo que estuvimos cuando niños. Sabemos de lo que ocurrió, por ejemplo, en Burkina Faso con unos periodistas asesinados, nos informamos del gran concierto desarrollado hace un par de días de Australia con 50 mil asistentes, no ignoramos los detalles de los vuelos que está haciendo Ingenuity en el "cielo" marciano, o que hubo recambio de astronautas en la Estación Espacial Internacional hace poco. Y no sólo lo hemos sabido, ¡también lo hemos visto! ¡Tanto adelanto tecnológico que puede no servir de nada si los líderes mundiales no hacen bien "su pega" y actúan como humanos antes que como estadounidenses, rusos, iraníes, coreanos, chinos o extremistas de cualquier nacionalidad o parte del mundo.
Lo mismo pasa a nivel local, en cada nación, donde lo que más se ve y escucha es a dirigentes, representantes, activistas y autoridades de diferentes niveles que no hacen otra cosa que pelearse la tajada de la torta mientras hablan y discursean para la galería, donde nos ubicamos nosotros, el pueblo llano, cada vez más llano ...y chato. Chatos por aplastados y chatos por cansados. Eso me hace evaluar si vale la pena seguir participando en el proceso de elecciones "democráticas". ¿Para qué?, pienso. Si cada vez los políticos elegidos son peores especímenes, independiente del partido y de la orientación política, que hacen lo que se les da la gana y se arrogan el derecho a interpretarnos y saber lo que pensamos y aspiramos. ¿De dónde les sale tanta iluminación y sabiduría, tanta arrogancia y prepotencia?
Creo que deberé evaluar también si bajo la dosis de noticias (tal vez dejar las mínimas para no caer en el oscurantismo) y de análisis políticos que observo. Pero, sin ninguna duda, seguiré disfrutando de videos de orden culinario, astronómico, lingüístico, histórico y humorístico. Continuaré saliendo a caminar durante las mañanas, por calles luminosas y casi vacías, respirando aire poco contaminado (no-contaminado sería pecar de ingenua), para sentir el necesario cansancio físico diario y valorar que no me he transformado en vegetal ni en ameba. Seguiré riéndome con ganas con las tonterías y pullas que nos lanzamos con mis hermanos cuando nos comunicamos, como lo hicimos ayer tarde (¡qué manera de reírnos!). Continuaré conversando con las pocas amigas que tengo, las mejores de mi vida. Seguiré, en fin, haciendo y disfrutando de cada pequeña cosa que forma parte de mi pequeño pero grato mundo. Hasta pronto.
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