¡El mundo está en crisis! dicen los agoreros, los visionarios, los fanáticos religiosos, los analistas internacionales. Y yo me pregunto: ¿está en crisis realmente? ¿O lo estuvo? ¿Lo estará? Esta expresión tan cliché, tan manida y recurrida que ya pierde sentido (como aquella otra de los que ven "la luz al final del túnel"), no es nueva, no es la primera vez que se dice ni será la última. Desde tiempos inmemoriales que el mundo ha estado en crisis, por el hambre, por los desastres naturales, por la guerra, las conquistas, las invasiones, las pestes, y lo sigue y seguirá estando... por las mismas razones. Los tiempos de tranquilidad, equilibrio y permanencia son los menos y breves. La diferencia estriba en que antes, no teníamos cabal ni oportuno conocimiento de aquello. Sin embargo, también sabemos que la ignorancia no elimina los problemas, simplemente no los hace conscientes, pero siguen existiendo, desarrollándose y causando efectos desastrosos.
No hace tantos años, el fantasma de la Tercera Guerra Mundial fue el "viejo del saco" de los líderes y políticos del mundo antes de la globalización. Llegada ésta -la globalización- pareciera que el mundo habitado y el planeta entero respiraron tranquilos. Ahora -deben haberse dicho- la calma, la paz, el entusiasmo por esta nueva realidad, sin fronteras físicas, políticas, raciales ni espaciales, será la solución a las nuestras diferencias. ¡Al fin daremos el salto cuantitativo al desarrollo humano! Es cierto, todo se fue acercando, haciéndose instantáneo, el tiempo pareció estar vencido, la espera ya casi quedó olvidada. Al inicio, quienes no pudieron comunicarse con todos los que hubieran querido pues el idioma distinto era la gran barrera, una vez ésta se allanó, merced a los traductores incorporados, cumplieron su sueño de viajar a cualquier parte del mundo merced a la fibra óptica. Internet fue el nuevo dios, las redes sociales, sus sacerdotisas. Al fin, parecía que Damocles quedaba cesante y olvidado. Todos estábamos inmersos aprendiendo y experimentando la gran novedad y las ventajas de la nueva era: la de las Comunicaciones, la de la Tecnología.
Se alejó la amenaza de la Guerra Fría, pero comenzó otra guerra, la del conocimiento, incruenta felizmente. Ya no estábamos a días o semanas de una comunicación... desfasada. Ahora, la simultaneidad del diálogo, de la noticia, del acontecimiento ocurrido en otro rincón del mundo, permitía la reacción también inmediata y eso, sin duda, marcaba una diferencia. Y no sólo aquello, sino además la expansión geográfica de cualquier información. No solamente llegaba al instante sino que a cualquier lugar al mismo tiempo. Los pequeños de ayer, hoy jóvenes y adultos, ya no se asombraban por lo alcanzado. Nacieron y crecieron al mismo tiempo que estos avances Los consideran un derecho y un componente de su quehacer cotidiano. Esta gran ventaja, sin embargo, se ha ido conformando en un caldo de cultivo para el surgimiento de reacciones inmediatas, sin el necesario procesamiento, que morigera la intensidad, la pasión y la ...violencia.
Y es así como, la inmediatez comunicativa, tan necesaria en ámbitos familiares y amistosos, se ha transformado en un verdadero boomerang en otros planos, como en el político, social, religioso o económico. Cada día surgen héroes mediáticos rápidamente desechados y reemplazados por otros; personalidades y autoridades están a la vista del escrutinio público permanente; las organizaciones de cualquier tipo se han visto beneficiadas grandemente por el acceso (ya no están entre cuatro paredes y con un mínimo de seguidores -los hay para todo-), mientras otras caen estrepitosamente; los astutos y sinvergüenzas también han encontrado un nicho para el engaño y la estafa; todo se ha ido mezclando y ya no resulta fácil distinguir la verdad de la mentira, lo importante de lo prescindible e irrelevante. La gran ventaja, ¡el gran salto cualitativo hacia el desarrollo y el progreso!, pareciera tener sólo el vacío frente suyo. ¿Tremendismo, exageración? Veamos.
Desde hace décadas hay guerras en distintas partes del mundo, algunas son civiles, otras separatistas, invasivas también. Los desastres naturales siguen su curso: terremotos, erupciones, huracanes o tifones, inundaciones, sequías, acompañados de otros desastres, los provocados por el hombre: incendios, pobreza extrema (la guerra ya la mencioné), emigración y desplazamiento, esclavitud, abusos de todo tipo, corrupción a gran escala, más los flagelos de la droga y la delincuencia. La verdad, a veces uno se pregunta cómo es posible disfrutar retazos, más o menos grandes y duraderos, de felicidad en medio de este mundo, que poco tiene de feliz.
Y, para rematar, la guinda de la tarta o torta: siguen surgiendo, en uno y otro lado, como callampas después de la lluvia, los movimientos sociales medianamente pacíficos o abiertamente violentos, de todo tipo, en prácticamente todas las naciones del mundo. El cansancio frente al abuso, la carencia total o escasa de oportunidades y la corrupción de los líderes e instituciones parecieran ser las principales causas en todo el mundo. El control de los impulsos y de las reacciones, especialmente en grupo, ya no es fácil de lograr.
Fuenteovejuna se ha cansado y junto a ese grupo de ciudadanos abusados y hastiados de aceptar, se ha unido una no despreciable cantidad de personas oportunistas, aprovechadoras, con objetivos personales y egoístas que a río revuelto pescan como verdaderas factorías chinas itinerantes. Cualquier hecho particular se extrema, se viraliza, se transforma en materia prima para la acción masiva, en tanto, hay otros acontecimientos punibles y horrorosos que no se atienden, porque hay grupos interesados en "invisibilizarlos".
Las ciudades derivan a ratos en campos de batalla, donde el que desea vivir en paz está inerme. Sin ir más lejos, pareciera ser que cada país va tomando el testigo del vecino, especialmente en nuestro continente. Las restricciones de la pandemia han exacerbado los ánimos y hay tierra fértil para cualquier colectivo o grupo informe. Ayer, Haití, Venezuela, Chile, Bolivia, Colombia, Argentina, Brasil, Nicaragua, hoy Perú, Guatemala, Estados Unidos; en muchas ocasiones, México. Hay otros de los que no sabemos o que están en proceso de incubación. En el resto del mundo, la lista es larga. En todas partes se cuecen habas, frijoles o algún tipo de leguminosa. En cambio, pareciera ser que en los países escandinavos está todo más tranquilo. ¿Será el frío el que condiciona su reacción? ¿O será que han encontrado la clave para una convivencia pacífica?
Para nuestra tranquilidad, debemos tener claro que las crisis son parte de la naturaleza humana, tanto como individuo como componente de una sociedad. Sin crisis no hay avance; al contrario, hay status quo y estancamiento. Así que habrá que resignarse y tratar de mantener la cabeza fuera del agua💧. Lástima que no todos sabemos flotar.
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