Creo que la primera novela histórica (además de saga) que leí en mi vida fue Los húsares trágicos de Jorge Inostroza, escritor chileno que relata noveladamente parte de nuestra vida nacional. A través de su relato me enamoré de Manuel Rodríguez y de Los Carrera, mientras la imagen de O'Higgins sufrió, para siempre, una baja casi completa en mi nivel de satisfacción.
Fue mi primer contacto escrito con la lucha de intereses de los poderes fácticos (lo conocido anteriormente había sido por vía oral, en aula, que no tiene el mismo peso que una lectura voluntariamente realizada).
También, a través de los textos de Alberto Blest Gana me acerqué a las costumbres de los albores de la Patria y de nuestra idiosincrasia. Aquello ocurrió mientras cursaba enseñanza media (1° y 2° medio). Posteriormente, fueron otras las exigencias, otras las recomendaciones y no seguí esa línea lectora.
Fue mi primer contacto escrito con la lucha de intereses de los poderes fácticos (lo conocido anteriormente había sido por vía oral, en aula, que no tiene el mismo peso que una lectura voluntariamente realizada).
Mientras cursé mis estudios universitarios la lectura fue pan de cada día ... y de todas horas: estudios, teorías, ensayos, poemarios, tragedias, comedias, dramas, novelas, cuentos, de distintos períodos y autores. Era tanto que no quedaba tiempo, salvo en vacaciones, para los intereses personales. En literatura española retorné en parte a la historia, también en la hispanoamericana, a través de las Crónicas y otros relatos, aunque lo histórico se veía mediatizado por el estilo y la moda. Poco pude cultivar de esta línea en tiempos de exigencias tan variadas y múltiples.
Ya en mi vida adulta y laboral, fui, intermitentemente incursionando en la historia, a través de los rusos (La guerra y la paz, por ejemplo) o de algunos españoles. Pero cuando me dediqué definitivamente y lo transformé en uno de mis géneros favoritos ha sido en estos últimos años.
Claro que antes de la Historia, estuve recorriendo los helados, solitarios y salvajes parajes de la tundra Prehistórica, conociendo las formas de vida de nuestros antepasados evolutivos, admirando su capacidad de salir adelante a pesar de tener todo en contra, el clima, el entorno, el número escaso frente a tanta hostilidad medioambiental y "humana".
Ya en la era civilizada, viajé a Grecia, cuna de nuestra civilización, cuando las polis aún estaban actuando cada una por su cuenta, enfrentando los peligros en solitario, a veces en alianza, para evitar la destrucción. Viajé a Alejandría, a Siracusa (a esta última, también físicamente; ¡qué privilegio!).
Estuve en Roma (también...)
por meses, conociendo su forma de vida, su vida familiar y cotidiana, sus costumbres y ceremonias, el funcionamiento del Senado, las campañas electorales, las luchas por el poder, sus conquistas y aspiraciones, la defensa del territorio, las grandes batallas, el quehacer de sus generales, el aumento progresivo del territorio imperial, la caída de la República, los grandes emperadores y también los fatídicos, la llegada de las hordas invasoras, la disolución del Imperio de Occidente, el funcionamiento del Imperio de Oriente y, pasados los siglos, su caída.
He viajado a tierra de Al-Andaluz por un buen tiempo, observando sus conquistas, las huellas de su extraordinaria cultura, su lucha permanente con los reinos cristianos, el comienzo de la Reconquista.
Supe del surgimiento y de los terribles efectos de la peste negra en distintas ciudades de la Europa Medieval, pero también de la maravilla constructiva de las grandes catedrales.
Me fui a Francia a observar el actuar de Napoleón, su infancia y juventud, su ingreso en la historia, su llegada al poder, sus triunfos y derrotas, su caída. Aterricé en la helada Inglaterra y Escocia del siglo XVIII, observando a la distancia la eterna lucha por la sujeción y la libertad.
Pasé por Oriente Medio, interiorizándome en parte del sufrimiento de la población civil frente al conflicto bélico permanente en esos países. He recorrido algunas ciudades y pequeños pueblos de China en tiempos de hambruna y de la era de Mao Zedung.
He conocido de los grandes eventos, lamentablemente luctuosos, del siglo XX (la Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la Guerra Fría, la lucha por los Derechos civiles, el asesinato de J.Kennedy, la Caída del Muro de Berlín, y otros más en los mismos años).
He avanzado a la Post-Historia, permanentemente durante mi adolescencia y juventud en un afán casi morboso de saber qué me deparaba el futuro como habitante de este planeta. Esa llamita volvió a encenderse en los últimos años, a través de unas sagas memorables y extraordinarias: Dune de Frank Herbert y de Paralaje Neardenthal de Robert Sawyer.
En este último mes he regresado a España, a los tiempos de la Guerra Civil, al encontrarme con la saga Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes.
No es lo primero que leo en este contexto histórico. He leído otros autores y siempre, siempre, el dolor es profundo, porque un enfrentamiento de este tipo, independiente quién haya "ganado" militar y políticamente, deja miles de víctimas civiles de ambos ambos, marcadas de por vida durante varias generaciones.
Claro que antes de la Historia, estuve recorriendo los helados, solitarios y salvajes parajes de la tundra Prehistórica, conociendo las formas de vida de nuestros antepasados evolutivos, admirando su capacidad de salir adelante a pesar de tener todo en contra, el clima, el entorno, el número escaso frente a tanta hostilidad medioambiental y "humana".
Ya en la era civilizada, viajé a Grecia, cuna de nuestra civilización, cuando las polis aún estaban actuando cada una por su cuenta, enfrentando los peligros en solitario, a veces en alianza, para evitar la destrucción. Viajé a Alejandría, a Siracusa (a esta última, también físicamente; ¡qué privilegio!).
Estuve en Roma (también...)
por meses, conociendo su forma de vida, su vida familiar y cotidiana, sus costumbres y ceremonias, el funcionamiento del Senado, las campañas electorales, las luchas por el poder, sus conquistas y aspiraciones, la defensa del territorio, las grandes batallas, el quehacer de sus generales, el aumento progresivo del territorio imperial, la caída de la República, los grandes emperadores y también los fatídicos, la llegada de las hordas invasoras, la disolución del Imperio de Occidente, el funcionamiento del Imperio de Oriente y, pasados los siglos, su caída.
He viajado a tierra de Al-Andaluz por un buen tiempo, observando sus conquistas, las huellas de su extraordinaria cultura, su lucha permanente con los reinos cristianos, el comienzo de la Reconquista.
Supe del surgimiento y de los terribles efectos de la peste negra en distintas ciudades de la Europa Medieval, pero también de la maravilla constructiva de las grandes catedrales.
Me fui a Francia a observar el actuar de Napoleón, su infancia y juventud, su ingreso en la historia, su llegada al poder, sus triunfos y derrotas, su caída. Aterricé en la helada Inglaterra y Escocia del siglo XVIII, observando a la distancia la eterna lucha por la sujeción y la libertad.
Pasé por Oriente Medio, interiorizándome en parte del sufrimiento de la población civil frente al conflicto bélico permanente en esos países. He recorrido algunas ciudades y pequeños pueblos de China en tiempos de hambruna y de la era de Mao Zedung.
He conocido de los grandes eventos, lamentablemente luctuosos, del siglo XX (la Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la Guerra Fría, la lucha por los Derechos civiles, el asesinato de J.Kennedy, la Caída del Muro de Berlín, y otros más en los mismos años).
He avanzado a la Post-Historia, permanentemente durante mi adolescencia y juventud en un afán casi morboso de saber qué me deparaba el futuro como habitante de este planeta. Esa llamita volvió a encenderse en los últimos años, a través de unas sagas memorables y extraordinarias: Dune de Frank Herbert y de Paralaje Neardenthal de Robert Sawyer.
En este último mes he regresado a España, a los tiempos de la Guerra Civil, al encontrarme con la saga Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes.
No es lo primero que leo en este contexto histórico. He leído otros autores y siempre, siempre, el dolor es profundo, porque un enfrentamiento de este tipo, independiente quién haya "ganado" militar y políticamente, deja miles de víctimas civiles de ambos ambos, marcadas de por vida durante varias generaciones.
Episodios... consta de cinco extensas e intensas novelas, de las cuales ya voy en la lectura de la cuarta. La emoción me ha ganado muchas veces en sus páginas y aunque sé que no todos sus personajes son históricos (por eso es novela) los acontecimientos sí son -fueron más bien- reales y muchísimo de lo que allí se relata sucedió y eso es lo terrible.
¿Aprenderemos alguna vez a no repetir tanta crueldad y saña contra nuestros semejantes? Pregunta retórica de la cual no es necesaria una respuesta porque ésta ya la hemos visto a lo largo de los siglos en todas partes del globo.
¿Aprenderemos alguna vez a no repetir tanta crueldad y saña contra nuestros semejantes? Pregunta retórica de la cual no es necesaria una respuesta porque ésta ya la hemos visto a lo largo de los siglos en todas partes del globo.
I. Inés y la alegría.
II. El lector de Julio Verne.
III. Las tres bodas de Manolita.
IV. Los pacientes del doctor García.
V. La madre de Frankestein.
¿Por qué vale la pena estar semanas leyendo una saga literaria? Yo ya llevo tres y aún me falta. ¿Cuáles son los hilos que te tiran y te van envolviendo en el relato que quieres estar allí, al lado de los personajes, a pesar del peligro, del dolor, del hambre, de la incertidumbre? Trataré de explicártelo en la próxima entrada. ¡Hasta ahora!
V. La madre de Frankestein.
¿Por qué vale la pena estar semanas leyendo una saga literaria? Yo ya llevo tres y aún me falta. ¿Cuáles son los hilos que te tiran y te van envolviendo en el relato que quieres estar allí, al lado de los personajes, a pesar del peligro, del dolor, del hambre, de la incertidumbre? Trataré de explicártelo en la próxima entrada. ¡Hasta ahora!
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