Cuando la zapatilla sola, separada de su par y compañera, me empezó a molestar y a hacerme sentir incómoda como si el mundo no estuviera en su equilibrio justo si no la desplazaba a su lugar exacto (al lado de su partner), me lancé a este remolino de ideas. Claro que antes le devolví el equilibrio al mundo (jajaja).
Uno se pasa la vida haciendo cosas, moviéndose y moviendo los objetos, ejecutando un número indefinido e innumerable de acciones durante el día y la suma de días que conforman nuestra vida, y mucho de aquello, casi como por la fuerza de la inercia, uno lo realiza en forma automática y mecánica. No necesitamos pensar, no nos cuestionamos, no seguimos el proceso paso tras paso. Sólo ejecutamos. Y cuando así sucede, día tras día, semana a semana, mes tras mes y por años... (lástima que no pueda agregar "per seculum seculorum" pues somos finitos. Si la Tierra era para Sagan sólo "un punto azul pálido", ¿qué seríamos nosotros? Parte de un átomo en la inmensidad del Cosmos...nada más y, más encima, sin ningún peso específico ni significado en el tiempo), cuando eso sucede decía- hasta nuestros sentidos se adormecen, pasan a "modo crucero", que es casi lo mismo. Ya no se ve, ya no se huele, etcetc. Y eso que es tan femenino -dicen- tampoco sucede, pues ya ni siquiera se intuye.
Por eso, cuando luego de haber vivido casi toda una vida "haciendo", pensando lo mínimo (a grandes rasgos, se entiende), llegar a una etapa en que logras empezar a detenerte un poco, para "observar" tus actos y algunos ajenos, resulta una maravilla y, paradójicamente, una especie de maldición.
Debo puntualizar, antes de seguir, que esto no parece suceder con todos...ni todas. Peor. Hay personas que cargan durante toda su vida esta "maldición" de extrañamiento. Ésas son las personas llamadas "raras". Yo la "cargué" especialmente en la adolescencia. Más adelante, me transformé en una persona "normal" casi al cien por cien y sólo en algunas ocasiones "me observaba" y observaba a los demás actuar, cuestionando y cuestionándome, sintiéndome, de pronto, como una Bella Durmiente "despertando" en medio de la gente, enanos todos, en momento en que no había ningún príncipe a la vista (¡qué poco sentido de la oportunidad!, jajaja).
[Entre paréntesis...
Me acordé de una versión actual y feminista de este cuento infantil, en que, según la tradición machista, jajaja, merced al beso principesco, la bella despierta a la vida y a la felicidad. Antes había permanecido "dormida" para este mundo fabuloso y prometido y lo seguirá estando si no aparece el Príncipe.
Ahora no es así, dice Marco Denevi: ahora la bella "se hace la dormida", porque si el príncipe la sorprende con los ojos abiertos, le hará un "¡oso!" del porte de un buque. Claro que también puede elegir no esperar al príncipe y mantener los ojos abiertos.
Ahora no es así, dice Marco Denevi: ahora la bella "se hace la dormida", porque si el príncipe la sorprende con los ojos abiertos, le hará un "¡oso!" del porte de un buque. Claro que también puede elegir no esperar al príncipe y mantener los ojos abiertos.
Yo mantuve los ojos cerrados como muchas bellas (aunque sin serlo, claro está, jajaja), y en una suerte de "ene", "tene", "tú", me equivoqué (¡sniff, por apurona!). Porque el príncipe de pronto devino en sapo y por más intentos que hice (en serio, lo intenté) seguí viendo un batracio (¡sorry!). Volví a dormirme ...y de nuevo me equivoqué. Sólo la cara era de príncipe (principito, más bien). Y así, sucesivamente...(sin duda, fui una bella ludópata y muy porfiada, jajaja).
Ahora, pasado el tiempo, sin interés en ningún príncipe (y viceversa, me imagino), tampoco tengo inclinación por los enanos (jajaja). Hay algunos nefastos y venenosos como algunas callampas, que compensan el escaso tamaño con la charlatanería, pero como yo he devenido en bruja, los descubro enseguida...¡ahora! (¡más vale tarde...!). Tampoco los transformo, ni les pongo carteles de advertencia. No tengo vocación ni de samaritana ni de justiciera. Cada bella debe luchar con los sapos o enanos que le han tocado en suerte. Es una lucha personal que, una vez rendida y ganada, puede atraer adeptos. Antes de eso, cero adeptos. Claro que busquen otros partidarios, yo no me ofrezco; "paso", como diría alguien (jajaja).
En esta nueva esfera en que me encuentro en la actualidad, más de bruja que de bella, más de extraña que de normal, le estoy dando vueltas a las cosas, a las situaciones, al pasado. Y por eso el "caso zapatilla" mencionado al inicio, me hizo "tilín". No me conformé con tomar nota de la discrepancia , sino que actué frente a ella. Y eso me pareció lo más cercano a una fobia (😱😲😩).
Haciendo un análisis de mi quehacer diario, para buscar otras situaciones similares que ya conformen un panorama preocupante (jajaja), puedo confidenciarles que, en un afán -intuitivo, por cierto- de optimizar los tiempos en tareas básicas ineludibles, he ido implementando ciertos procedimientos, rutinas o algoritmos si se quiere, para reducir el tiempo sin descuidar el orden, la funcionalidad, el aseo y la estética en beneficio de mis actividades de creación y recreación que me resultan más atractivas. Es así como cada vez que me alimento, dejo inmediatamente todo ordenado, limpio y guardado, en los lugares asignados. Me he puesto horarios aproximados de comida y de otras actividades, lo que no quita que pueda flexibilizar en caso necesario. Mi refrigerador está perfectamente ordenado y compartimentado (claro que a veces no tan pulcro). Mis poleras, perfectamente dobladas y limpias una vez lavadas; las toallas, organizadas por tamaño y color. Cada día, 12,50 hrs. aproximadamente, subo a mi aposento a tender cama, ordenar y limpiar. Antes de irme a acostar, dejo el sofá ordenado, las tazas o vasos ocupados en su lugar, todo listo para que al día siguiente no haya ninguna sorpresa, jijiji.
¿Estaré cayendo en las fobias?
Quisiera ser indulgente conmigo misma (me lo merezco). Creo que no estoy a nivel patológico. Otra vez intuitivamente, más bien pienso que he captado a nivel subconsciente que la creatividad, en mi caso, va asociada a la paz, al orden y la tranquilidad. Mi genio creador (jajaja) requiere de la armonía visual y mental para actuar-en-el-mundo. Lo contrario, son interferencias o discrepancias que espantan a las Musas. Por ello, todo está relativamente ordenado, relativamente limpio y aseado, algunos relojes funcionan, lo feo no se ve, sólo me rodea lo que me gusta y necesito. Debido a eso, cogí la zapatilla solitaria y en el mismo acto de dejarla al lado de su compañera, le devolví su "ser-en-el-mundo". ¿Capice?
Ahora, pasado el tiempo, sin interés en ningún príncipe (y viceversa, me imagino), tampoco tengo inclinación por los enanos (jajaja). Hay algunos nefastos y venenosos como algunas callampas, que compensan el escaso tamaño con la charlatanería, pero como yo he devenido en bruja, los descubro enseguida...¡ahora! (¡más vale tarde...!). Tampoco los transformo, ni les pongo carteles de advertencia. No tengo vocación ni de samaritana ni de justiciera. Cada bella debe luchar con los sapos o enanos que le han tocado en suerte. Es una lucha personal que, una vez rendida y ganada, puede atraer adeptos. Antes de eso, cero adeptos. Claro que busquen otros partidarios, yo no me ofrezco; "paso", como diría alguien (jajaja).
En esta nueva esfera en que me encuentro en la actualidad, más de bruja que de bella, más de extraña que de normal, le estoy dando vueltas a las cosas, a las situaciones, al pasado. Y por eso el "caso zapatilla" mencionado al inicio, me hizo "tilín". No me conformé con tomar nota de la discrepancia , sino que actué frente a ella. Y eso me pareció lo más cercano a una fobia (😱😲😩).
Haciendo un análisis de mi quehacer diario, para buscar otras situaciones similares que ya conformen un panorama preocupante (jajaja), puedo confidenciarles que, en un afán -intuitivo, por cierto- de optimizar los tiempos en tareas básicas ineludibles, he ido implementando ciertos procedimientos, rutinas o algoritmos si se quiere, para reducir el tiempo sin descuidar el orden, la funcionalidad, el aseo y la estética en beneficio de mis actividades de creación y recreación que me resultan más atractivas. Es así como cada vez que me alimento, dejo inmediatamente todo ordenado, limpio y guardado, en los lugares asignados. Me he puesto horarios aproximados de comida y de otras actividades, lo que no quita que pueda flexibilizar en caso necesario. Mi refrigerador está perfectamente ordenado y compartimentado (claro que a veces no tan pulcro). Mis poleras, perfectamente dobladas y limpias una vez lavadas; las toallas, organizadas por tamaño y color. Cada día, 12,50 hrs. aproximadamente, subo a mi aposento a tender cama, ordenar y limpiar. Antes de irme a acostar, dejo el sofá ordenado, las tazas o vasos ocupados en su lugar, todo listo para que al día siguiente no haya ninguna sorpresa, jijiji.
¿Estaré cayendo en las fobias?
Quisiera ser indulgente conmigo misma (me lo merezco). Creo que no estoy a nivel patológico. Otra vez intuitivamente, más bien pienso que he captado a nivel subconsciente que la creatividad, en mi caso, va asociada a la paz, al orden y la tranquilidad. Mi genio creador (jajaja) requiere de la armonía visual y mental para actuar-en-el-mundo. Lo contrario, son interferencias o discrepancias que espantan a las Musas. Por ello, todo está relativamente ordenado, relativamente limpio y aseado, algunos relojes funcionan, lo feo no se ve, sólo me rodea lo que me gusta y necesito. Debido a eso, cogí la zapatilla solitaria y en el mismo acto de dejarla al lado de su compañera, le devolví su "ser-en-el-mundo". ¿Capice?
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